pincho de tortilla y caña
Destruir al adversario
Las comisiones parlamentarias no deberían llamarse de investigación, sino de destrucción del adversario
Sánchez, contra las cuerdas
Más Mazón, menos ejemplaridad
Es cierto que la verdad judicial no siempre da en el clavo y que hay sentencias ampliamente discutibles, pero al menos son el producto de investigaciones previas que inspiran más confianza que las que se realizan en el ámbito parlamentario. A los políticos, la ... verdad les trae sin cuidado. Los senadores que forman parte de la comisión que investiga la corrupción del PSOE, pongo por caso, saben que por mucho que se lo propongan no podrán hacer grandes averiguaciones. No es su trabajo. Tampoco es su intención. Lo único que pretenden es sentar en el estrado a ministros y altos cargos para acribillarlos a preguntas incómodas que merezcan la atención de la prensa. Rara vez lo consiguen. Como los trabajos de la comisión se solapan con los de la acción de la Justicia, los comparecientes de más enjundia suelen ampararse en su derecho a no declarar para no perjudicarse a sí mismos y se van del interrogatorio más frescos que una lechuga. Ahora se anuncia en el Congreso, donde la mayoría no está en manos del PP, la creación de una comisión que quiere investigar lo que ocurrió en Valencia en la riada del 29 de octubre. Como la imputación de la exconsejera Salomé Pradas acordada por la juez de Catarroja no ha bastado para derribar a Mazón, que sigue amarrado a su torre de marfil como Ulises al mástil de su barco para resistir los cantos de sirena que urgen su dimisión, la izquierda ha decidido echarle más leña al fuego para que las llamas terminen de calcinarlo y, de paso, chamusquen a Feijóo por quedarse cruzado de brazos. De eso se trata, me temo: de vocear a los cuatro vientos que el día de autos, cuando el dios de la lluvia derramó su furia sobre más de setenta pueblos de la provincia de Valencia, el presidente autonómico no estuvo al pie del cañón y que esa desidia coadyuvó a que se perdieran dos centenares de vidas humanas. En la comisión de marras sé hablará de las alertas tardías, de las llamadas de socorro desatendidas, de la descoordinación de los políticos al mando y de la tibieza de la dirección nacional del PP a la hora de condenar la indolencia de los suyos. Nada nuevo bajo el sol. Pero me apuesto el pincho de tortilla y caña de rigor a que no se hablará de la Ley de Protección de la Huerta, que impidió que se ejecutara la conexión entre el barranco del Poyo y el nuevo cauce del Turia, ni de las nefastas consecuencias que acarreó la paralización del Plan Hidrológico Nacional, ni de todas esas infraestructuras que, estando aprobadas, se dejaron de construir por la oposición de un ecologismo de alpargata que ahora brama de indignación sin hacer la más mínima autocrítica, ni de la irresponsabilidad que supuso, por parte del Gobierno central, no decretar el nivel 3 de emergencia, ni, en fin, de ninguna otra negligencia que pueda ayudar a explicar por qué una calamidad meteorológica, en pleno siglo XXI, ha sido capaz de provocar unas consecuencias tan devastadoras. Las comisiones parlamentarias no deberían llamarse de investigación, sino de destrucción del adversario. Tal vez así sabríamos para qué se constituyen.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete