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LA TERCERA

La huellas del estilo

Trump dice que no puede ser que el país más importante del mundo celebre sus eventos en una carpa, pero la carpa es la actualización perfecta del 'estilo federal': una arquitectura funcional y efímera que minimiza el gasto público y reduce el Estado a su mínima expresión

Derecho y política

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NIETO

Alejandro Zaera-Polo

EN 1943, durante el debate sobre la reconstrucción de la Cámara de los Comunes, bombardeada por los nazis, Winston Churchill dijo: «Damos forma a nuestros edificios, y luego nuestros edificios nos dan forma a nosotros», enfatizando cómo la forma rectangular y adversarial de la sala ... del Parlamento ingles había creado el sistema bipartidista británico. Cuando especulaba en estas mismas páginas que el reinado de Trump traería múltiples oportunidades para pensar sobre el mundo de los átomos y de la física, en el lenguaje de Thiel y Musk, nunca me hubiera imaginado esas imágenes asombrosas de la demolición repentina del ala este de la Casa Blanca, en el más puro estilo de promotor canalla. ¡Y luego, que vengan a protestar! La promesa del Donald J. Trump Ballroom, más grande que la propia Casa Blanca, verifica la creciente importancia de las políticas materiales, no discursivas. Si, como decía Churchill, la arquitectura forma al pueblo, la incipiente arquitectura trumpiana parece tener el objetivo de 'formar' al personal de la Casa Blanca en verdaderos 'party animals', a imitación del propio Trump, que se educó en los 80 en Studio 54, a ritmo de Village People, si no en una clase global de vasallos, bufones y cortesanas que acudirán a las opulentas fiestas del nuevo rey, desde los últimos confines del mundo.

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