Siempre amanece

Sororidad

Dicen que el Gobierno aún respira, pero crepita que no veas. Suena como esas lavadoras viejas que giran a trompicones y huelen a goma quemada

Están saliendo tantos cochinos en esta legislatura que va a haber que prohibir el jamón por acumulación de pruebas. Hay tanta gente declarando ante el juez que el Supremo parece la tuna de Derecho de Elche. Cantan más en el Supremo que en el Teatro ... Real. Tiene su encanto el clima político cochino, y esto es ya una montanera de sobres, viajes y maletas más misteriosas que lo de Íker Jiménez. Es curioso cómo deberíamos de confiar en el resultado de las elecciones generales cuando el partido de Gobierno amañó sus propias primarias. Todo lo que sea criticar al Gobierno significa que somos buleros y se nos va la olla del fango, pero ahí seguimos, irredentos.

Me estoy acordando de Ábalos con su 'tour' de gregarios prosanchistas; dieron un mitin en Dos Hermanas como la Melody cuando lo de Eurovisión y Los del Río. Era 2017 y lo llamaban épica. Ahora parece una película de mafias venidas a menos y les falta el chándal de tactel, la Virgen del salpicadero y el Tuenti para fichar. O el Grinder. Cómo estoy viendo aquel ambientador de pino meneándose colgado del retrovisor por las curvas de Milagro hasta Calahorra, que se tarda un rato… De aquel grupo de iluminados, uno está en la cárcel, otro con medio pie en Soto del Real, y el líder, Pedro, da vueltas por Europa como si buscara el 'wifi' del muro contra la ultraderecha.

Dicen que el Gobierno aún respira, pero crepita que no veas. Suena como esas lavadoras viejas que giran a trompicones y huelen a goma quemada. El caso es que, mientras los jueces escriben novelas negras en los sumarios, Moncloa propone comisiones bilaterales y decretos con la misma alegría con la que antes se firmaban autógrafos en el Tour. Cataluña tendrá más inversión que un Silicon Valley de butifarra y Euskadi podría gestionar la Seguridad Social si se lo pide el PNV con los ojitos de Aitor Esteban, que es el Macaulay Culkin del nacionalismo.

Hay una forma extraña de gobernar: Sánchez se está quedando solo y cada vez tiene menos, pero cada vez reparte más. Como si el capitán del Titanic, en vez de dirigir el timón, llevara no ya una orquesta, sino la charanga de la Peña de la Armonía Chantreana de Pamplona por San Fermín. Todo resulta paradójico. Ahora, para tapar el puterío de los salazares y los 'pendrive' con pelo, se les ha ocurrido que el presidente aparezca en un acto con unas señoras del partido aplaudiéndole como aplaude Marisú Montero, que tensa más las palmas que un tambor rociero. Se supone que viendo a Sánchez con mujeres tendríamos que olvidarnos de la relación comercial de parte de las mujeres con parte del PSOE al que le refulgen los neones de los párquines de los puticlubes. Así es como Sánchez se ha hecho un acto con mujeres, como Jesulín cuando organizó una corrida en Aranjuez para señoras y le tiraban los sujetadores y las bragas. Por sororidad.