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pincho de tortilla y caña

El amigo indeseable

La Venezuela chavista nunca ha sido una democracia

Lo de siempre

Telón

Luis Herrero

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La política distingue dos clases de indeseables: los útiles y los inútiles. Los primeros sirven al interés de personas, partidos, países o continentes y son tratados como miembros de una especie protegida. Sus defensores les llaman «nuestros hijos de puta». Saben que son sátrapas, chorizos ... o locos de atar (y a menudo todo eso al mismo tiempo) pero ejercen sobre ellos una cierta ascendencia y prefieren mantenerlos en los puestos que ocupan porque sospechan que sus sustitutos serían de la misma calaña, o todavía peor, y además estarían fuera de su control. Dos de los ejemplos más elocuentes fueron Somoza y Gadafi. La lógica del razonamiento es perversa pero se fundamenta, al menos, en el socorrido principio del mal menor: hay que tolerar a dictadores sanguinarios que pisotean los derechos humanos de muchos inocentes para evitar que les sucedan dictadores aún más sanguinarios que pisotearían los derechos humanos de muchos más.

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