Los otros Saint-Denis de Europa

La catástrofe ocurrida en la final de la Champions ha resucitado el debate sobre las 'no-go areas', zonas al margen de la ley, suburbios de las grandes capitales donde confluyen mafias, inmigrantes irregulares y tráficantes de drogas

Manifestaciónpor el derecho a la vivienda en el barrio parisino AFP

Los altercados en el distrito parisino de Saint-Denis siguen causando asombro tanto por la falta de previsión de la gendarmería francesa como por la elección de un barrio conflictivo como sede de la final de la Champions League. Pero en Europa hay otros ... Saint-Denis, de Lisboa a Berlín.

París: Vandalismo y tráfico de entradas

Para los especialistas de la seguridad suburbana, en general, y de la 'banlieue' parisina, la gran crisis y vandalismo de la histórica final de la Champions, en el Estadio de Francia, en Saint-Denis, es un modelo de catástrofes pasadas y venideras.

El estadio se encuentra en la capital del departamento 93, Seine-Saint-Denis, uno de los más peligrosos de la nación, donde también está la basílica donde están enterrados todos los Reyes de Francia. Matthieu Valet, portavoz oficial del Syndicat Indépendant des Commissaires de Police (SICP), tiene una visión negra y pesimista de la crisis de la final de la Champions: «Las fuerzas del orden, policías, gendarmes y antidisturbios, no habían visto nunca nada parecido. El gran espectáculo internacional fue una oportunidad excepcional para las bandas de vándalos que viven en todo el departamento. Entre 300 y 400 vándalos entraron a saco: para esa gentuza, la multitud pacífica era una oportunidad para robar. Era como 'ir de compras', sin pagar, agrediendo físicamente para robar un reloj, una cartera, una entrada».

A juicio de Valet, en la crisis de la final de la Champions se confundieron varios problemas superpuestos, que pueden volver a repetirse: «Hubo un problema de tráfico de entradas falsas o robadas. Llama la atención la eficacia de los nuevos delincuentes, que también saben manejar los ordenadores. Pero el problema de fondo fue el vandalismo. Entre el centenar de detenidos, lo que abunda es una gentuza de ladrones, traficantes y miembros de bandas que están en guerra permanente, entre ellas y contra las fuerzas del orden: una cuestión que se ha agravado los últimos años».

Lisboa: El depauperado barrio de Chelas

Chelas emerge, sin duda, como uno de los barrios más conflictivos de Lisboa, especialmente la conocida como Zona J. Es el rincón donde, hace unos días, asesinaron a un cantante de fados, prueba palpable de que la lucha por la supervivencia desemboca en consecuencias funestas un día sí y otro también.

Entre Olaias y Olivais, a medio camino del aeropuerto en el Metropolitano, se alzan áridos bloques de pisos frente a un campo de fútbol que alberga cada dos años el macrofestival Rock en Río. Estamos en la 'no-go Zone' por excelencia de la capital portuguesa, jalonada por cuestas que echan chispas al son del sofocante calor.

En una comisaría colindante con Marvila, esa área de almacenes industriales que se recicla a toda velocidad, trabaja Nuno Mendes (nombre ficticio que tapa la verdadera identidad de un agente de policía temeroso de las huestes locales). Sus palabras resultan significativas: «Todo este entorno exige tomar precauciones en caso de aventurarse a caminar por sus calles».

Su ronda al atardecer no deja de mostrarle escenas desagradables cuando vigila los alrededores. Por eso, esboza una sonrisa irónica si le mencionan lo que ocurrió en Saint-Denis. «Bueno, esas cosas (y otras peores) las vemos aquí constantemente», dice a este diario. Y le viene a la mente la agresión contra un compañero en Chelas. Al filo de las doce de la noche de un sábado cualquiera, comenzaron a oírse disparos contra la comisaría.

Salían de una casa y los transeúntes que circulaban en ese momento creían estar viviendo una película de ambientes sórdidos, propia de Van Damme por su violencia. Unos policías se lanzaron inmediatamente a la caza y no tardaron en identificar a cuatro veinteañeros que acumulaban varias escopetas y vivían por allí.

