perdigones de plata
Ahorrar
Un sabio en materia de hostelería y restauración ha dicho que «ahorrar no está de moda». Y tenía razón
Realquilados (14/4/23)
Caras largas (10/4/23)
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónProyectaron sus miradas una mezcla entre honda tristeza y pasmo total que jamás olvidaré. Me miraron como si les hubiese confesado que era robagallinas de madrugada, asaltaviejas nocturno, rabero de congestionado vagón de metro, asesor enchufado por un turbio concejal de una ciudad de tamaño ... medio, poeta barato encallado en el bucólico ripio de juego floral, asesino en serie o, todavía peor, adicto a la dieta de ayuno intermitente. Sus ojos expresaron algo así como «nuestro hijo ha fracasado, qué pena, y mira que lo intentamos…» Mi madre no lloró porque estaba curada de espanto, mi padre tampoco porque los hombres de su época no lloraban. Pero ganas no les faltaron. Cuando les deslicé que había pedido un crédito para comprarme un atiquito de 40 metros cuadrados sus semblantes adoptaron rictus fúnebre.
En casa nunca pidieron un préstamo porque se vivía del sueldo paterno y, cuando se ahorraba lo suficiente, se cambiaba el coche, se vacacionaba una semanita por ahí en un hotel modesto o se permitían algún extra. Todo esto lo recordé al escuchar de refilón las declaraciones de un sabio en materia de hostelería y restauración. «Ahorrar no está de moda«, dijo. Y tenía razón. ¿Ahorrar, para qué? En el tiempo de nuestros padres existía una fuerte ilusión hacia el ahorro. Se ahorraba por si las moscas, por si venían mal dadas, por si una grave enfermedad sacudía un miembro de la familia, por si estallaba una guerra, por si a lo mejor, algún día, se agenciaban una segunda residencia y por dejar algo de calderilla a los descendientes. Y también se ahorraba por mera prudencia, por simple decencia, por dignidad, por decoro y porque así eran las cosas. El ahorro serpenteaba en su torrente sanguíneo. Ahorraban por todo eso y más. Con nosotros esa cultura ahorrativa se terminó. Servidor y su entorno no ahorramos un pimiento y vivimos a salto de mata y sin red de seguridad. Del «que inventen ellos» hemos evolucionado al «que ahorren los otros». No sé, pero me huele que nuestros padres eran más inteligentes.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete