La UE abre una investigación por el espionaje de Orbán a sus funcionarios

El actual comisario húngaro era entonces el superior en Bruselas de los supuestos espías

La trama buscaba información sobre asuntos personales del entorno de Von der Leyen

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El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, con António Costa durante una reunión de la Comunidad Política Europea (CPE) en Copenhague efe

Enrique Serbeto y Rosalía Sánchez

Corresponsal en Bruselas

Se trata de un asunto tan escabroso que no hay precedentes en la política europea. La Comisión ha tenido que anunciar que abre una investigación formal para determinar si son ciertos los informes publicados por distintos medios de prensa que revelaban que el Gobierno del ... primer ministro húngaro, Viktor Orbán, desplegó agentes de inteligencia en Bruselas para recabar información sobre las instituciones de la UE e intentó incluso reclutar como espía a un funcionario comunitario.

Si esta parte del asunto podría considerarse como algo excepcional en política europea, causa aún más estupor saber que cuando estos hechos se produjeron, el responsable de la Embajada húngara en Bruselas era nada menos que Oliver Varenhiy, que actualmente es miembro de la Comisión, a cargo de la cartera de Sanidad. Si los datos y la implicación de este último se confirman, la estabilidad de toda la Comisión quedaría en entredicho.

El portavoz de la Comisión Balazs Ujvari (que, por cierto, también es de nacionalidad húngara) admitió en la rueda de prensa diaria que el Ejecutivo comunitario «se toma muy en serio estas acusaciones y mantenemos nuestro compromiso de proteger a los funcionarios y redes de la Comisión del espionaje ilícito».

La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha sido informada de este asunto, que le concierne directamente no solo por saber que Orbán habría estado recabando información confidencial sobre personas de su entorno, sino porque pone en una situación gravísima a todo su equipo, en caso de que se llegue a demostrar que Varheliy estaba también al corriente de estas actividades ilegales.

Investigación periodística

El asunto ha sido desvelado por una investigación conjunta de la revista alemana 'Der Spiegel', el diario belga 'De Tijd' y el húngaro 'Direkt36'. El trabajo periodístico ha revelado que agentes de inteligencia húngaros, disfrazados de diplomáticos adscritos a la Representación Permanente, intentaron infiltrarse en las instituciones de la UE. Todo ello sucedió mientras Várhelyi era embajador de Hungría en Bruselas y se supone que debía estar al corriente de estas actuaciones porque era el superior inmediato de esos espías.

Uno de los supuestos diplomáticos húngaros, que no ha sido identificado por los periodistas, estuvo destinado en la representación permanente de Hungría en Bruselas entre 2015 y 2017 como funcionario destinado en el departamento encargado de seguir la política de cohesión. En realidad trabajaba para el servicio de inteligencia exterior de Hungría, el Információs Hivatal (IH) con el objetivo de recolectar toda la información posible dentro de la institución comunitaria.

Este agente húngaro intentó además reclutar a varios funcionarios de la Comisión. Uno de ellos acabó revelando a sus superiores que estaba siendo objeto de peticiones extemporáneas por su parte. Según su versión, primero se reunían en un parque de Bruselas cada cierto tiempo, aparentemente con un objetivo puramente amistoso, hasta que poco a poco empezó a pedir información interna cada vez más concreta.

En especial llegó a interesarse por asuntos personales del círculo de la presidenta. Incluso le llegó a ofrecer un contrato específico para convertirse en agente del espionaje húngaro a cambio de dinero.

Por ahora, los portavoces oficiales de la Comisión han reconocido que van a crear «un grupo interno para investigar estas acusaciones», aunque, «por motivos de seguridad operativa» no está previsto que revelen más información.

Tensiones con Orbán

Más importante que la «seguridad operativa» será probablemente la cuestión política interna. La candidatura de Varheliy a comisario fue una de las más discutidas en el Parlamento Europeo por parte de los partidos de izquierda que querían castigar las posiciones nacionalistas y euroescépticas de Viktor Orbán. Esas tensiones no se han reducido sino que han aumentado y el primer ministro húngaro se ha convertido en el abanderado de todos los gobiernos que nadan contracorriente en Bruselas.

La mayor parte de las grandes decisiones estratégicas relacionadas con el apoyo a Ucrania y las sanciones a Rusia han chocado con los obstáculos que interpone Orbán. De hecho, la Comisión sigue sin desbloquear los fondos de recuperación que le corresponderían a Hungría porque Orbán se niega a cumplir varios de los requisitos políticos. Al revés, ahora mismo Orbán está intentando que la Eurocámara retire la inmunidad a dos dirigentes de la oposición a los que quiere llevar ante la Justicia por razones poco claras.

En estos momentos, un escándalo como este crea una situación extremadamente delicada que pone a la institución al borde del abismo, entre otras cosas porque legalmente no es posible destituir a un comisario si no es provocando la caída de la Comisión en su conjunto.

Las actividades de espionaje de diferentes potencias extranjeras no son extrañas en Bruselas. Se ha sabido entre otras cosas que Israel llegó a instalar micrófonos en una sala donde se reunía el Consejo Europeo; y se tiene el convencimiento de que China o Rusia espían activamente a las instituciones europeas. Hasta países pequeños como Qatar o Marruecos han desplegado operaciones para tener acceso a información privilegiada. Cuando Von der Leyen era ministra de Defensa en el Gobierno alemán también se supo que el teléfono de la entonces canciller Angela Merkel estaba siendo pinchado por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) norteamericana, algo que ella definió como «espionaje entre amigos» y calificó como «inaceptable».

No es difícil profetizar que este asunto va a envenenar la política europea aún más y que llegará un momento en el que se planteará abiertamente el futuro de un miembro concreto de la Comisión. Las leyes son claras en este sentido y si él mismo no plantea su dimisión, el asunto puede llevar inevitablemente hacia la caída de la Comisión en su conjunto, algo que solamente ha sucedido una vez en la historia de la UE.

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