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diario de un optimista

Inmigración, afrodisiaco de la política

Resulta gratificante que la Eurocámara haya reiterado que se trata de un reto para el continente y propuesto soluciones, más bien teóricas, pero que tienen la ventaja de ser colectivas

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Guy Sorman

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A juzgar por los debates públicos que tienen lugar en el Parlamento Europeo y en los foros políticos nacionales, cabría pensar que los europeos no tienen una preocupación más acuciante que la de hacer frente a la inmigración. Si escuchamos estos discursos, los inmigrantes ... ilegales (por no atrevernos a decir musulmanes) amenazan con sustituir a nuestras poblaciones civilizadas por otras que no comparten nuestra cultura. Pero los distintos sondeos de que disponemos sobre el tema revelan una distorsión espectacular entre lo que dicen los políticos y lo que verdaderamente preocupa a los ciudadanos. Estos sitúan en lo más alto de su lista de inquietudes inmediatas su poder adquisitivo, la subida de los precios de la energía, la electricidad y la gasolina, el miedo a la inflación y su seguridad. Luego está el miedo al calentamiento global, que no entendemos si es evitable o inevitable. El miedo a la inmigración le sigue muy al final. Esta contradicción entre la opinión pública tal como puede medirse y el relato político no es del todo sorprendente: como los políticos ya no tienen mucho que decir desde que el liberalismo se impuso como único modelo de política económica, y como nadie cuestiona la democracia, los profesionales de la retórica tienen que inventar temas que movilicen a la gente, a ser posible aterradores. La inmigración cumple esta función de afrodisíaco sustituto de la realidad.

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