El desertor de Wagner que quiere volver a Rusia

Cruzó cercas de alambre de púas, evadió una patrulla fronteriza con perros, escuchó a los guardias rusos disparar mientras corría por el bosque con las balas silbando a su alrededor y logró atravesar el río congelado, algunos tramos arrastrándose a cuatro patas sobre el hielo y otras incluso nadando con los brazos y las piernas completamente entumecidos.

Una vez en suelo noruego, se entregó él mismo a la policía. El excomandante del grupo Wagner Andrei Medvedev solicitó después asilo en Noruega a cambio de su testimonio, considerado valioso para los juicios que en el futuro tendrán lugar seguramente sobre todo lo ocurrido en Ucrania.

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Javier Ansorena

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Lo último que sabíamos de él es que estaba mirando hacia el futuro, aprendiendo noruego mientras se tramitaba su solicitud de asilo y con ganas de, una vez terminado el papeleo, poder empezar a trabajar. Se encontraba bien instalado en la vivienda de protección social que se le había asignado y su integración como refugiado parecía avanzar adecuadamente. La historia parecía haber tenido un final feliz y los periodistas archivaban su número de teléfono para cuando se escribiese el epílogo, su posible declaración ante el Tribunal Penal Internacional.

Pero tras prestar declaración y grabar también ese testimonio en varios vídeos que han sido difundidos a través de las redes sociales, asegura ahora que lo único que quiere es volver a casa, a pesar de que es consciente de que ese viaje de vuelta puede representar un riesgo para su vida. Se siente, dice, como «una especie de niño pequeño en medio de un gran juego» del que ya no quiere formar parte. En Noruega no tiene amigos. Echa de menos a los suyos, la vida rusa y la comida rusa. Los meses de invierno nórdico se le han hecho demasiado largos y quiere hacer el petate. «Recientemente he decidido que estoy listo para regresar a la Federación Rusa. Me he puesto en contacto con la embajada rusa en Oslo para pedir ayuda, para empezar a organizar mi regreso», confirma el propio Medvedev, e insiste en que ha tomado esta decisión por su cuenta y sin presiones externas.

En el momento de su deserción, Medvedev dijo que buscaba asilo en Noruega porque temía por su vida después de presenciar el asesinato y el maltrato de prisioneros rusos reclutados por el grupo mercenario para luchar en Ucrania. Ahora afirma que está dispuesto a entregar documentos que cree que ayudarán a facilitar su regreso, pero prefiere no dar detalles. «Esperaba poder encontrar paz y calma aquí, poder dejar atrás toda la política, la guerra, el ejército, pero de alguna manera no pude arreglármelas para conseguirlo», expresa su frustración y su resignación, sin mostrar excesiva preocupación por las consecuencias: «bueno, veremos qué sucede cuando llegue a Rusia. Si me matan, vale, está bien. Si no, pues muchas gracias. Si vivo libre, todavía más gracias».