la suerte contraria
Un día de furia
Mantenerse en la sala no implica estar de acuerdo sino mostrar que por encima de las ideas está el sentido institucional y la inteligencia política
No todo está perdido
El cordero místico y los pastores pasiegos
Todos los partidos políticos de España tienen la misma estrategia: acabar con el PP. También el PP, que con el tiempo ha logrado hacerlo con notable pericia. Comienza a resultar admirable la precisión con la que ejecutan los errores, la perfección de cada fallo, la ... maestría de cada desliz. En este sentido, lo de Ayuso en Barcelona ha sido un diez perfecto, como el de Nadia Comaneci. No solo por haber comprado el relato nacionalista que pretende identificar el catalán o el vasco con el nacionalismo –por algún motivo, no les pasa con el gallego–; tampoco por la debilidad que muestra al perder el sentido de la institucionalidad; sino, sobre todo, por haber caído de nuevo en la trampa de Sánchez. Parece evidente que su único objetivo al convocar la Conferencia de Presidentes en Barcelona era provocar errores no forzados, mostrar a sus socios que la derecha es un riesgo para los idiomas cooficiales y, por encima de todo, que se deje de hablar de Leire. Y lo ha conseguido, así que enhorabuena: Sánchez es el ganador de la jornada y ya nadie habla de fontaneros, sino de Ayuso. Otro exitazo de la derecha.
La escena parece sacada de 'Un día de furia'. El sainete comenzó no saludando a los ministros Bustinduy y Aagesen, siguió con el numerito a Mónica García y remató abandonando la sala cuando Pradales habló en euskera. Sobre esto último: el euskera pertenece a todos los vascos, también a los votantes del PP. Identificarlo con el nacionalismo –como pretende el nacionalismo– es propio de quienes, en lugar de librar la batalla, prefieren darla por perdida. Aunque no fuera el momento de usarlo, hay que recordar que la Constitución obliga a protegerlo. Y, aunque Pradales buscara el conflicto, la respuesta de Ayuso no parece la mejor manera de hacerlo. Pero, volviendo a lo primero, retirar el saludo a alguien como modo de protesta es entender la vida como 'Sálvame' y el 'fair play' como un mediocentro uruguayo. Más allá del fondo y mucho más allá del conflicto, conviene recordar que las formas no son premio, sino cortesía; no define al que lo recibe, sino al que lo emite. Por eso, no se trata de pasar de la esgrima a las navajas sino de lo contrario, es decir, de extremar más la educación cuanto mayor sea la rivalidad. Así, mantenerse en la sala no implica estar de acuerdo sino mostrar que por encima de las ideas está el sentido institucional y la inteligencia política. Y que el tipo de autoridad que España necesita hoy no es la del que se va donde quiere sino la de quien se queda donde debe.
Era una buena oportunidad para actuar como campeones en lugar de como aspirantes, y para hacer oposición desde la altura institucional que tanto se invoca y tan poco se practica. Pero ocurrió lo contrario: día negro para Ayuso y aplausos en la selección madrileña de opinión sincronizada, que actúa como 'el Siete' –pero sin leyenda– y que parece haberse instalado en el absurdo triunfalismo de quien no comprende que, por este camino, nos llevan directos a un nuevo 23J.
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