EL BATALLÓN
Desperado
Primero daba miedo lo que callaba, luego lo dio su 'obra' y ahora hasta mete miedo lo que dice
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Iniciar sesiónLleva una racha Sánchez en la que la tostada siempre se le cae por la parte untada de mermelada. La penúltima: tráete hasta al jefe de la NASA a La Moncloa para vender al mundo la 'conquista española del espacio', bajo su providencial mandato claro, ... con la puesta en órbita del cohete Miura desde Huelva, para que una racha de viento obligue a suspender el histórico lanzamiento. Otro chasco. Vuelta a Florida con las ganas del jefe de la NASA y el cohete enhiesto en la plataforma... Todo en Sánchez expele ya un inevitable mal bajío tras el enorme trastazo que ha dinamitado en las urnas, donde todo se sustancia, la mayor parte del poder territorial del PSOE. El Miura se quedó en el chiquero apenas unas horas después de que Sánchez entrará en volandas en la enfermería, con un palizón tremendo despachado por ese morlaco llamado democracia, cuatreño, astifino, que desarrolló sentido (común) y que lo lanzó al aire como un pelele en plena faena, mucho toro para quien, avalentado cual torero tremendista y pegapases, gritó a la cuadrilla «¡dejadme solo!» al tratar de convertir el 28M en un plebiscito sobre su figura. Narciso en el ruedo, el bombero torero. De ruina y oro se presentó Sánchez el domingo y terminó en el hule del quirófano.
Despertó Sánchez temprano de la anestesia y aún aturdido por ese sopor que procura el cloroformo administrado se envalentonó, abandonó de un salto la camilla y apareció en la puerta de La Moncloa. Se van a enterar estos españoles que tan mal han votado. Y decidió jeringarles las vacaciones, como castigo, para que aprendan a votar como Dios manda. Más de medio millón de ciudadanos movilizados en pleno puente de Santiago para atender las más de 60.000 mesas electorales, otras decenas de miles de apoderados de todos los partidos, un batallón de carteros, de periodistas, de policías... y de personal sanitario, claro, porque el arrebato de Sánchez hace augurar verdaderos hornos en los colegios electorales, con soponcios garantizados en esas aulas sin aire acondicionado, donde a eso de las cinco de la tarde costará hasta respirar. El año pasado en Córdoba, por ejemplo, 44 grados en esa fecha, en Madrid 39 y alguno más en el valle del Ebro. El mismo estadista que prohíbe trabajar en las obras o las fábricas cuando aprieta mucho el calor, manda a atender las urnas y el orden a un millón de personas, doce horas a la parrilla, vuelta y vuelta, por un 25 por menos que el Salario Mínimo. Todo por la patria... sanchista.
Anda desesperado Sánchez, sin haber entendido nada de que ocurrió el domingo, echándole la culpa al empedrado, desperado, en una especie de ira apenas contenida que se le marca en el rostro y en los gestos, incapaz de enhebrar un mensaje en el que se atisbe un mínimo de rectificación. Muy al contrario, ahora se arranca por Iglesias y hasta por Maduro, copiándoles consignas y estrategias de inspiración frentepopulista o bolivarianas, embadurnado de victimismo y embarrando el campo, todos contra mí, identificando fascistas aquí y allá, fuera de sí, marcando enemigos. Primero daba miedo lo que sabíamos que callaba, luego nos dio miedo su monstruosa 'obra' y ahora mete miedo hasta lo que dice.
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