El 10% de los empleados de la Unrwa en Gaza tienen lazos con Hamás, según la Inteligencia israelí

Según esas informaciones, a las que han tenido acceso varios medios estadounidenses, los trabajadores de la ONU participaron en actividades de la máxima gravedad: desde el ataque a uno de los kibutz que fueron objetivo de Hamás, hasta el secuestro de una mujer o el transporte de munición.

Este fin de semana, la ONU anunció el despido fulminante de esos empleados palestinos implicados en la masacre de cerca de 1.200 personas en territorio de Israel, además del secuestro de unos 240 rehenes. También se supo que EE.UU. suspendió su financiación de la Unrwa a la espera de que se lleve a cabo una investigación que aclare lo ocurrido y determine responsabilidades, una decisión a la que el lunes por la noche se habían sumado 17 aliados occidentales (España no está entre ellos).

La mayoría de los empleados denunciados trabajaban como profesores en alguno de los centenares de centros educativos operados por Unrwa en Gaza. Uno de ellos, profesor de árabe, es considerado por la Inteligencia israelí un comandante de Hamás y tomó parte en el ataque al kibutz Be'eri, donde murieron 97 personas y otras 26 fueron secuestradas. Otro, un asesor escolar de Jan Yunis, en el sur de la Franja, está acusado, junto con su hijo, de secuestrar a una mujer en territorio israelí.

Tres empleados -incluido otro profesor- recibieron mensajes de texto de Hamás para que se armaran y acudieran a puntos de encuentro cerca del límite con territorio israelí la noche anterior al ataque. Otro profesor transportó un misil antitanque también la noche previa a la masacre. Un maestro de primaria cruzó la frontera con Israel y acudió el día de los ataques a Reim, un distrito en el que los objetivos fueron un kibutz, una base militar y un festival de música, donde hubo muertos y secuestrados. A un trabajador social de Unrwa se le acusa de llevarse el cadáver de un soldado israelí a Gaza, además de coordinar la distribución de camiones y municiones para el ataque. Este último es uno de los dos empleados de la agencia de la ONU a los que se da por fallecidos.

Desde algunos sectores de Israel y de EE.UU. se acusa desde hace décadas a la Unrwa de estar en la órbita de Hamás, sobre todo desde que la organización terrorista se hizo con el poder en Gaza en 2007.

La Unrwa fue creada por la ONU en 1949 para atender a los refugiados palestinos de la guerra de 1948 y en la actualidad proporciona servicios y ayuda humanitaria a cerca de seis millones de refugiados palestinos repartidos por varios países de Oriente Próximo, además de Gaza y Cisjordania.

Dentro de su labor educativa, esos sectores israelíes y estadounidenses han defendido que los profesores fomentan la ideología radical islámica y el odio a Israel y que la labor de la Unrwa entorpece que los refugiados se integren en los países en los que están. Donald Trump ya suspendió su ayuda a la Unrwa como presidente de EE.UU. y su sucesor, Joe Biden, la recuperó en 2021 tras llegar a la Casa Blanca.

La Unrwa emplea a unas 30.000 personas en la región, incluidas cerca de 13.000 en Gaza. El dosier compartido con EE.UU. asegura que el 10% de los empleados en Gaza -y el 23% de los que son hombres- tienen lazos con Hamás u otro grupo terrorista islámico, Yihad Islámica. Además, el 49% de los empleados tiene parientes cercanos que son miembros de uno de los dos grupos.

«El problema de la Unrwa no es que haya unas cuantas 'manzanas podridas' implicadas en la masacre del 7 de octubre», aseguró un alto cargo israelí a 'The Wall Street Journal'. «La institución en sí misma es un santuario para la ideología radical de Hamás», criticó.

La ONU ha iniciado una investigación interna, pero busca de forma desesperada contener la crisis y convencer a los países para que mantengan la financiación a la Unrwa.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, aseguró durante el fin de semana que estaba «horrorizado por las acusaciones» y este lunes tenía previsto reunirse con representantes de los principales países donantes a la Unrwa.

«La labor humanitaria en toda la región necesita que siga recibiendo apoyo, de ello depende la vida de muchas personas», defendió ayer desde la sede en Nueva York de la ONU su portavoz, Stéphane Dujarric. «Para cuando acabe febrero se habrá acabado la financiación de la Unrwa», advirtió Dujarric sobre la posibilidad de que los donantes no cambien de opinión.