El arzobispo de Milán define a Berlusconi en su funeral como un «hombre de vida, de amor y alegría»

Unas 2.300 personas llenaron la catedral de la capital lombarda, con la asistencia del presidente de la República, Sergio Mattarella, la primera ministra Giorgia Meloni, el Gobierno prácticamente en pleno, los presidentes de la Cámara de diputados y del Senado, su amigo de un tiempo con el que formó el primer Gobierno, Umberto Bossi, fundador de la Liga Norte, y numerosos líderes políticos. También estuvieron presentes los ex primeros ministros Mario Draghi, Mario Monti y Matteo Renzi, el jefe del Gobierno húngaro Viktor Orbán, el emir de Qatar, Hamad Al Thani, y el presidente de Irak, Abdul Latif Rashid.

Giorgia Meloni, Matteo Salvini, líder de la Liga, y Antonio Tajani, cofundador y coordinador general de Forza Italia, fueron los únicos líderes del partido admitidos en la capilla ardiente, en forma privada, en Villa San Martino, la mansión de Berlusconi en Arcore (Milán). Los familiares de Silvio Berlusconi ocuparon las primeras filas a la derecha de la nave central del Duomo, mientras que en el lado opuesto estuvieron personalidades institucionales y políticas. En la primera fila, estuvo su compañera desde marzo del 2020, la diputada Marta Fascina (Berlusconi la llamaba «mi mujer»), en lágrimas por momentos, junto a los cinco hijos del fundador de Forza Italia y su hermano. Inmediatamente detrás, en un banco yernos y nueras, y su segunda esposa, Veronica Lario, madre de tres de sus cinco hijos, de la que se divorció de forma tormentosa. Su primera esposa, Carla Elvira dall'Oglio, madre de sus dos primeros hijos, lo recordó así en un mensaje: «Querido Silvio, fuiste un gran hombre y un padre extraordinario para nuestros hijos. Siempre recordaré la belleza de los años que pasamos juntos».

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Ángel Gómez Fuentes

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Sin duda, el momento culmen del funeral fue la homilía del arzobispo Delpini, muy querido y popular en su archidiócesis.

Había gran expectación por las palabras que podía dedicar a Berlusconi. Sin concesión a la retórica y de forma muy eficaz ha resaltado de forma genérica la existencia plena don diversas fases, con excesos y contradicciones: «Viviendo y anhelando una vida que nunca termina y teniendo coraje y confiando y creyendo que siempre hay una salida incluso del valle más oscuro. Vivir y no eludir los desafíos, los contrastes, los insultos, las críticas, y seguir sonriendo, desafiando, oponiendo, riéndose de los insultos. Vivir y sentir que se agotan las fuerzas, vivir y sufrir el declive y seguir sonriendo, intentar, volver a intentar una forma de vivir».

De igual forma, y con el mismo estilo el arzobispo Delpini ha hecho referencia al hombre político y empresario: «Cuando un hombre es un hombre de negocios, entonces trata de hacer negocios. Por lo tanto, tiene clientes y competidores. Tiene momentos de éxito y momentos de fracaso. Se aventura en empresas arriesgadas. Mira los números. No puede confiar demasiado en los demás y sabe que los demás no confían demasiado en él. Es un hombre de negocios y tiene que hacer negocios«.

Finalmente, el arzobispo ha hecho la fotografía del hombre político: «Cuando un hombre es político, entonces trata de ganar. Tiene partidarios y opositores. Hay quienes lo alaban y quienes no pueden soportarlo. Un político es siempre partidista. Cuando un hombre es un personaje, siempre está en el escenario. Tiene admiradores y detractores. Tiene quienes la aplauden y quienes la odian. Silvio Berlusconi -subrayó Delpini- fue sin duda un político, sin duda un hombre de negocios, sin duda fue una figura en el candelero de la fama«. El arzobispo concluyó así su homilía: «En este momento de despedida y oración, ¿qué podemos decir de Silvio Berlusconi? Era un hombre: un deseo de vida, un deseo de amor, un deseo de alegría. Esto es lo que puedo decir sobre Silvio Berlusconi. Es un hombre y ahora se encuentra con Dios». Fue muy aplaudida la homilía, con gestos de aprobación de los familiares, que también aplaudieron.

En la plaza del Duomo, a cierta distancia de la catedral, siguieron el funeral entre fuertes medidas de seguridad, unas 15.000 personas, con muchas banderas de tifosi del Milan, que corearon así a su presidente más amado: «Un presidente, solo hay un presidente« y »Berlusconi, uno de nosotros«. Cabe destacar la ausencia del exprimer ministro, Giuseppe Conte, líder del Movimiento 5 Estrellas, una ausencia criticada por muchos. El exsenador del Partido Democrático, Carlo Cotarelli, ha recordado que en junio de 1984 Giorgio Almirante, fundador del Movimiento Social Italiano, partido fascista, visitó la capilla ardiente de Enrico Berlinguer, líder del Partido Comunista Italiano, siendo recibido por dos altos dirigentes comunistas del PCI. El economista Cotarelli considera que «todos los líderes de la oposición debían ir al funeral. Es una cuestión de respeto humano». Así lo entendió la líder del Parido Democrático (PD), Elly Schlein, que sí asistió al funeral. Especial división ha creado la proclamación del luto nacional, con banderas que odean a media asta. Aunque la mayoría de los italianos, también desde la izquierda, estima que «no debería haber sido materia de polémica». Así lo declaró el exprimer ministro y exlíder del PD, Massimo D'Dalema: «Berlusconi fue un adversario, pero un hombre capaz también de suscitar admiración e incluso simpatía desde el punto de vista humano».

Tras el funeral de Estado, el féretro fue llevado de nuevo a la capilla familiar de Arcore, donde en el pasado se celebraron los funerales de su madre y su hermana. La capilla contiene las cenizas de los padres y la hermana de Berlusconi. También el cuerpo de Il Cavaliere será incinerado en un crematorio en la provincia de Alessandria. La urna con sus cenizas será colocada en el panteón familiar que se hizo construir en su Villa de Arcore.