PINCHO DE TORTILLA Y CAÑA
Reconciliación
Teniendo en cuenta que la verdad no es parcelable, ¿qué va a hacer el emérito? ¿Contar la historia entera? ¿Sin elipsis, sin omisiones?
El factor humano
El amigo indeseable
El emérito Juan Carlos va a publicar sus memorias. No creo que a su padre la idea le gustara un pelo y lo lógico es pensar que a su hijo tampoco. Don Juan creía que «los reyes no se confían a nadie, y menos en ... público. Sus secretos deben quedar guardados entre las sombras y los pasillos de los palacios». Juan Carlos va a desoír el consejo paterno porque, según confiesa él mismo, tiene la sensación de que le están robando su propia historia y quiere que la verdad prevalezca. A temblar. Teniendo en cuenta que la verdad no es parcelable, ¿qué va a hacer el emérito? ¿Contarla entera? ¿Sin elipsis, sin omisiones, sin clamorosos silencios sobre los episodios más ingratos de su turbulenta vida sentimental o pecuniaria? No tiene escapatoria, Majestad, hágame caso. Si descorre el velo de su vida íntima y relata los pormenores de sus aventuras románticas o el origen de su fortuna, a su hijo Felipe le dará un cólico miserere. Y si pasa de puntillas –o ni siquiera pasa– por ese barrizal biográfico, el libro se convertirá en una tomadura de pelo y será vapuleado por la opinión pública, que aguarda con cierta expectación lo que usted mismo ha prometido: «hablaré de mis errores y explicaré mis malas decisiones». ¿Todas o solo alguna? ¿También las inconfesables? El título del libro, según ha trascendido, es 'Reconciliación' y eso invita a pensar que va a centrarse, sobre todo, en los esfuerzos que hizo el Rey Juan Carlos para que la Transición fuera un éxito. Es la parte, sin duda, más brillante de su reinado. Su gran legado. Si él no hubiera apretado el acelerador, poniendo en riesgo su propia corona, la solución democrática del Régimen del 78 no hubiera sido posible sin derramamiento de sangre. Pero eso ya lo sabemos. Nadie ha tratado de hurtarle el protagonismo que le corresponde en ese periodo de la historia. No creo que pueda sentirse maltratado por los relatos, muchos y a menudo buenos, que han reconstruido su contribución a esa gesta prodigiosa. Seguro que puede contar muchos detalles desconocidos de la intrahistoria de aquella época y que su testimonio resultará interesante y clarificador, pero dudo mucho que contribuya a mejorar sustancialmente su buena reputación como piloto del cambio. Nadie en su sano juicio la ha puesto en cuestión. ¿Para qué entonces reivindicar lo que no necesita ser reivindicado? Si Juan Carlos hubiera sido más prudente en su vida personal una vez aprobada la Constitución, el prestigio que atesoró durante aquellos años hubiera bastado para que aún estuviéramos hablando de él como uno de los mejores reyes de nuestra historia. Pero no fue prudente y el fango acabó por engullirlo como un banco de arenas movedizas. No creo que un libro de memorias pueda justificar ese hecho. Y menos aún si es honrado y se ciñe a la verdad escrupulosa de los hechos. Pincho de tortilla y caña a que hay mucha gente dispuesta a privilegiar el recuerdo de la época buena sobre la horrorosa y a recordar a Juan Carlos como el rey que más ayudó a la reconciliación de las dos Españas. Entonces, ¿para qué removerlo más?