La inteligencia china persigue a los disidentes en Alemania

Después de ser fotografiados e identificados por los servicios de inteligencia china en Alemania, sus familias en Pekín, en la provincia de Sichuan y en la región de Guangxi han sido convocadas por las fuerzas de seguridad chinas en sus respectivos municipios. En uno de los casos visitada en su propia casa en las semanas siguientes a la visita de Estado. Durante estos contactos se produjeron amenazas y acusaciones de actividades «antichinas» en el extranjero.

«Se camuflaron entre los manifestantes», dice Hu Jiangquiao, que se trasladó a Berlín desde Heidelberg, donde realiza un doctorado en Física, «a mí no me tenían fichado, así que una mujer se me acercó y fingió querer conocerme, me preguntó mi nombre, mi dirección, me invitó a quedarme con ella en Berlín».

«Los reconocí, aunque se hacían pasar por turistas eran empleados de la Consejería de Educación de la Embajada», denuncia Su Yutong, refugiada en Alemania desde 2010 y cuya madre ha sido visitada después por agentes de la seguridad del Estado chino a principios de julio, «nos hicieron fotos que después sirvieron para identificarnos». Su hermano y su primo también han recibido la misma visita desde entonces. Es espionaje político, sin embargo, no alcanza ni de lejos el volumen del espionaje industrial y militar que China despliega sobre Alemania.

El servicio de contrainteligencia militar MAD, en su informe anual presentado ante el Bundestag, identifica a los servicios de inteligencia chinos, junto a los rusos, como los «actores de espionaje más activos» en el territorio nacional. Tras constatar que Alemania «está siendo vigilada aún más intensamente, ha recibido personal adicional y cuenta con 1.917 efectivos desde principios de este año. En el ámbito industrial, la contrainteligencia alemana ha advertido que la red de pequeñas y medianas empresas es especialmente vulnerable por su utilización de tecnología muy avanzada y por su apertura a estudiantes extranjeros que realizan los tradicionales estudios duales alemanes, en los que buena parte del aprendizaje tiene lugar en la empresa.

La ministra de Educación ha advertido recientemente sobre el riesgo de que los estudiantes chinos que llegan a universidades alemanas y participan en estos programas gracias a becas estatales chinas lleven a cabo labores de espionaje. «En la ciencia y la investigación, China se está convirtiendo cada vez más en un competidor y en un rival sistémico», ha dicho Bettina Stark-Watzinger, que se ha felicitado por la decisión de la Universidad Friedrich Alexander (FAU) de Baviera de dejar de aceptar desde el 1 de junio a estudiantes chinos que cuenten con ese tipo de financiación. La decisión ha afectado ya a más de una decena de estudiantes.

Según ha publicado la plataforma de investigación Correctiv, los beneficiarios de estas becas firman a cambio y obligatoriamente un juramento de lealtad al Estado chino. «La libertad de opinión y la libertad de investigación científica, ambas ancladas en la Ley Fundamental alemana, no pueden ser ejercidas plenamente por los becados de la CSC china, debido a las condiciones de sus becas», ha justificado legalmente la negativa.

Otros centros, como la Universidad de Erlange-Nuremberg, han optado por someter ciertos proyectos de investigación especialmente sensibles a cumplir con la normativa de control de exportaciones para vienes de doble uso militar y civil. Pero la hostilidad que Alemania puede mostrar hacia China es limitada, debido precisamente a los intereses de su industria. Gigantes empresariales como Volkswagen o Siemens tienen en marcha costosos planes de expansión que dependen del mercado chino y el momento crítico que atraviesan los pedidos industriales y las exportaciones no permiten prescindir del gigante asiático en las relaciones comerciales.