sin punto y pelota

Casta universitaria

...Tan ajena al mundo real, tan hábil en lo marrullero cuando se trata de mantener su cortijo

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Los graduados universitarios españoles tienen la segunda tasa de empleo más baja de la Unión Europea. Vaya, ese dato no está en la España de la justicia social de la que presume en el Congreso el ministro Bolaños frente a los fascistas de Ferraz, ... con esa argumentación que insulta la inteligencia y aplauden los devotos. Sí está en el último informe CYD sobre la universidad en España, donde no caben las anécdotas sonrojantes de guerra sucia en las elecciones a rector de la Universidad de Málaga, por ejemplo, con un resultado muy celebrado por el PSOE, que se mueve en el ámbito universitario con el mismo juego limpio que en la política nacional. Un partido que se nutre de personas como el exministro de Sanidad José Miñones, hijo de catedrático que ha dirigido tesis a varios familiares. Muy a tono con un presidente doctor de aquella manera.

En el mismo informe, hecho público ayer, se señala que casi la mitad de los catedráticos se jubilará en los próximos diez años. ¿Se aprovechará la tesitura para retener y atraer talento internacional? No. Hay ascensos en las universidades españolas en el siglo XXI mucho más endogámicos que los franquistas. Al menos entonces los catedráticos llegaban a serlo tras pasar por varios destinos y se gritaba tongo en oposiciones con público.

Se aconseja incrementar las prácticas en el sector privado justo cuando los involucrados, como señalaba ayer el consejero de Educación en Madrid en ABC, alertan del desastre que significará la obligatoriedad de que los becarios coticen a la Seguridad Social. Ay, las intenciones y los resultados. Sólo hace falta mirar a la Ley de Vivienda: a mayor protección de desahucios para colectivos vulnerables, más dificultad para encontrar casa. No mueve la lógica al Gobierno frentista.

Tenemos escasez de graduados en ingenierías pero al Gobierno solo se le ocurrió hace unos meses, en una reforma felizmente abortada, meter más perspectiva de género y menos matemáticas en la formación de los maestros que, sí, son los que ponen los cimientos de los alumnos que abandonan los estudios como nadie en Europa. Que no llegarán a ingenieros.

¿Qué hace la casta, los ricos? Las universidades privadas tienen cada vez más alumnos, pese a la caída demográfica. Allí se buscan contactos, prácticas y profesores que saben cómo funciona la empresa. Cada vez es más difícil que se enamoren en un aula universitaria pública una chica de familia acomodada de un chaval con mucho mérito de barrio humilde. Sí, sorpresa, el matrimonio solía ser una manera de igualar socialmente. Ahora los niños pobres lo tienen casi imposible para llegar a la universidad. Muchos de los que lo consiguen acaban en grados que no garantizan acabar trabajando en lo suyo. Las clases medias altas huyen de una pública cada vez más desprestigiada, con meritorios oasis de excelencia. Es un drama social. Nada que preocupe a la verdadera casta, la universitaria, tan ajena al mundo real, tan hábil en lo marrullero cuando se trata de mantener su cortijo. Que sabe, además, que no solemos escribir de ellos.

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