No es, evidentemente, la única zona a evitar en Lisboa, pues igualmente destaca el Barrio Primero de Mayo, ubicado en Penha de França, más allá de Graça. Y tampoco puede olvidarse el triángulo formado por Cacém, Río de Mouro y Algueirao. Porque la antesala de la mágica Sintra encierra lugares donde mejor no adentrarse.

Berlin: Kreuzberg, drogas y delincuencia

Un hombre árabe vende droga en la boca del metro de Kottbusser Tor, en el berlinés barrio de Kreuzberg, mientras una pareja de policías mira hacia otro lado a unos cien metros de distancia. «Solo intervienen si hay peleas o se arma follón», explica Ahmed Kablawi, gerente de software de 40 años que regenta un establecimiento en la manzana.

El Senado de Berlín intenta intervenir en la zona, que los berlineses apodan 'Kotti', y en la que se han registrado más de 1.300 delitos en los dos últimos meses, de manera que, después de siete años de deliberaciones, ha adjudicado una pasarela elevada, que perteneció en su día a un centro comercial, en el puente del New Kreuzberg Center (NZK), para la instalación de una nueva comisaría de policía dedicada exclusivamente a estas calles, proyecto bautizado en el barrio como 'Kotti Guard'.

A las numerosas reuniones informativas con vecinos, comerciantes, propietarios y policía han asistido también conocidos capos de la droga, que curiosamente no son los que se han opuesto a la nueva presencia policial. La resistencia la plantean los drogadictos y los vecinos. «Este barrio es un vergel en el que no reina la hipocresía y en el que disfrutamos de libertad, pero ahora quieren echarnos de aquí», se queja un consumidor habitual que prefiere no dar su nombre. Kablawi asiente con la cabeza: «He vivido aquí durante 20 años. Antes, la policía ni siquiera pasaba cuando había robos, pero ahora quieren que todo sea más seguro por los turistas, que traen el dinero».

«No me importa la Kotti Guard», insiste, «pero deberían montarla más abajo, en la plaza en Kottbusser Tor, y no aquí arriba, justo al lado del Café Kotti, que reúne a gente alternativa y de izquierda». «Al final del día quiero relajarme aquí con mis colegas. ¿Cómo vamos a luchar contra el sistema sentados al lado de la policía?», apunta uno de sus amigos sobre el componente ideológico de la zona de excepción, que no puede ser considerada estrictamente una 'no-go area' pero es lo más parecido a ello que puede encontrarse en la capital alemana.

Marie Schubenz, portavoz del consejo de inquilinos del barrio, lo ve de manera similar y recuerda que hay prioridades sociales. «Antes de instalar una comisaría es más urgente instalar baños públicos, porque las personas sin hogar y dependientes usan la escalera de la NKZ como baño». Schubenz teme que la nueva presencia policial «cambie el barrio» y se queja de que la senadora regional de Interior, «siempre dice que no quiere expulsar a nadie, pero si construye la guardia aquí, va a cambiar el lugar enormemente».

Un adicto iraquí, de 39 años, al que le faltan algunos dientes y vive atormentado, asegura que «no va a servir de nada». «En Moritzplatz, se vende entre las dos y las seis de la madrugada, por allí pasa todo el mundo», insiste. «La policía lo sabe y sólo los drogadictos son perseguidos, no los traficantes. ¿Quiere conocer una 'no-go area'? Vaya a la cárcel, allí las mismas familias que venden fuera colocan cada gramo a 50 euros».

Otras zonas de este tipo en Alemania están más demarcadas por factores socioeconómicos. El distrito de Marxloh, en Duisburg, es uno de los más pobres del país, con un 16% de paro y un 64% de vecinos de origen extranjero. El sindicato de la policía apunta también a Huchting en Bremen, Neuperlach Süd en Múnich, o Reichsbahnausbesserungswerk en Berlín, «pero no pueden considerarse 'no-go areas'», subraya un portavoz. En estas zonas aumentan los ataques a agentes de policía, especialmente peligrosos en Colonia, Neumünster y Wuppertal.

