Finlandia entra en la OTAN tras decidir un giro político a la derecha

Como reacción a este anuncio, el Gobierno ruso expresó su intención de reforzar la capacidad militar a lo largo de la frontera con Finlandia, de más de 1.300 kilómetros. «En caso de despliegue de soldados y medios por parte de la OTAN en territorio finlandés, tomaremos otras medidas para garantizar la seguridad militar de Rusia», advirtió el ministro adjunto de Exteriores Alexander Gruchko, sacando al país nórdico de la euforia postelectoral para devolverlo a la cruda realidad de un escenario prebélico.

Quizá no haga falta más que esta nueva realidad, forzada por la invasión rusa de Ucrania, para justificar el cambio de gobierno que han demandado las urnas. Quizá sea suficiente para explicar la pregunta que devana los sesos de los analistas europeos: ¿por qué la admirada Sanna Marin ha sido retirada de la jefatura de Gobierno por el electorado? En los tiempos que corren, los finlandeses han preferido un perfil de «hombre sensato y yerno perfecto», como califica al conservador Petteri Orpo la profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Turku, Vesa Vares, a un perfil de «estrella de rock», expresión con la que se refiere a Marin.

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Para Gabriele Baumann, directora de la oficina de la Fundación Konrad Adenauer en Estocolmo, son sin embargo tres los factores que han determinado el resultado electoral. «Primero, Marin no logró mantener unida a la coalición. Ha habido grandes desavenencias con los Verdes y con el Partido del Centro, en particular en los temas de conservación de la naturaleza y silvicultura, muy relevantes en Finlandia con sus extensos bosques», comienza a enumerar. «En segundo lugar, la elevada deuda nacional preocupa a muchos finlandeses. Los conservadores prometieron políticas presupuestarias más estrictas durante la campaña electoral», dice; «y en tercer lugar, el alto coste de la vida y la energía en Finlandia ha sido un tema clave, además de la reforma de Marin, que ha centralizado el Sistema de Salud, con el resultado de que los finlandeses tienen que esperar aún más que antes para las citas médicas y las operaciones».

Aún así, las cosas no le fueron tan mal a Marin y su Partido Socialdemócrata ascendió hasta el 19,9 por ciento, desde el 17,7 por ciento de las anteriores elecciones, por lo que sigue siendo una candidata muy presentable para el futuro que le desean los socialdemócratas europeos, a los que encantaría poder contar con ella como candidata en las elecciones comunitarias de 2024. «Ella es más popular que su partido, es la política finlandesa más popular en Europa desde hace décadas», señala el politólogo finlandés Markku Jokisipilä en declaraciones a 'Tagesspiegel', que no olvida mencionar, sin embargo, su carácter polarizador. «Hay muchos fans, pero también mucha gente que la encuentra irritante, demasiado agresiva o demasiado izquierdista», aunque está de acuerdo en que es la imagen que busca Bruselas.

Pero es pronto para considerar su destino sellado porque Orpo tiene abierta la posibilidad de formar dos coaliciones: podría asociarse con la derecha populista de Los Finlandeses, o podría explorar una gran coalición con Marin, más centrada y que aportaría mayor estabilidad en tiempos convulsos.

El Partido de Centro, cuarta fuerza más votada pero con el peor resultado de su historia, ha decidido pasar a la oposición, según anunció ayer su líder Annika Saarikko, actual ministra de Finanzas, dificultad añadida para Orpo, que está dispuesto a hablar con todos y ha determinado que la conversación versará sobre economía. «Hay una cuestión clave para nosotros: todos los partidos que formen parte del próximo Gobierno deben comprometerse a reformar y arreglar nuestra economía», una directriz que apunta más a Los Finlandeses, con los que comparte sus planes de disciplina fiscal y recorte de gasto público, rebajando además la presión fiscal. «En Finlandia no hay partidos de extrema derecha», zanjó ayer, abriendo así la puerta del Gobierno a su líder, Riika Purra.