TIRO AL AIRE
Desde el principio… y hasta el final
Visualizar la escena de un amaño en las primarias de quien luego fue presidente del Gobierno solo puede crear desasosiego
Y la presunción de inocencia del juez, ¿qué?
Este sinvivir
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Iniciar sesiónEn estos últimos meses, hemos leído cosas que nos han helado la sangre. A mí, como mujer, me sucede con la idea de que haya exministros de los que pueda sospecharse que pagan a prostitutas. Cada cual, que elija su caso. Mordidas, enchufes… ... Quédese con su personaje preferido. Por ternura, oiga. O por repugnancia. Si no se ve capaz piense en Cádiz, allí también les va a costar elegir. Que próximo año para la chirigotas.
Pero con las últimas informaciones –filtraciones, eh filtraciones, que recalcan algunos– me acuerdo sobre todo de esas columnas en las que se acusaba a Pedro Sánchez de ser un presidente ilegítimo. Por no haber sido el más votado, por sus pactos a cambio de lo que fuera… Si antes parecía una apreciación excesiva, ahora se nos hiela la sangre, también, al pensar que la expresión -presidente ilegítimo- podría ser cierta desde el principio. Habla el informe de la UCO de la Guardia Civil de un supuesto amaño de votos en las primarias del PSOE. Ya veremos quién vio o no vio las 'red flags'. Claro que en partido igual las líneas rojas se consideran otra cosa.
De ahí el lío. Pero lo cierto es que lo de los votos no lo veo yo tanto para el Carnaval. No porque no se pueda escenificar brillantemente con sus personajes y su estribillo pegadizo y rimado. Sino porque da donde duele. En el mismo corazón de la democracia interna de un partido que presume de eso. Al final, van a tener más legitimidad los candidatos sin primaria.
Visualizar la escena de un amaño en las primarias de quien luego fue presidente del Gobierno solo puede crear desasosiego. El de que todo puede estar amañado desde el principio. Quizá en algún momento entre que se anunció la rueda de prensa del presidente y su negativa a convocar elecciones muchos españoles pensaron que esta vez sí. Que aún le quedaba una hebra de empatía democrática. Un punto de valentía. No tardamos nada –pero nada– en confirmar que no era así. Y por eso, hoy, no podemos tampoco dejar de preguntarnos si esto no era así desde el principio. El amaño, la trampa, el teatro, la falsedad. Que ni siquiera cuando vendió ilusión, otra forma de hacer política, el fin de la corrupción, el nuevo PSOE… había intención alguna de cumplir. Ahora que todos hablamos de indicios y pruebas en el campo judicial, confirmamos que hay algo peor: las sospechas en el real. Menos todavía hemos de obviar las confirmaciones: nos gobierna alguien a quien no le importa cortar las cabezas que sean necesarias –perdón de por medio– con tal de salvarse. Claro, que ¿quién puede asegurar ahora que existe salvación? El final no será ahora. Pero pocos dudan ya cómo va a acabar lo que ahora vamos sabiendo cómo empezó. Como para que no se nos hiele la sangre. Quede el tiempo que quede.
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