sin punto y pelota
Arcuri y el voto de Vox
Hay miles de españoles que simpatizan con Francesco Arcuri y no dan crédito con el apoyo político y mediático a Juana Rivas
La leche de los americanos
Incapaces y caraduras
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Iniciar sesiónEn diciembre de 2018, Vox se coló en las elecciones andaluzas con doce escaños e hizo posible, junto a los parlamentarios de Ciudadanos, que el PP de Juanma Moreno, que había empeorado resultados, gobernara en una tierra que parecía condenada al reino cortijero de dinastías ... socialistas. John Müller, siempre curioso, coordinó entonces un libro que se llamó 'La sorpresa Vox', en el que algunos columnistas tratábamos de explicar los factores que habían llevado a la formación a sobrepasar los mejores augurios de las encuestas. En marzo de 2019, 'El Mundo', preguntó en una encuesta si se estaba a favor de que la Ley Integral de Violencia de Género contemplara penas distintas por ser hombre o mujer. La mayoría, de todos los partidos, se manifestó en contra. Para el libro de Müller, escogí como explicación la orfandad política de todas esas familias, hombres, enfadados por haber sentido la sospecha de la maldad sobre ellos sólo por ser hombres, muchos en la soledad de un calabozo por una denuncia falsa de esas que no existen, fantasía de mentes malvadas. Esas denuncias falsas –los finos las llaman instrumentales– que, de nombrarlas, te vale el escupitajo argumental de calificarte como «negacioanista» y se cierra el debate. De esas denuncias que no ha puesto nunca Juana Rivas, por ejemplo. Entiéndase la ironía.
Cubrir el caso del secuestro de los hijos de Francesco Arcuri en el verano de 2017, un año antes de las elecciones andaluzas, me puso en contacto con asociaciones que daban apoyo legal y cariño a padres a los que se les había acusado de abusos sexuales sin pruebas, que no sabían de sus hijos desde hacía años, muchos en paradero desconocido en países del Este, que jamás habían podido recobrar una relación normal con ellos después de años de una pesadilla continua en los juzgados. Padres de izquierdas, de derechas, de centro. Ignorados por todos los partidos. Y allí estaba Vox.
El otro día, fue un policía a dar una charla al colegio de mi hija. Contó a los niños, sin emitir opinión, que un chaval acabó en comisaría este verano por tocarle el culo a una chica en una discoteca. En las familias con hijos adolescentes tenemos conversaciones en las que hablamos de situaciones que pueden acabar mal y que antes era un desajuste de expectativas con un rollo de una noche. Y, a nuestras hijas, no le aconsejamos acudir a un policía si le tocan el culo, más bien que miren al susodicho con desprecio, le digan algo y se larguen. Debe de ser metodología educativa abeja reina, tratar de educar a mujeres fuertes que huyan del victimismo.
Vox sabe que hay un sector de la población muy molesto con el uso que hacen algunas mujeres de la Ley Integral de Violencia de Género. Que hay miles de españoles que simpatizan con Francesco Arcuri y no dan crédito con el apoyo político y mediático a Juana Rivas. Mientras eso esté ahí, Vox puede depurar a parte de la cúpula, puede simpatizar con Putin, y resistir en las encuestas. Haberse quedado fuera del pacto contra la violencia de género le da gasolina. El PP lo sabe. No sé si sabe qué hacer con ese dato.
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