Irán responde con un ataque «débil y simbólico» a una base de EE.UU. en Qatar

Lo más sorprendente de todo es que, según contó Trump en su red Truth Social, el régimen de los ayatolás había avisado de este ataque. «Irán ha respondido a nuestra destrucción de sus instalaciones nucleares con una reacción muy débil (...) Me complace informar de que ningún estadounidense ha resultado herido y prácticamente no se han producido daños. Lo más importante es que han desahogado su odio y, con suerte, no habrá más odio. Quiero agradecer a Irán por avisarnos con antelación, lo que permitió que no se perdieran vidas y que nadie resultara herido», escribió el presidente de Estados Unidos.

Por este motivo, se congratuló de que «quizás Irán pueda avanzar hacia la paz y armonía en la región, y animaré a Israel a hacer lo mismo». Eufórico por esta supuesta represalia, que el Pentágono definió como «simbólica», Trump llegó a declarar: «Enhorabuena, mundo, es el momento de la paz».

El Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán explicó que «la base militar atacada fue seleccionada cuidadosamente para garantizar que estuviera alejada de las áreas urbanas y las poblaciones civiles de Qatar, y la operación se llevó a cabo de una manera diseñada para evitar poner en peligro a la gente y el territorio de Qatar«. Los sistemas de defensa del reino interceptaron los proyectiles, según los responsables de Defensa, que aseguraron que no hubo muertos ni heridos.

Los iraníes bautizaron la operación como 'Basharat al-Fath' (que se traduce del farsi como 'Anuncio de la Victoria'), y dijeron que fue «un éxito» y que sus misiles causaron un daño «devastador». Esta es la mayor instalación militar de Washington en la región y acoge a unos 10.000 soldados. Poco antes del ataque, las autoridades de Doha cerraron el espacio aéreo y el departamento de Estado instó a los estadounidenses en Qatar a resguardarse en sus hogares «por precaución», un mensaje que se interpretó como preludio del ataque iraní. 'The New York Times', citando fuentes oficiales de Doha, aseguró que hubo «coordinación» previa con Teherán para evitar daños personales.

El aviso previo no restó nerviosismo a los momentos del ataque. El cielo de Doha se iluminó como suele hacerlo el de Tel Aviv, la defensa antiaérea interceptó los proyectiles y las explosiones retumbaron en una ciudad que nunca había vivido algo parecido.

El presidente iraní, Masoud Pezeshkian, afirmó que «nosotros no empezamos guerras, ni las buscamos, sin embargo, no podemos dejar nunca sin respuesta una agresión a Irán».

La reacción al ataque de Estados Unidos recordó a la de 2020, cuando los iraníes respondieron al asesinato del general Suleimani lanzando misiles contra bases en Irak como Ain al Assad. En aquella operación lanzaron doce misiles, acabó con un centenar de militares estadounidenses heridos y sirvió para zanjar la deuda entre Teherán y Washington. No hubo ataques posteriores.

Qatar emitió un comunicado en el que condenó «enérgicamente el ataque perpetrado por la Guardia Revolucionaria Iraní contra la base aérea de Al Udeid. Consideramos que esto constituye una flagrante violación de la soberanía del Estado de Qatar, su espacio aéreo, el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas. Afirmamos que Qatar se reserva el derecho a responder».

Los Emiratos Árabes Unidos se sumaron a la condena por el ataque iraní contra su vecino del Golfo. En un primer momento se informó también de un posible ataque en Irak, pero finalmente los iraníes lo negaron.

El analista iraní Esfandyar Batmanghelidj escribió en su cuenta de X que «este ataque fue aún más orquestado que el de 2020. Si Trump es astuto, verá que Irán se está alejando de la escalada. Es hora de negociar».

Los iraníes quieren dar por zanjado el pulso con Estados Unidos porque no quieren que los estadounidenses se metan de lleno en el día a día de su guerra de desgaste contra Israel. La república islámica necesitaba realizar este ataque para no dar una imagen de extrema debilidad, pero lo tenía que hacer de forma medida para evitar una escalada total con Washington.

Trump clamó victoria tras los bombardeos del domingo y desde la Casa Blanca llegaron mensajes contradictorios sobre si buscan o no el cambio de régimen en Teherán. Benjamin Netanyahu lo tiene claro y aprieta cada día más parta desestabilizar al régimen islámico con un dominio total del espacio aéreo.

El ataque en Qatar llegó después de una jornada marcada por un nuevo intercambio de golpes entre Israel e Irán. El Estado judío despertó con las alarmas en el norte, centro y sur, y las decenas de misiles lanzados por Irán en diferentes tandas paralizaron totalmente la actividad durante 40 minutos. Los israelíes se metieron en los búnkeres hasta que acabó la alarma más larga registrada desde que el 13 de junio Netanyahu decidiera lanzar su ataque sorpresa. La respuesta llegó con un duro bombardeo sobre Teherán en el que 50 aviones lanzaron más de 100 ataques en apenas dos horas. Los hongos de humo gris se elevaron sobre el cielo de la capital de la república islámica, indefensa ante la superioridad aérea israelí.

El Ejército hebreo explicó que, entre los objetivos alcanzados, estuvieron la sede central del Basij, una fuerza de voluntarios bajo el paraguas del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, y la prisión de Evin, la famosa cárcel que alberga a presos políticos y donde se estima que hay también al menos veinte reos con pasaporte europeo, muchos de ellos de doble nacionalidad.

Los israelíes golpearon también en los accesos de la planta nuclear subterránea de Fordo, uno de los lugares alcanzados el domingo por Estados Unidos. Trump aseguró haber acabado con el programa nuclear, pero hay muchas dudas sobre el paradero del uranio enriquecido por los iraníes, que parece han guardado en alguna planta secreta para poder proseguir con sus actividades de enriquecimiento.