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Después, 'naide'

Dimisión de Noelia Núñez: óleo sobre lienzo

Es tanta la barbarie moral en la que nadamos que el que dimite ya parece un héroe

Cristóbal, el último socialista

Desde la Costa de los Esqueletos, arena, maderas, óxido y huesos

Chapu Apaolaza

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Ha dimitido Noelia Núñez y se ha aparecido un listón moral como un objeto extemporáneo, como esas historias en las que unos arqueólogos hacen un hallazgo que no se corresponde con el tiempo y encuentran una consola de videojuegos en Atapuerca. '¡Un listón ... moral!', nos decimos, sorprendidos, casi asustados, y lo tomamos entre las manos entre divertidos y atemorizados. Me recuerdo a los miembros de aquella tribu cuando entendieron lo que era mi cámara de fotos y, después de posar, expectantes, al momento se veían en la pantalla, daban saltos de alegría, y corrían a mi alrededor, nerviosos. Así estoy yo viendo el listón moral de Noelia Núñez, un gesto tan desproporcionado a las circunstancias actuales, ahora que la mentira no es que no pase factura, es que los políticos se las cuelgan del pecho como condecoraciones. Una renuncia por mentir, me digo, es algo tan a contracorriente de lo contemporáneo que deberían ponerla en el Reina Sofía con una tarjetita al lado que diga: Dimisión de Noelia Núñez, 2025, óleo sobre lienzo. Es tanta la barbarie moral en la que nadamos que el que dimite ya parece un héroe, aunque sea ciertamente un héroe trucho: pues hubiera sido mejor no mentir.

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