Españoles en la revolución de Bangladés: «La gente estaba harta del autoritarismo y la corrupción»

De vacaciones en este país, Guillermo y Jeanine son testigos de las protestas que han derrocado al Gobierno de la primera ministra Sheikh Hasina, huida a la India

Bangladés se sume en el caos tras la huida de la primera ministra

A Guillermo García Díaz-Ambrona y Jeanine Bello Gastón les pilló el momento álgido de la revolución en Bangladés viajando de vacaciones por este país ABC // Vídeo: EFE

A Guillermo y Jeanine, una pareja de Madrid, su pasión por conocer países distintos y menos globalizados le ha llevado a vivir una aventura que nunca olvidarán: presenciar una revolución. Ambos estaban de vacaciones en Bangladés cuando las protestas contra su Gobierno, ... que habían estallado en junio, se recrudecieron la semana pasada y acabaron derrocando a la primera ministra Sheikh Hasina, huida a la India.

«Ha sido como atravesar un puerto de montaña: si hubiéramos llegado antes, no habríamos podido entrar. Y si hubiéramos querido marcharnos después, no habríamos podido salir», explica por vídeollamada ya desde la India Guillermo García Díaz-Ambrona, consultor y profesor de Economía en la Universidad Complutense e Icade. Fascinado por el mundo emergente y sus conflictos, que le ha llevado a vivir en China y a viajar hasta Odesa en Ucrania, Guillermo planeó en mayo estas vacaciones junto a su pareja, Jeanine Bello Gastón, socia de un despacho de abogados. «Bangladés era la puerta de entrada a la India y, aunque pensamos en cancelar el viaje cuando empezaron las protestas, finalmente decidimos ir porque nos dijeron que los transportes, salvo los trenes, iban a estar operativos pese al toque de queda», nos cuenta Guillermo.

«Cuando llegamos el 28 de julio, se acababa de reactivar internet. Pero hacía falta una VPN (conexión a un servidor en el extranjero) para conectarse a redes sociales como Facebook y WhatsApp, que han sido cruciales para movilizar a los manifestantes», desgrana el profesor, quien destaca el liderazgo de los «nómadas digitales» en este movimiento. Testigo de excepción de la revuelta, ha presenciado protestas en Daca, Barisal y Tangail y comprobado «la efervescencia política que había contagiado a los bangladesíes». Tal y como nos detalla, «había un sentimiento de que se estaba haciendo historia, pero nadie pensaba que Hasina iba a huir porque tenía el apoyo de los militares, que son los que mejor viven en Bangladés».

Como únicos occidentales que se atrevían a pasear por las calles, esa agitación política la sintieron cuando los pocos manifestantes que hablaban inglés se les acercaban para preguntarles de dónde eran y contarles por qué estaban protestando. «Nos decían que la primera ministra Hasina pensaba que el país era suyo y podía hacer lo quería. Aunque la cuota para 'colocar' a sus seguidores de la Liga Awami como funcionarios públicos ha sido el desencadenante, la gente estaba harta de su autoritarismo y de la corrupción», detalla Guillermo. Entre estos abusos que colmaron la paciencia de los bangladesíes, destaca que «Hasina fuera a lamentar los daños en el metro cuando ya había más de 300 muertos en las protestas y el sobre con indemnizaciones que dio en televisión a las familias de las víctimas, cuyos rostros eran todo un poema».

A pesar de la tensión por las movilizaciones y la presencia policial y militar, solo sintieron miedo una vez, «en Tangail, cuando los tuk-tuks y los manifestantes delante de nosotros se dieron la vuelta y hubo una pequeña estampida mientras nos decían que no siguiéramos avanzando». Afortunadamente, todo se quedó en un susto, pero las protestas han dejado unos 400 muertos que, según creen ellos y la mayoría de los bangladesíes, son en realidad muchos más.

«Nos dicen que ha podido haber más de mil muertos», añade Jeanine, impresionada por la escalada de la revuelta desde su llegada. «El primer día no vimos tantas tanquetas, pero luego fueron aumentando su presencia, lo que indicaba que la situación estaba empeorando», cuenta la abogada, quien también pudo «revivir la sensación del confinamiento del Covid porque nadie salía a la calle tras el toque de queda».

TESTIGOS DE UNA REVOLUCIÓN Después de quince años de Gobierno, las protestas de los estudiantes en Bangladés han derrocado a la primera ministra Sheikh Hasina (imagen superior), quien huyó a la India el día que los manifestantes asaltaron el Parlamento (arriba a la izquierda). Una revolución que han presenciado los españoles Guillermo G. Díaz-Ambrona y Jeanine Bello Gastón, quienes estaban de vacaciones por el país y han sido testigos de este momento histórico lleno de tensión por la represión del Ejército (arriba a la derecha) NAJMUL NAHID / GUILLERMO G. DÍAZ-AMBRONA

Curiosamente, su hotel estaba a solo cien metros de la sede del partido de la oposición, que en ese momento no era más que un pasillo abandonado. «El último día, justo antes de la huida de Hasina, atravesamos Daca, que estaba desierta, y fuimos a ver el Parlamento, que luego fue asaltado por los manifestantes pese a que estaba rodeado de tanquetas militares y sacos terreros», narra Jeanine.

Contentos por la experiencia vivida, ella y Guillermo continúan su viaje recorriendo la India mientras envían felicitaciones por haber recuperado la libertad a los amigos bangladesíes que han conocido durante estos días tan intensos. «La gente tiene fe en su país porque hay jóvenes bien preparados y voluntad de cambio, pero también cunde cierto fatalismo porque no hay confianza en los políticos debido a la corrupción, por lo que todas las familias que pueden envían sus hijos al extranjero», analiza Guillermo junto a Jeanine desde su hotel en la India.

Con ambos como testigos de excepción, los más de 170 millones de bangladesíes abren un nuevo capítulo de su historia lleno de esperanza por la llegada de un Gobierno de transición liderado por el Nobel de la Paz Muhammad Yunus. Frente al nefasto autoritarismo de la exiliada Hasina, es todo un referente moral para sacar a Bangladés del pozo.

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