hay que vivir
Zapatero se reivindica
Proliferan los libros loando al expresidente, pero él necesita a Sánchez en La Moncloa y a Maduro en Miraflores. Él sabrá por qué
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Hace unos años acudí al despacho de José Luis Rodríguez Zapatero en el Consejo de Estado, donde pasó sus primeros años como expresidente. Yo quería preguntarle por algunas cuestiones vinculadas a la Transición y muy amablemente me atendió. Más allá de su valoración sobre ... aquel proceso, me reveló algunos detalles sobre las largas conversaciones que siendo presidente había mantenido con Don Juan Carlos sobre aquel periodo, del que Zapatero hablaba con admiración a pesar de que él fue quien había aprobado la Ley de Memoria Histórica. El Rey le contaba con orgullo aquel éxito coral, algo que ya le desveló a Vilallonga en su magnífico libro biográfico: «Soy un tipo con suerte que siempre está en el lugar y en el momento adecuado».
Aquella mañana soleada le pregunté a Zapatero en qué estaba, más allá de las labores propias de esa institución. En aquella época era un expresidente arrasado, desprestigiado, pero en los mentideros madrileños se le concedía que estaba actuando bien como expresidente, callado y ocupando su puesto en el Consejo de Estado. Pero todo eso caducó en 2015, cuando abandonó el supremo órgano consultivo del Gobierno, dejó de contar nubes y se dedicó a otras cuestiones. Y ahí empezó a aparecer Venezuela y sus 'conchabeos' con Maduro, que han alcanzado su cénit con su oprobioso silencio ante el pucherazo venezolano en 2024.
A mi pregunta sobre a qué dedicaba el tiempo, respondió con claridad: «Estoy trabajando en la reivindicación de los derechos civiles impulsados por mi gobierno». Hete que una década después de aquel encuentro, Zapatero se está reivindicando públicamente. Lo último ha sido un libro coordinado por sí mismo titulado «La democracia y sus derechos» y el pretencioso subtítulo «La legislatura que cambió España». En él, una decena de catedráticos de su cuerda lo avalan, incluso en una cuestión controvertida que el expresidente explica así: «No me he sentido concernido por la supuesta contradicción entre una izquierda social y una izquierda identitaria». No es el primer libro que loa el zapaterismo, ni será el último, aunque no se habla de economía ni de cuestiones territoriales.
En estos diez años Zapatero ha estado desaparecido, salvo por la cuestión venezolana, donde se ha posicionado frente a Aznar, González, la oposición del país y, en definitiva, todo defensor de la democracia liberal. Él lo justifica en que se dedica a mediar para liberar presos políticos, como Leopoldo López, pero obvia que hay 9 millones de venezolanos en el exilio, una población superior a la de cien países del mundo. Zapatero cree que ha llegado su momento. Por eso, en la misma mañana en que se enteró de que Sánchez adelantaba las generales tras la derrota en las autonómicas decidió reaparecer para rescatar a un sanchismo a la deriva. Y lo logró. En su plan de reivindicación de sí mismo necesita a Sánchez en La Moncloa y a Maduro en Miraflores. Él sabrá por qué.
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