Un envejecido y agotado ejército de Ucrania acelera la preparación de soldados para frenar a Rusia

La media de edad es alta y la mayoría no ha usado nunca un lanzacohetes o ha tirado una granada, armas importantes para una guerra de trincheras

Un oasis con niños en mitad de la muerte y la destrucción del frente de Zaporiyia

Un soldado ucraniano con un lanzacohetes m. ayestaran

Mikel Ayestaran

Enviado especial a Konstantinivka (Ucrania)

«¿Armamento americano y europeo? Lo más práctico en esta guerra es el soviético porque con el resto siempre tenemos problemas de suministro. Con armas soviéticas sabemos que si nos quedamos sin munición siempre nos queda la opción de usar la que capturemos al ... enemigo», es la reflexión que hace el instructor militar principal de la Brigada 22 del ejército de Ucrania cuando le preguntan sobre el arsenal de sus fuerzas.

La guerra cumple dos años y Ucrania ha formado un ejército a marchas forzadas que ha crecido al amparo de un apoyo occidental que empieza a menguar en el momento más delicado. La ofensiva ucraniana del verano fue un fracaso que costó miles de vidas y no sirvió para ganar terreno, ahora los ucranianos están a la defensiva y aceleran la preparación de soldados que nunca han pisado el frente para intentar frenar los avances rusos, que en una semana han logrado hacerse con Avdiivka y Poltava. La línea del frente tiene más de mil kilómetros y se necesitan muchos hombres para defenderla.

Los campos de entrenamiento están a pocos kilómetros de las posiciones rusas, van cambiado las localizaciones para evitar los ataques con drones y se llega a través de caminos rurales impracticables por un barro negro en el que se hunden los más potentes todoterrenos. En un bosque perdido en mitad de las interminables llanuras del Donbass los hombres de la Brigada 22 reciben el «curso de preparación avanzada» que les abre las puertas de la primera línea de combate. La media de edad es alta y la mayoría no ha usado nunca un lanzacohetes o ha tirado una granada, armas importantes para una guerra de trincheras.

«Es mi segundo disparo con un RPG y quiero aprender rápido. Está claro que necesitamos munición, proyectiles para artillería, minas… pero también aviones y tanques», explica Tihonia, nombre de pila de un soldado de Dnipro que lleva un año en el ejército y a quien pronto le tocará fajarse con el enemigo en las trincheras. Las zanjas están cavadas en una tierra negra y húmeda y atraviesan los campos como cicatrices sin fin en las que los soldados son diminutas hormigas que apenas asoman las cabezas.

Al comienzo de la guerra los ucranianos se alistaban voluntarios para defender a su país, pero con el paso de los meses cada vez más gente hace todo lo posible por evitar empuñar el fusil y se esconden en sus casas o buscan la forma de pagar sobornos. Las autoridades planean un cambio de ley para movilizar a nuevos reclutas y se enfrentan a un problema de edad ya que el promedio de un soldado en el ejército hoy es de 43 años, según la información a la que tuvo acceso la revista 'Time'. Un promedio diez años mayor al que había en marzo de 2022, un mes después de estallar la guerra. Consultado al respecto, un colaborador del presidente Volodimir Zelenski confesó a 'Time' que «son hombres adultos y algunos no muy sanos (…) Esto es Ucrania, no Escandinavia«.

Con el paso de los meses cada vez más gente hace todo lo posible por evitar empuñar el fusil y se esconden en sus casas o buscan la forma de pagar sobornos

Secreto sobre bajas

Lanzacohetes, fusiles y munición de origen ruso a estrenar. Todo bien empaquetado y transportado directamente al frente. Los soldados prueban las armas, se meten por primera vez en una trinchera para aprender a moverse y lanzar granadas al enemigo, practican operaciones de asalto y también aprenden a evacuar a compañeros. La cifra de muertos y heridos es secreto de Estado, pero fuentes de inteligencia occidentales la elevan a 500.000.

«La situación empeora cada vez más, cada vez es más difícil y parece que no vamos a tener suficientes fuerzas para aguantar la siguiente etapa, pero lo conseguimos. De algún modo, encontramos las fuerzas y seguimos adelante porque no hay otra opción. Intento entrenar al mayor número posible de soldados y espero que cada vez sea más eficaz esta práctica porque ayuda a salvar vidas», explica el responsable de las evacuaciones, un paramédico que lleva un año en el ejército.

«La situación empeora cada vez más, cada vez es más difícil y parece que no vamos a tener suficientes fuerzas para aguantar la siguiente etapa, pero lo conseguimos«

Paramédico que lleva un año en el ejército ucraniano

La primera atención, en la trinchera, la realizan los propios compañeros, pero luego, para la evacuación «necesitamos quads de tracción total, rápidos, pequeños y compactos. También es urgente que lleguen camillas especiales porque prácticamente en cada salida perdemos este material y no podemos reponerlo», explica el instructor.

El cielo ruge con los bombardeos que llegan desde Chasiv Yar, localidad que puede convertirse en la próxima Avdiivka y que los rusos tienen en su punto de mira por su posición estratégica que les daría acceso a Konstantinivka. El gris plomizo del invierno del Donbass ha dejado paso a un azul preocupante porque facilita el trabajo de los drones. Los soldados se afanan en aprender rápido el manejo de armas, los instructores tienen un ojo en ellos y otro en el cielo ante el temor de unos aparatos que se han convertido en la peor pesadilla de los ucranianos.

Diana con la imagen de Vladímir Putin m. ayestaran

El entrenamiento dura cuatro horas y lo repetirán al menos en tres ocasiones. A estos soldados les tocará luego obedecer órdenes y sumarse a la línea de defensa que Ucrania trata de reforzar para frenar al enemigo a la espera de la llegada de más armas y municiones que les permitan soñar con una contraofensiva. Es un momento clave para probar la fidelidad de los aliados de Kiev y los ucranianos lo saben. Como la ayuda militar tarde mucho, no quedarán soldados suficientes para poder empuñar ese armamento.

El ejercicio final es una práctica de tiro. Los hombres cargan los Kalashnikovs bala a bala. Lo hacen con cariño, con esmero. Rodilla a tierra, fusil al hombro, ojo en el punto de mira y en las dianas… una fotografía de Vladímir Putin.

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