tiro al aire
La incertidumbre del colchón
El colchón de Sánchez nos recordará siempre que una vez tuvimos a un presidente en Moncloa que priorizó siempre su propio bienestar
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Iniciar sesiónPara coger mejor el sueño, el presidente se ve un ratito en la televisión antes de apagar la luz. Es justo lo contrario de lo que recomiendan los expertos. Estos abogan por espaciar al máximo el visionado de pantallas de la hora de irse a ... la cama. Pero también es cierto que la mejor pastilla para dormir a pierna suelta es estar satisfecho con uno mismo. Pedro Sánchez lo está, se le nota en pantalla, y por eso aprovecha el viejo dicho de que lo que no sale en la tele no existe. Él existe y además es el mejor independientemente de lo que digan u opinen otros. Que te la bufe lo que diga el resto del mundo está bien salvo que tu sueldo dependa de ello. Por eso, el arte de la política consiste, o consistía, en persuadir a los demás de que tu opción era la correcta más que en reafirmarte a ti mismo. Esos límites se difuminan cuando hablamos de Pedro Sánchez en modo telepredicador. Esta faceta suya no es nueva. Se inició públicamente con su libro de autoayuda, ‘Manual de resistencia’, en el que recopiló sus opiniones al llegar a Moncloa. Como él mismo nos ha enseñado -en una lección que no requirió de teleprónter- a diferenciar entre opinión pública y opinión publicada, podemos concluir que la suya es de las segundas. Aun así es importante porque la opinión del presidente, incluso cuando cambia, siempre trae consecuencias. Es decir, hechos.
El presidente que lo tiene todo tan claro incluso cuando cambia de opinión también se ve afectado por las incertidumbres. La de los próximos 15 días solo puede ser calmada por unas pildoritas especiales. Son de una melatonina tranquilizadora que sintetizan en el CIS y cuestan una pasta, pero contribuir al buen sueño del presidente no tiene precio. Son de colores, tienen forma de gráficos y bloquean no sólo la molestia de los pequeños escollos diarios, de Puigdemont a la ley del ‘sí es sí’, sino también el perverso efecto desvelador de la eterna pregunta que repiquetea en la cabeza de los nómadas del espectáculo: ¿dónde dormiré mañana? Hay a quien le da igual. A nuestro presidente no, porque sabemos que lo primero que Sánchez cambió al llegar a Moncloa fue el colchón. Los fabricantes recuerdan que los colchones tienen una vida útil de entre 8 y 10 años. Así que sería una pena, además de poco sostenible y respetuoso con el medioambiente, retirarlo a la mitad en un país donde lo normal es que los presidentes aguanten dos legislaturas. Ahora bien, mi preocupación por el colchón va más allá de lo material, que seguro que ahora hay decenas de formas para reciclarlo como con los políticos descabalgados. Se reutilice o no en la próxima legislatura, deberían conservarlo y hasta exponerlo en un lugar abierto al público. Por todo lo que representa. El colchón de Sánchez nos recordará siempre que una vez tuvimos a un presidente en Moncloa que priorizó siempre su propio bienestar al del resto de españoles.
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