el contrapunto

Sánchez reconoce a Hamás

El caudillo socialista no ha exigido a los yihadistas que liberen a los rehenes, como no pidió a Bildu una condena de ETA

Sánchez, el matón, se hace la víctima

«¿La Fiscalía de quién depende? Pues ya está»

¿Cuál es el territorio de Palestina? ¿Y su capital? ¿Quién manda allí? Las respuestas a estas preguntas son tan nebulosas como el presunto país al que se refieren. A día de hoy no existe un Estado palestino digno de ese nombre y, por consiguiente, ... lo que enaltece con su decisión el presidente del Gobierno español no constituye una entidad política concreta, sino más bien un grupo de islamistas que ejercen un control brutal sobre la franja de Gaza, donde imponen su dictado a sangre y fuego. Una organización terrorista despiadada, que el pasado siete de octubre atacó sin mediar provocación a Israel, desencadenó una orgía de violencia en la que perecieron centenares de civiles inocentes, hombres, mujeres, niños, violados y torturados antes de ser asesinados, y mantiene secuestrados a 128 rehenes en condiciones infernales. En el peor momento posible, Sánchez reconoce, de hecho, a Hamás, de un modo tan elocuente que el portavoz de los yihadistas le agradece el gesto dedicándole encendidos elogios. Su vicepresidenta, Yolanda Díez, va un paso más allá haciendo suya la consigna empleada por esos matarifes para referirse a su deseo de aniquilar a todos los israelíes y borrar del mapa su país: «Desde el río hasta el mar». Ese anhelo genocida suscribe la lideresa de Sumar, sin apearse de su peana 'progresista'. Con esa vergüenza hemos de vivir el resto de los españoles.

La decisión del caudillo socialista, flanqueado por su escudera, no sorprende, aunque repugna. Uno y otra tienen sobradamente demostrada su ausencia de escrúpulos; su disposición a echarse en brazos del mismísimo diablo en aras de aferrarse al poder. El socialista lo hizo aquí, después de las elecciones generales que perdió, abrazándose a un golpista prófugo y a los bildutarras representantes de una banda criminal que mató a cerca de un millar de personas para llegar hasta donde está sobre esa pila de cadáveres. Convirtió a los albaceas de ETA en sus socios de legislatura, sin ni siquiera pedirles una condena expresa de su historial sanguinario ni mucho menos colaboración para esclarecer los más de trescientos atentados que permanecen impunes, con sus víctimas esperando justicia. Tampoco a los de Hamás les ha exigido un requisito tan básico como liberar a esos desdichados que mantiene en cautiverio. ¿Para qué? A él le importan una higa los palestinos, los judíos, las víctimas del terrorismo y la decencia. A él solo le preocupa la poltrona. Y Begoña, parece ser. Cualquier infamia que sirva al propósito de conservar el puesto y distraer nuestra atención del escándalo que salpica a su señora se da por buena, aunque con ello aleje a España de la comunidad de naciones democráticas y nos coloque entre los no alineados, más cerca del Grupo de Puebla. Aunque nos cubra de oprobio. Todo sea por arañar algún sufragio en las europeas. Votos manchados de sangre.

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