Los ciegos y el elefante

Esta situación la vivimos hoy en un mundo altamente tecnologizado, con una profunda transformación que nos ha permitido mejorar nuestra calidad de vida en muchos aspectos y que al mismo tiempo supone enormes retos. En este escenario, el uso inadecuado y excesivo de internet por los menores tiene consecuencias devastadoras con casos de adicciones, 'sexting' o 'ciberbullying', entre otros. Estamos ante un grave problema de salud pública, ya que este uso inadecuado está afectando a problemas en el neurodesarrollo, capacidad de atención y hábitos de vida. La adolescencia es un período crítico para el desarrollo del córtex prefrontal y un período de máxima vulnerabilidad para la adquisición y el desarrollo de trastornos adictivos, psiquiátricos y comportamentales. Según un reciente estudio, el cociente intelectual de las nuevas generaciones está disminuyendo desde el cambio de milenio una media entre 2,5 y 4,3 puntos cada diez años (Centro de Investigación Económica Ragnar Frisch, publicado en la 'Revista de Ciencias' de los Estados Unidos).

Los médicos, a través de la Asociación Española de Pediatría, acaban de presentar el plan digital familiar, que ofrece pautas a las familias desde la evidencia científica de cómo afecta el uso de las pantallas a los menores y el número de horas máximo, por edades, de uso de los dispositivos, sumando el tiempo en las aulas y el tiempo en casa. Suecia ha paralizado la digitalización de las aulas puesto que el nivel de lecto-escritura se ha desplomado desde el año 2016. En España, según el informe Pirls, ha bajado siete puntos, además de que estamos 7 puntos por debajo de la media de la Unión Europea.

El estudio de Unicef 'Impacto de la tecnología en la adolescencia' recoge que la edad media de acceso al primer móvil es inferior a los once años, que un tercio de los niños usa internet más de cinco horas al día, que el 60 por ciento de los adolescentes duermen con el móvil y que uno de cada cinco se conecta por la noche. El 30 por ciento de los adolescentes lo usan una media de seis horas al día. Por otro lado, algunos informes cifran en ocho años la edad en la que los menores acceden a contenidos 'online' inapropiados y para adultos, en especial a la pornografía. Este acceso afecta a su desarrollo integral en un momento en el que la personalidad no está formada, generando importantes desórdenes en la concepción de las relaciones sexuales y del rol de la mujer.

Se ha fomentado la monetización de los datos del menor, su inmersión prematura en el entorno digital como usuario, la desautorización de la familia en su educación y la creación de patrones adictivos de satisfacción inmediata en los contenidos de internet. ¿Nos sorprende que los delitos sexuales se hayan triplicado? Las pantallas han causado una profunda transformación del funcionamiento intelectual y comportamental de los jóvenes, donde la inmediatez, el paso frenético de una actividad a otra y su validación en las redes sociales forman parte esencial de su día a día.

En la Agencia Española de Protección de Datos estamos profundamente comprometidos con la protección y el bienestar de los menores en el mundo digital, y hemos dado pasos importantes para concienciar a las familias sobre el uso responsable de internet (limitación de acceso y tiempo, uso de redes sociales, espacios de desconexión, etc.), como, por ejemplo, con la campaña conjunta con Unicef y 'La guía que no viene con el móvil', donde damos diez consejos básicos a las familias a la hora de dar el primer móvil a sus hijos. Entregar un móvil a un menor de nueve o diez años con acceso ilimitado a internet y sin control horario puede compararse a conducir un coche a 200 kilómetros por hora sin haber pasado las pruebas para obtener el carné de conducir.

También hemos puesto en marcha una iniciativa pionera a nivel mundial, el Canal Prioritario, que permite solicitar ante la Agencia la retirada urgente de contenidos sexuales o violentos publicados en internet sin el consentimiento de las personas que aparecen en ellos, y que alcanza una eficacia del 90 por ciento. No obstante, como en el caso de la parábola, es imprescindible que los poderes públicos colaboren para intentar poner límites a esta epidemia silenciosa que impacta en el presente y futuro de nuestra sociedad. En Estados Unidos, las plataformas educativas han demandado a las principales empresas de internet por los daños en la salud mental a la juventud.

La Agencia ha impulsado el Grupo de Trabajo de Adicción a las Tecnologías y hemos tomado la iniciativa de impulsar otro grupo que proponga medidas y acciones para verificar la edad de acceso a páginas web de contenidos pornográficos, que incluyan violencia explícita o de juegos 'online'. Además, apoyamos la propuesta de 'Pacto de Estado para la protección de los menores en internet y las redes sociales' que han presentado las ONG más representativas de protección a la infancia y que, ante el inicio de la presidencia de España en la UE y una nueva legislatura, propone que España asuma el liderazgo europeo de protección de la infancia ante el uso y abuso de las tecnologías.

Los menores aprenden de forma intuitiva cómo funcionan las herramientas digitales, pero falta mucho por hacer para enseñarles a ser conscientes de la magnitud de los riesgos, las consecuencias que puede tener, por ejemplo, el envío de fotos o vídeos sexuales o cómo puede afectar al desarrollo de la personalidad el acceso a contenidos que no pueden gestionar por sí mismos. Regular el uso de los dispositivos en los centros educativos, implementar en los sistemas de Atención Primaria recursos para detectar, prevenir y afrontar el consumo problemático de internet, redes sociales y pornografía, y concienciar de forma urgente y prioritaria a las familias son medidas que no deberían ser objeto político o de ideología.

La parábola de los ciegos y el elefante tiene diferentes versiones con diferentes finales. En uno de ellos, los protagonistas terminan llegando a las manos para imponer su visión parcial del problema frente a los demás sin hallar la solución global. En otro, todos colaboran para encontrar una solución al conflicto. Los poderes públicos deben decidir qué camino quieren transitar, teniendo en cuenta que ignorar un problema en que nos jugamos tanto como sociedad no puede ser una opción. Quiero realizar un llamamiento a las familias y las administraciones educativas y sanitarias para que adopten medidas prioritarias de prevención, detección y tratamiento del uso problemático de las tecnologías y se impulsen medidas de verificación de la edad para el acceso a contenidos de adultos, preservándolos derechos fundamentales de los menores. Si no actuamos de manera urgente, muy probablemente los daños en esta generación tengan difícil reparación.