La renuncia de Botella desata la guerra por Madrid en el PP
La alcaldesa madrileña tira la toalla por el deseo de cerrar un ciclo y el desgaste de dos años y medio de críticas externas e internas
sara medialdea
«No me voy a presentar. Mariano. Hoy lo haré público». Ana Botella se entrevistó ayer por la mañana con el presidente Rajoy para decirle que el momento había llegado: iba a anunciar que no sería candidata a la Alcaldía de Madrid . La decisión ... no era nueva: ya se la había comunicado hace meses al jefe del Ejecutivo y presidente del PP, que le dio margen para que ella misma eligiera cuándo comunicarlo a los madrileños. Su anuncio abre en el PP una guerra abierta por ser cabeza de cartel a la Alcaldía de Madrid, la capital del Estado y la joya de la corona de las políticas del PP desde hace 24 años.
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Ana Botella ha tomado una decisión que dice «personal» y que su círculo más íntimo vincula a un largo proceso de reflexión realizado con su familia: sus hijos y su marido, el ex presidente José María Aznar. En su ánimo han pesado, sin duda, las «adversas circunstancias» –como ella misma las definió– que han rodeado sus dos años y medio de gobierno municipal: una situación de práctica quiebra cuando asumió el cargo, durísimas huelgas en servicios esenciales y una tragedia, la del Madrid Arena, que se saldó con cinco muertes.
«Fuego amigo»
Pero además de todo eso, Botella se ha resentido especialmente de las puñaladas recibidas desde dentro, el «fuego amigo». Una persona tal leal a la formación en la que milita desde antes que Aznar, incapaz de una palabra o un gesto público que pueda perjudicar a su partido, ha soportado mal las continuas filtraciones sobre encuestas y sondeos que apuntaban que con ella al frente de la lista del PP, el partido perdería la capital.
Botella llegó a la Alcaldía el 27 de diciembre de 2011, unos días después de que Alberto Ruiz-Gallardón dejara el cargo para ocupar el Ministerio de Justicia. Muchos le acusaban de haber llegado al sillón de alcaldesa por la puerta de atrás, sin contar con el apoyo de los votos –aunque su nombre figuraba en los tres primeros puestos de la lista popular desde los comicios municipales de 2003–.
El Ayuntamiento que recibió soportaba una situación económica ruinosa, incompatible con grandes inversiones con las que «lucir» gestión. Pese a lo cual, fue capaz de enderezar las cuentas y cuadrar los presupuestos sin los graves recortes que han sufrido otros ayuntamientos. No obstante, eso no le evitó las críticas, que arreciaban a medida que pasaban los meses. Y se hicieron especialmente duras tras la tragedia del Madrid Arena .
Como consecuencia de este suceso, la estabilidad municipal se tambaleó, hasta el punto de producirse cuatro cambios de gobierno en apenas cuatro meses. Ello le supuso un tremendo desgaste personal a Botella. Y las críticas arreciaron tras el fiasco olímpico de Madrid 2020 – su «relaxing cup of cafe con leche» le hizo rozar el ridículo–.
Muchas «novias»
La huelga del servicio de limpieza urbana, que llenó la ciudad de basura durante dos semanas y la situó en las portadas de los periódicos de medio mundo, fue otro frente que sus adversarios utilizaron para desgastarla, y algunos compañeros de partido para señalarla de nuevo como mala gestora. Ello, a pesar de que la fórmula que utilizó para acabar con el paro –la intervención de Tragsa– fuera luego tomada como modelo por otros muchos municipios.
En su partido, las turbulencias aumentaban a la vez que crecía el número de las personas interesadas en sustituirla, que se postulaban más o menos abiertamente para el cargo. Madrid es el bastión a defender: si se pierde la capital, se pierde el Gobierno Central. La ciudad se ha convertido en un termómetro que marca tendencias; los cambios que se producen aquí se ven luego consolidados en las elecciones generales.
Críticas a la gestión
De ahí que la caída de votos que los populares prevén en la capital –y que algunos quieren achacar exclusivamente a Botella, olvidándose de la crisis y sus consecuencias electorales– haya causado muchos sudores fríos entre los populares. Se han disparado las especulaciones –muchas veces, interesadas– sobre cuál sería la mejor opción. Una decisión que está en manos del presidente Mariano Rajoy y sus habitualmente sosegadas agendas.
Durante estos 33 meses, Botella se ha sentido sola en más de una ocasión; la opinión pública parecía darle la espalda y muchos en su partido guardaban un silencio cómplice ante las críticas a una gestión no excesivamente brillante. Parecía una invitación a marcharse.
Apoyo de Rajoy
Su espléndida relación con Rajoy, sin embargo, se ha traducido en gestos públicos, como el que tuvo el presidente cuando la arropó haciéndola volver en su avión de la fracasada expedición a Buenos Aires, a la búsqueda de los Juegos Olímpicos de 2020 . Todos sabían que, dijeran lo que dijeran las encuestas, Rajoy no la invitaría nunca a marcharse: dejaría que ella sola tomara la decisión.
«Ella nunca va a abrir una batalla que pueda dañar al PP»Mientras en tertulias y medios de comunicación se insistía en las quinielas para la Alcaldía de Madrid –que nombraban a varias políticas pero dejaban sistemáticamente fuera a Botella–, la regidora escuchaba, probablemente con amargura, cómo algunos dirigentes de su partido no la avalaban tampoco como candidata segura. «Lo ha hablado con su familia, y mucho; quiere abrir una nueva etapa en su vida. Se irá cuando acabe el mandato; ella nunca va a abrir una batalla que pueda dañar al PP», insistían sus más allegados.
Su paso al frente de ayer no es, dijo, una despedida, porque seguirá al frente de la Alcaldía los nueve meses que faltan hasta las elecciones. Pero es obvio que el foco se ha desplazado. Las maneras de Rajoy, que el lunes tras el Comité Ejecutivo Nacional del PP aparcaba el tema de las candidaturas a las municipales –el plazo, dijo, no acaba hasta abril de 2015– no ayuda a calmar el río revuelto en que se mueve actualmente la política madrileña.
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