Presidentes latinoamericanos sin condenar a Hamás, de perfil como con Ucrania

Esta vez el número de presidentes que han despreciado a las víctimas de la agresión ha sido menor que en el caso de la invasión de Ucrania, pero la actitud del más radical en sus manifestaciones, el presidente colombiano, Gustavo Petro, ha superado los límites de la decencia. Una carta firmada por todos los ministros de Exteriores colombianos desde 1991, bajo diferentes gobiernos, le ha criticado haber dañado seriamente el buen nombre de Colombia con opiniones personales impropias de un presidente, que «se separan de manera radical de la tradición del país por el respeto al derecho internacional y multilateralismo».

Cuando se conoció la masacre llevada a cabo por Hamás, el Ministerio de Exteriores emitió desde Bogotá un contundente comunicado de rechazo, en el que se decía que Colombia «condena con vehemencia el terrorismo en contra de civiles que ha ocurrido en la mañana de hoy en Israel». Petro obligó a borrar ese texto de las redes sociales y en su lugar él mismo escribió su propio mensaje: «Yo estuve en el campo de concentración de Auschwitz y ahora lo veo calcado en Gaza».

El exguerrillero evidenciaba el tradicional apoyo de la extrema izquierda a la violencia palestina dirigida contra Israel y obviaba que, si bien en el largo conflicto entre ambas partes cabe repartir acusaciones, la masacre del sábado llevaba una única firma. Además, comparar el holocausto de Auschwitz con la situación vivida hasta ahora en Gaza muestra una percepción muy distorsionada de lo que fue el exterminio nazi. Cuando después apareció una esvástica pintada en el muro de la embajada de Israel, hubo quien señaló a Petro por haber propiciado esa acción.

A pesar del amplio rechazo a sus declaraciones, Petro ha seguido con afirmaciones polémicas, como decir que Hamás fue creada por el Mosad, los servicios secretos israelíes. Su cuenta en la red social X se ha llenado de fotos de niños palestinos sufrientes, sin haber dado espacio a imágenes similares de las familias judías devastadas.

Ningún otro presidente latinoamericano ha llegado a esos extremos, pero varios han evitado utilizar el término «terrorismo» para referirse al asesinato de más de mil personas a manos de Hamás, o el de «terrorista» para calificar esa organización. En México, Andrés Manuel López Obrador condenó «el uso de la fuerza contra civiles», pero se amparó en la doctrina diplomática mexicana de no tomar partido, por más que ante la abominable matanza llevada a cabo por Hamás no cabe equidistancia. El comunicado de Exteriores fue algo más claro, al condenar «inequívocamente» los ataques e indicar que «ninguna causa justifica el recurso al terrorismo», pero el presidente no hizo suyos esos términos.

En Bolivia, la estridencia corrió a cargo del expresidente Evo Morales, quien indicó que el MAS, el partido gobernante, está del lado de Palestina. «Desde Bolivia condenamos las acciones imperialistas y coloniales del Gobierno sionista israelí», dijo. El Gobierno de Luis Arce no llegó a ese punto, pero evidenció simpatía por Hamás al reducir la masacre a «hechos violentos» e identificar esa organización con toda Palestina. Así, Exteriores expresó «su profunda preocupación ante los eventos violentos ocurridos en la Franja de Gaza entre Israel y Palestina».

En lo cómico cayó Nicolás Maduro, estrecho aliado de Irán, Hizbolá y Hamás, con las reflexiones que hizo en su programa de televisión, advirtiendo que en realidad Jesucristo fue palestino y que en su enfrentamiento contra el imperialismo fue crucificado por el Imperio Español (se supone que quería decir que fueron los romanos, pero se confundió de cliché).

En cambio, otros gobiernos que ante la invasión de Ucrania evitaron pronunciarse abiertamente contra Moscú, esta vez se ha solidarizado con las víctimas israelíes. Es el caso de Argentina, la nación latinoamericana con mayor número de desaparecidos en el ataque (una quincena). Los atentados antijudíos sufridos en Buenos Aires en 1992 y 1994, que supusieron la muerte de más de cien personas, y la migración de judíos argentinos hacia Israel a lo largo del tiempo establecen un especial nexo entre los dos países.

Llamativas han sido las declaraciones del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, que tiene ascendencia palestina. Indicó que lo mejor que «podría suceder sería la completa desaparición de Hamás». «Apoyar a Hamás sería equiparable a respaldar a la banda MS13 en El Salvador, simplemente por ascendencia o nacionalidad», afirmó.