La muerte de Berlusconi consolida la 'era Meloni' en la derecha italiana

Silvio Berlusconi falleció a las 9,30 de la mañana de ayer, en el hospital San Rafael de Milán, donde había ingresado el pasado viernes, tres semanas después de que hubiera sido dado de alta, tras una larga hospitalización a causa de una neumonía y una forma de leucemia que padecía desde hace más de un año.

La capilla ardiente será privada en su residencia de Arcore en Milán. Estaba prevista en la sede milanesa de Mediaset, grupo que él fundó. Pero por motivos de orden público la capilla estará en su Villa San Martino (Arcore). El funeral de Estado por Berlusconi, que era senador, se celebrará el miércoles en la Catedral de Milán, con la asistencia del presidente de la República, Sergio Matarella. Será también luto nacional.

Silvio Berlusconi luchó hasta el final. Una característica fundamental de 'Il Cavaliere' fue sus dotes de comunicación, siendo el primer político italiano que utilizó como nadie incluso el lenguaje del cuerpo. Ni siquiera le importó exponer su fragilidad humana ante los ojos del país, cuando ya estaba extenuado por la leucemia y veía cercano su final. Se explica así que su última aparición pública fuera en un video grabado en el hospital San Rafael el 7 de mayo, dirigiendo un mensaje a la Convención de su partido.

Con tono casi mesiánico, consideró a los militantes de su partido «los santos laicos de los italianos. Forza Italia es para nosotros como una religión laica, la 'religión de la libertad'». Entonces dejó claro que lucharía hasta el final: «Estaré con vosotros, con el mismo entusiasmo y compromiso que en 1994 [año en que descendió al ruedo político], porque el futuro pertenece a nuestras ideas, el futuro debe garantizarnos la verdadera y completa libertad».

Ese coraje de Berlusconi, luchador hasta el final, es destacado en las reacciones de todo el arco parlamentario, comenzando por la primera ministra, Giorgia Meloni, llamada a recoger en gran medida la herencia política del exprimer ministro, por su condición hoy de indiscutible líder de la derecha italiana.

Meloni recordó así a su socio de coalición: «Silvio Berlusconi era ante todo un luchador. Era un hombre que no tenía miedo de defender aquello en lo que creía. Fue ese coraje y esa determinación lo que le convirtieron en uno de los hombres más influyentes de la historia de Italia, lo que le permitió realizar un verdadero cambio en el mundo de la política, de la comunicación, en el mundo de la empresa. Con él, Italia aprendió que nunca debe dejarse que le impongan límites. Aprendió que nunca debe darse por vencida. Con él , nosotros hemos luchado, ganado, perdido muchas batallas. Y por él también llevaremos a casa los objetivos que, juntos , nos habíamos dado. Adiós Silvio».

Desde que fundó el grupo Fininvest en 1975, muchas han sido las iniciativas políticas y empresariales de Silvio Berlusconi. Pero seguramente su gran hazaña ha sido la de lograr que la mayoría de los italianos se identificaran con él. De ahí que se hablara del «fenómeno Berlusconi».

'Il Cavaliere' ha sido un genial vendedor de sí mismo, proponiéndose como un personaje representativo de la sociedad italiana, con sus virtudes y defectos, es decir, un auténtico 'architaliano'. El italiano medio, sobre todo, se identificó con él y admiró al personaje que encarnaba Berlusconi: un empresario de éxito, hecho a sí mismo, que partiendo casi de la nada ha creado un imperio mediático, con una fortuna de casi 7.000 millones de euros, según 'Forbes'.

Un embajador occidental explicaba así el singular «fenómeno Berlusconi»: «En Italia nadie quiere ser un Agnelli (Gianni Agnelli, conocido como 'l'Avvocato'), pero todos quisieran ser Berlusconi». 'Il Cavaliere' se movió siempre sin escrúpulos en todos los terrenos, contó con los mejores abogados para enfrentarse a diversos escándalos y una treintena de procesos, destacando el conocido como «bunga bunga», relacionado con sus festines con jóvenes.

Su muerte ha tenido enorme repercusión no solo en Italia, sino en todo el mundo, porque el magnate Berlusconi era uno de los políticos más longevos y con más años de actividad en primera línea, en todo el mundo occidental. En cierta forma, su muerte implica hoy a todos los italianos.

Así lo destaca el exprimer ministro, Enrico Letta, exlíder del Partido Democrático: «Es un momento que involucra a todos. Berlusconi hizo la historia de nuestro país. Su fallecimiento marca uno de esos momentos en los que todos, cercanos o lejanos a sus decisiones, se sienten involucrados».

Innumerables han sido las reacciones, desde el Papa al presidente Mattarella, incluso del presidente ruso, Vladímir Putin, su amigo durante muchos años. «Berlusconi fue un gran líder político que marcó la historia de nuestra República, incidiendo en paradigmas, usos y lenguajes», escribe el Presidente de la República Sergio Mattarella.

En una nota, el papa Francisco expresó «cercanía» a la familia de Berlusconi por la «pérdida de un protagonista de la vida política italiana». Hoy todos despiden al exprimer ministro con un gran respeto político, como reflejan estas palabras de la líder del Partido Democrático, Elly Schlein: «Siempre hemos sido adversarios pero en este momento queda el gran respeto que se le debe a un protagonista de la vida política de este país».

La gran pregunta que hoy se hace todo el mundo es cuál será el futuro del imperio económico que creó Berlusconi y quién se hará cargo de su herencia política. Ese gran interrogante comenzará a despejarse después del luto, dentro de unas semanas o meses. Una gran protagonista, porque supervisará todo este proceso, será la primogénita del 'Cavaliere' y la preferida entre sus cinco hijos, presidenta de Fininvest y del grupo editorial Mondadori.

Hasta ahora, nadie se atrevió a decirlo públicamente en el partido, pero ahora ya se dice abiertamente que «con el fallecimiento de Berlusconi, muere también Forza Italia». El veterano senador exdemocristiano, Pierferdinando Casini, tiene claro su futuro: «Una joven de la derecha se ha hecho cargo de la herencia de Berlusconi. El centro derecha hoy es Giorgia Meloni».