La Alberca
Disculpen las mejoras
El cartel que ha puesto Óscar Puente en las estaciones de tren es el gran lema de la impostura política contemporánea
Los que votaron 'no'
Moreno de Tokio
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Iniciar sesiónCuando te bajas por fin del tren que se ha quedado dos horas parado en algún lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, el ministro Puente te recibe con un eslogan genial: «Disculpen las mejoras». El niño berreando por el calor ... al que la madre ha dejado a la intemperie del dodotis; el que da instrucciones por teléfono porque va a llegar tarde y, oiga, ya que estamos nos enteramos todos de cómo va la empresa y de que el tal Manolo es un inútil; el guiri que se abanica con una servilleta; la azafata que te cobra dos euros por una botellita de agua caliente mientras te pega el sol por el cristal del vagón sin aire acondicionado; la señora que pregunta a todo el que pasa con un traje azul qué es eso de la catenaria y cuándo arrancamos; la monitora del campamento juvenil que no sabe cómo templar las hormonas sudorosas de los adolescentes, Juan, que te estés quieto ya o le digo al revisor que te deje ahí en la vía; y el abuelo con andador que viaja solo porque su hijo le espera en la estación son mejoras indiscutibles, mejoras históricas, las mejoras del siglo. Que no sabemos apreciar el trabajazo que está haciendo el Gobierno. En un tris ha conseguido que los trenes más puntuales de la historia ya no lleguen nunca a su hora. ¿Usted sabe lo difícil que es eso?
«Disculpen las mejoras» es el gran lema de la política contemporánea. Es exactamente lo que ha pasado con los currículos, que se han puesto todos a mejorarlos por el camino más corto. Cuentan que la noche que ganó las elecciones, un personaje de moral distraída le confesó a su mujer: «Cariño, conmigo se acaba de demostrar que la democracia funciona porque, efectivamente, cualquier español puede ser presidente». El problema no es que no tengan un título universitario, es que lo convalidaron por el carné del partido. Las juventudes de los aparatos han especializado a muchos políticos en puñaladas, intrigas, maneras de medrar y control de las agrupaciones. Eso quita mucho tiempo. Por eso han llegado arriba con el currículum pelado y sin vida laboral, que es todavía peor. Sólo saben de politiqueo. Son unos hijos de sus siglas. Servidores públicos criados en invernaderos. Diputados de estero.
La vice Yolanda cree que los títulos universitarios son clasistas. Pero yo creo que lo clasista es su ignorancia, que nos aboca a los españoles a pagar unos servicios públicos en decadencia y nos hace víctimas de una desoladora degradación de valores como el sacrificio, la capacitación o el conocimiento. Estamos comprobando las consecuencias de los currículos inflados. Cuando la formación no importa y se pone al frente de las instituciones a amiguetes y conmilitones antes que a expertos, los trenes se paran y hay apagones. Por eso el cartelito que ha puesto el desahogadísimo ministro Óscar Puente en las estaciones se refiere exactamente a los arreglos de sus señorías en sus expedientes. A algunos ineptos se les ha ido tanto la mano en su biografía que no les ha quedado más remedio que reconocer que sus másteres son falsos ante los contribuyentes a los que dejan tirados: disculpen las mejoras.
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