ANTIUTOPIAS
Descolonizar la mente
Al menos en Estados Unidos, la transmisión del pensamiento ilustrado ya no despierta entusiasmo
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Iniciar sesiónA la universidad fui, como tantos otros jóvenes, para que los profesores colonizaran mi mente con diversas tradiciones literarias, filosóficas, sociológicas; para integrar conocimientos científicos, económicos y humanistas; y, en fin, para que la inteligencia ajena pervirtiera mi estado virginal, ese instante triste de ingenuidad ... e ignorancia, con ideas, preguntas y conocimientos que me permitieran entender y adaptarme al mundo moderno.
De un tiempo para acá, sin embargo, todo este proceso que solía ser la meta por excelencia del progresismo y en el cual se depositaban las esperanzas de desarrollo material y movilidad social, se ve con suspicacia. Al menos en Estados Unidos, la transmisión del pensamiento ilustrado ya no despierta entusiasmo. Se asume ahora que las ideas y valores que cimentaron la modernidad occidental, en lugar dar herramientas para disfrutar de las creaciones humanas, juzgar racionalmente los dilemas morales que nos asaltan en la vida y participar, con suerte, en alguna actividad productiva, en realidad son un obstáculo para la verdadera movilidad y el verdadero cambio social. La modernidad no sería un antídoto contra el estatismo jerárquico de la tradición, sino todo lo contrario: un proceso excluyente propulsado por el machismo, la homofobia y el racismo. Asimismo, la colonización mental de la que tanto me ufano resultaría ser un esperpento. La trágica conversión de un ser natural en cómplice de un sistema que, escudándose en el subterfugio de la razón, el humanismo o la universalidad, eleva al hombre blanco occidental a la cima de la pirámide social desde donde desprecia, desplaza y despluma a otras culturas y a todas las identidades minoritarias. Bajo este nuevo prisma, la educación y la universidad no tendrán más remedio que modificar sus funciones y fines. Su función ya no sería formar profesionales racionales y competentes, sino erradicar los vicios que ha esparcido por el mundo el hombre blanco occidental; y su fin no radicaría en colonizar la mente con ideas modernas, sino en descolonizarla con teorías críticas posmodernas.
Y no sólo la mente. También la educación, la sexualidad, la ciencia, los medios, los museos; todas las instituciones en las que transcurre la vida. En eso están los 'wokes' estadounidenses. Menos interesados en desentrañar la realidad que en modificarla, han convertido su actividad profesional en un activismo constante. Purgados sus propios vicios heteropatriarcales y eurocéntricos en la universidad, intentan ahora purgar del colonialismo al mundo entero. La incongruencia es que detrás de este canto a la inclusión y a la diversidad se oculta una tentación opuesta. Como los jesuitas en el Paraguay del siglo XVII, los puritanos en los Estados Unidos del XXI anhelan lo mismo: la pureza moral, la uniformidad de ideas, la acción redentora. En últimas, transformar el conocimiento y la cultura en una nueva religión buenista. Ya veremos si eso es lo que ronda la descolonizada mente del nuevo ministro de Cultura.
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