El 'déjà vu' de Xi Jinping en Europa: callar las críticas con su mercado
Para aplacar las tensiones políticas y comerciales y que la Unión Europea no siga a pies juntillas a Estados Unidos, el presidente de China vuelve a prometer la quimera del mayor mercado del mundo
Xi Jinping llega a Francia: tensiones comerciales, manifestaciones y el fantasma de Putin de fondo
El presidente Xi Jinping y Macron, este lunes en París
Hace 60 años, en plena Guerra Fría, la Francia del general De Gaulle fue la primera potencia occidental en reconocer a la China comunista de Mao Zedong. Con dicha decisión, el Elíseo se desmarcaba de la línea diplomática impuesta por ... Estados Unidos y, con mucho ojo, fijaba una tendencia que luego seguiría la mayoría de países. Seis décadas después, y en medio de la Nueva Guerra Fría que enfrenta a EE.UU. y China, su presidente, Xi Jinping, intenta que Francia siga manteniendo esa misma autonomía política frente a Washington y, además, la extienda al resto de la Unión Europea.
Quizás por ese motivo, Xi aseguró que sentía un fuerte 'déjà vu' cuando el domingo puso el pie en el aeropuerto de Orly para empezar su tercera visita de Estado a Francia. Pero el recibimiento que se ha encontrado es muy distinto al de los dos viajes anteriores, que también tuvieron lugar para celebrar el establecimiento de relaciones diplomáticas: medio siglo en 2014 y 55 años en 2019.
Desde entonces, Xi no había vuelto a Europa y han ocurrido muchas cosas en estos cinco años. Para empezar, la pandemia del Covid que paró el planeta y mató a millones de personas, cuyo estallido en Wuhan aún está por aclarar por la falta de transparencia del autoritario régimen chino. Con la pandemia, nos pusimos la mascarilla, pero nos quitamos la careta.
Luego vino la guerra de Ucrania, que supone una amenaza existencial para Europa y en la que Rusia no podría seguir luchando, o le costaría muchísimo más, sin el apoyo de Pekín. Además de respaldo diplomático, China ha multiplicado sus compras de petróleo a Rusia y, saltándose las sanciones internacionales, le vende tecnología y equipamiento que puede ser usado tanto con fines civiles como militares.
A este panorama internacional tan revuelto se suman las habituales disputas comerciales entre la UE y China, esta vez a cuenta de los coches eléctricos. A la investigación de Bruselas por presuntos subsidios de Pekín a sus empresas, el régimen chino amenaza con aranceles al coñac galo, que tanto gusta a los ricos de ese país.
Para calmar estas tensiones económicas y políticas, Xi Jinping vuelve a recurrir a la quimera del mayor mercado del mundo, prometiendo más apertura para las compañías francesas y europeas si sus gobiernos no siguen a pies juntillas lo que diga una «tercera parte», léase la Casa Blanca. Silenciando críticas con dinero, este sí que es el auténtico 'déjà vu' de Xi Jinping en Europa. Como colofón, terminará su viaje al Viejo Continente visitando Serbia y Hungría, los dos países menos europeístas y más próximos a Rusia.