Participaciones con números erróneos, corazonadas y lágrimas por la Lotería de Navidad

A la Asociación de Trasplantados y Enfermos Hepáticos de Euskadi «Renacer» también le ocurrió lo mismo este año. Repartieron entre sus asociados 13.000 euros en participaciones con el número 62202, cuando en realidad juegan con el 26202. «Es un problema que tiene solución, pero en 'Renacer 'están desolados», decía al diario El Correo un portavoz de la administración de lotería en la que se vende el número correcto. El remedio pasaba por «levantar un acta ante notario explicando que se ha invertido el orden de los dos primeros números en las participaciones impresas» y avisar a todos los compradores para evitar disgustos de última hora.

La historia de la Lotería de Navidad está jalonada de errores y de anécdotas para no olvidar, con números equivocados, bolas caídas o premios que no se cantaron. Dos días antes del Sorteo de Lotería de Navidad de 1949, un hombre se presentó en las oficinas de la Asociación Benéfica del Cuerpo de Correos solicitando con insistencia alguna participación del número 55666. Tenía la corazonada de que resultaría premiado con el Gordo y se había desplazado desde Málaga para adquirirlo, pero en la asociación ya no les quedaba ningún décimo. ¡Qué cara se le debió de quedar al pobre hombre aquel 22 de diciembre al comprobar que había acertado con su presentimiento!

Su desolación sería parecida a la de la mujer de Granada que creía que le había tocado el Gordo en 2016 y su alegría se truncó en la mayor desilusión de su vida cuando se enteró de que el número premiado era el 66513 y no el 66813 que ella había mostrado feliz a las cámaras de Canal Sur. Aquella confusión, grabada en vídeo, se hizo viral.

O al pesar de los jugadores que llevaban el número 45632 en 1954. Uno de los niños de San Ildefonso se equivocó al cantar el premio de Lotería de Navidad y no se llevaron los 7 millones y medio de pesetas que cantó el menor, sino tan «solo» 700.000 pesetas.

A Carolina Pellizo le ocurrió justo lo contrario en el accidentado sorteo de 1986. La niña cantó 25 millones para el número 03772... ¡en lugar de los 250 millones de pesetas del Gordo! Se dio cuenta de su error cuando se dirigía a la mesa. «Estaba muy nerviosa, pero ya no podía hacer nada», dijo después apenada.

Hasta las lágrimas llegó en 2014 otra de las niñas del colegio de San Ildefonso. Maguette Fall Diop se trabó al cantar un número y rompió a llorar, enterneciendo a los asistentes al sorteo, que la arroparon con sus aplausos.

Algunos aún se acuerdan de Maguette, pero seguro que todos recuerdan a Aya Ben Hamdouch . Con voz de soprano cantó en 2017 aquellas pedreas de «miiiil euros» que suscitaron los aplausos del público en el Teatro Real y al año siguiente, en el sorteo de 2018, cantó el Gordo junto a Carla García Villanueva. «¡Tú sí que vales, tú sí que vales!», le corearon algunos de los asistentes al sorteo, que a buen seguro confían en volver a verla de nuevo este 22 de diciembre.

Aquel fue un Gordo muy repartido. Hasta 46 provincias fueron agraciadas con el premio que por primera vez llegó hasta Zamora, Tarragona y Ávila. Melilla, sin embargo, se volvió a quedar fuera . Es el único lugar de España donde nunca ha caído el Gordo.

Vizcaya, por el contrario, fue el territorio más agraciado con el premio Gordo de la Lotería de Navidad, que dejó en la provincia unos 190 millones de euros. La mayoría de los décimos se repartieron en Guernica, en la taberna Alboka, a cuyo dueño, Javier Zarandona, la suerte le había esquivado el año anterior, cuando se quedó a apenasa un dígito del Gordo. « Piensas que el tren pasa y ya no vuelve, pero mira », decía emocionado.

En Granada, Juan Burgos, titular de la administración El gato negro, celebró su paternidad regando la ciudad con 4 millones. « Elisa ha venido con un Gordo bajo el brazo », constataba.

Unos meses después del sorteo, Belén Sánchez se tatuó un número , aunque no aquel 03347 que se llevó los 400.000 euros al décimo, sino el 21015, que resultó agraciado con el segundo premio de la Lotería de Navidad. Era el número que reunía la edad (21 años) con la que abrió su cafetería en Alicante y el día en que nació (15). Con aquel número, repartió 15 millones de euros entre 120 personas en una fecha que nunca olvidará. « Daría todo por volver a revivir ese momento. Fue el más grande de mi vida . Es una sensación indescriptible y ojalá todo el mundo pudiera vivirla alguna vez. Me tiré cuatro noches sin dormir solamente de pensar que con un número de mi pueblo, le había alegrado la vida a mucha gente», recuerda.

Otros, sin embargo, aún se lamentan. A cuatro de los 19 trabajadores de una fábrica de muelles y resortes de Paiporta, una localidad situada en el área metropolitana de Valencia, les pesó no haber comprado el décimo que desde hacía años encargaba la empresa. Tampoco lo llevaba el alcalde de Almansa, donde se repartieron 160 millones de euros, un monto ocho veces superior al presupuesto de todo el año del Ayuntamiento. Las lágrimas del 22 de diciembre no siempre son de alegría o de emoción. También las hay de rabia.