De Roma a Nápoles: Suburbios con riesgo

En Italia no existen las llamadas 'no-go zones', o zonas prohibidas propiamente dichas, pero sí hay «suburbios con riesgo» donde no deben adentrarse los turistas, como informó en una audiencia parlamentaria Franco Gabrielli, exjefe de la policía y en la actualidad director general de la Seguridad Pública. En algunos casos se trata de barrios periféricos con bandas latinas; en otros, hay una fuerte presencia de inmigrantes africanos. Al menos hay una docena de suburbios en grandes ciudades que se deben evitar a toda costa . Los barrios con mayor riesgo señalados por Franco Gabrielli se ubican en Palermo y Catania (Sicilia), Milán, Roma, Nápoles y Turín.

Sobre las causas de la criminalidad en esos suburbios, Pietro Di Lorenzo, secretario provincial de Turín del Sindicato de policía Siap, advierte: «Los problemas actuales de algunos barrios de Turín y todas las ciudades italianas derivan de la falta de certeza de la pena y de la incapacidad para combatir la inmigración ilegal masiva. Aspectos que se amplifican en las zonas más populares ya asoladas por el paro y la pobreza».

Tradicionalmente se ha considerado a Librino, en las afueras de Catania (Sicilia), como el barrio más peligroso de Italia. Constituye un auténtico bastión del tráfico de drogas y de armas, robos y asesinatos, hasta el punto de ser llamado 'la cuna del crimen siciliano'. También en la capital de Sicilia, Palermo, se destaca el barrio conocido como Zen (Zona de Expansión Norte), donde reina la miseria social. Aquí hay una de las tasas de abandono escolar más altas de Italia, con un 75% de niños que dejan de estudiar, siendo la delincuencia el destino más frecuente. Muchas construcciones son abusivas y prácticamente todo el barrio está conectado ilegalmente a la red eléctrica. El barrio Zen es un enclave casi autárquico, hasta el punto de que hay gente que, durante años, no sale del barrio, una zona donde es fácil por unas monedas reclutar a jóvenes para vender la droga en las plazas.

En Milán, capital económica del país y de la región de Lombardía, algunos barrios son conocidos con nombres significativos como el Bronx o Barbon City, apelativo que se da al barrio Quarto Oggiaro, en el noroeste de Milán, donde viven unas 50.000 personas. Con una deserción escolar que ha alcanzado el 30%, el barrio se ha caracterizado por la participación de menores en el tráfico de drogas. En Quarto Oggiaro y otros barrios como Lambrate, Mecenate, y Scalo Romano hicieron furor bandas de jóvenes latinos, según Franco Gabrielli, «protagonistas de delitos de robos y peleas», cuyo objetivo es conquistar el dominio del territorio para controlar su tráfico criminal.

En Roma los barrios con mayor riesgo son San Basilio, Tor Sapienza, Tor Bella Monaca y Collatino. En particular Franco Gabrielli destacó Tor Bella Monaca: «Residen 40.000 personas, con una fuerte presencia de inmigrantes marroquíes, tunecinos, nigerianos e indios. La ocupación ilegal, tráfico de drogas y la delincuencia juvenil están a la orden del día en estas zonas».

En Nápoles, donde hay una densidad de población muy alta, el mayor riesgo se identifican en algunas áreas centrales (Forcella, Sanità y Traiano), y sobre todo en los barrios periféricos (Scampia, Ponticelli y Secondigliano), donde grupos de la Camorra están fuertemente arraigados y controlan el territorio, haciendo uso también de bandas juveniles.

En numerosos barrios, donde hasta hace poco no se podía poner un pie por temor a la delincuencia, están surgiendo asociaciones que se manifiestan al grito de «otro futuro es posible». Por ejemplo, los organizadores de una reciente marcha en el barrio romano de Tor Bella Monaca declararon: «Queremos el derecho a una existencia libre de la opresión de las mafias, un presente en el que el hogar, la escuela y el trabajo sean derechos tangibles».

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