La magia del Café Gijón

«Encarnación Fernández fue el alma y vida del café », cuenta a ABC José Bárcena, camarero del Café Gijón desde 1974 que ahora ocupa también el cargo de relaciones públicas. «Fue la viuda de Benigno, el segundo dueño del café, y ella se relacionaba muy bien y logró traer a muchos personajes ilustres. Además hubo un camarero emblemático, Manolo, andaluz, que prestaba dinero a mucha gente, y se hizo muy popular. Fue quien le dejó dinero a Gracita Morales para que se pudiera casar», recuerda José algo melancólico. La mesa más próxima a la puerta era para la tertulia de los cómicos mientras que las dos últimas mesas al lado de las ventanas eran para la tertulia de los poetas , todos los días. «Allí se sentaba Gerardo Diego en un diván con 15-20 personas a su alrededor» y eran varios los poetas de la generación del 27 que se reunían en el café. Entre las muchas anécdotas que recuerda José Bárcena, se encuentra una protagonizada por Lorca y Dalí. «Federico, ayúdame a cazar moscas», decía Dalí. Luego las estampaba en un papel y hacía fantásticos bocetos «que no se los regalaba a nadie», matiza. Con la guerra civil muchos artistas y literatos partieron y otros se quedaron, como Buero Vallejo. Además de los artistas, estaban sus musas, «mujeres de toma pan y moja», se ríe el camarero, «se mezclaba el ingenio con la belleza y la creatividad».

«Durante años se dijo que era más prestigioso tener una silla en el Café Gijón que en la Real Academia Española», comenta a ABC Francisco Notario, de la dirección del establecimiento. El actual dueño, Gregorio Escamilla Saceda, compró el café en 1997, y aunque desde entonces ha llevado a cabo algunos cambios ha intentado preservar la magia del local. Fue fundado por el asturiano Gumersindo García en el número 21 del Paseo de Recoletos, quien en 1914 traspasó el negocio a un peluquero, Benigno López Jabato. Y su ya referida viuda Encarnación Fernández se hizo cargo del negocio hasta su muerte, en 1970, y con ella el café atrajo toda una célebre ilustre clientela. Unos años antes de su fallecimiento, en 1963, se llevó a cabo una una nueva reforma de ampliación, realizada por el arquitecto Francisco Inza. La novedad importante fue la incorporación de un restaurante en el sótano del local, « La Cripta Embrujada » obra que realizó forrando de madera de roble americano el sótano.

Con el paso de los años el Café Gijón no ha perdido su esplendor. Sigue existiendo el mismo bullicio y entre su clientela abunda el talento, el ingenio y la amistad . Aunque hay una diferencia, el humo de los cigarros, que ya no acompaña a las tertulias, algo que agradecen los 40 empleados que allí trabajan. Además ahora en la sala así como en el salón y en la Taberna Gijón que se comunica con el café, abundan los cuadros y los retratos realizados por el pintor José Márquez a muchos de los tertulianos habituales como los de Francisco Umbral, César González Ruano, Severo Ochoa, Raúl del Pozo, Francisco Rabal o Fernando Fernán Gómez . Este último creó el premio de novela corta Café Gijón, que se continúa convocando. Un galardón que fue gestionado por el propio Café Gijón pero desde 1989 se hace cargo el Ayuntamiento de Gijón. Por el café se citaron igualmente siempre muchos pintores, componentes de la Escuela de Vallecas, la Escuela de Madrid, como posteriormente lo haría los del grupo El Paso. Tras la Guerra Civil salió el primer movimiento literario de las mesas del Gijón por los componentes de Nueva Juventud Creador. Entre los cineastas que por allí han pasado, Álvaro de Luna.

A cualquier hora del día hay gente en el café, abierto de 7 de la mañana hasta las 2 de la madrugada, los 365 días del año. «Tenemos menús de desayuno, comida y cena muy asequibles» resalta Francisco Notario, «no es un local elitista sino que pretende ser punto de encuentro no solo de artistas sino también de madrileños y turistas», añade. Café Gijón mantiene su esencia aunque con unos toques más modernos. Entre las bebidas que más se consumen, el especial café Gijón y el capuccino . «El café que usamos es 100% Colombia y el que aquí se consume cuenta con una elaboración muy cuidada», revela la dirección.

La terraza es otro de los rincones emblemáticos del café, en pleno Paseo de Recoletos, en donde se conservan las sillas de hierro forjado originales y las mesas de mármol. Recientemente reformado, se celebran fiestas privadas, eventos, presentaciones y muchos ejecutivos acuden por la tarde, después del trabajo, a tomarse una copa. Y la última incorporación ha sido la taberna, creada en el 2003, con entrada por la calle Almirante. Un espacio pensado para un público que prefiera beber cerveza y comer unas tapas.

Hoy en día se sigue escribiendo la historia de este café, que tanta inspiración ha dado a muchos de los grandes genios de nuestro país. Una historia que se nutre del pasado y que como dicen sus propietarios, tendrá un futuro de gloria.