Guennadi Chizhikov: «Europa evita las situaciones incómodas con dinero o concesiones»
El presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Ucrania reflexiona sobre la guerra y los ocho años de invasión de Rusia
Guerra Ucrania - Rusia, en directo
Guennadi Chizhikov, durante la entrevista con ABC
A Guennadi Chizhikov (Donestsk, 1964), p residente de la Cámara de Comercio e Industria de Ucrania , Rusia ya le ha destruido tres casas. La primera vez fue hace ocho años, cuando las milicias prorrusas atacaron el Donbass dejando su domicilio de Donetsk ... en medio de combates; la segunda en Shurova, cerca de Slaviansk. «Lanzaron dos bombas cerca de mi domicilio. Después los soldados rusos saquearon todo lo que había dentro». La última fue en febrero, cuando se refugió con su familia en un pueblo a 40 kilómetros de Kiev que terminó siendo ocupado por las tropas rusas. «En sólo dos días los rusos tomaron el control de la localidad, los ataques y los bombardeos eran tan intensos que no nos pudimos mover del sótano durante una semana. Un día una bomba cayó a 200 metros de nuestra casa, los restos de metralla se incrustaron en los muros y decidimos, junto a algunos vecinos, montar un convoy de vehículos hacia la carretera principal que afortunamente me permitió poner a mi familia a salvo». Su suerte, sin embargo, no rebaja un ápice de frustración. «Me han destruido tres casas y me han robado. ¿Qué se supone que debo decir a mis hijos? ¿Que confíen en Rusia? Putin ha destruido las relaciones entre dos naciones al menos por dos generaciones».
«Me han destruido tres casas y me han robado. ¿Qué se supone que debo decir a mis hijos? ¿Que confíen en Rusia? Putin ha destruido las relaciones entre dos naciones al menos por dos generaciones»
Chizhikov regresó a Kiev para gestionar desde la Cámara de Comercio la ingente crisis que implica la invasión rusa y también las alianzas internacionales, cada vez más impacientes ante una crisis que se alarga generando una crisis económica mundial que amenaza con expandir el fantasma del hambre por todo el planeta. «Los europeos me llaman y me dicen ‘Guennadi, por favor, ya estamos cansados, buscad una solución para parar la guerra. ¿No podríais entregar parte del territorio, por ejemplo». Yo les respondo: ‘¿Parar, qué? Nosotros no podemos parar la mentalidad de toda Rusia, porque el problema no es sólo Putin, él ha transformado a la población en los últimos 20 años. Consideramos a Rusia como nuestros abuelos consideraban a Alemania en los años 40, un Estado fascista».
El economista comprende bien por qué surgen dudas, aunque no justifica que Occidente caiga en la trampa. «Rusia siempre ha trabajado muy bien la propaganda», explica. «Los avances históricos deberían ir encaminados a buscar mejores condiciones de vida y mayor moralidad. Europa encarnó durante una época la moralidad, pero tras la II Guerra Mundial se acostumbró a la comodidad y combate cualquier tipo de incomodidad con dinero o concesiones. Ha olvidado las lecciones de la II Guerra Mundial, por eso cree que funcionaría decirle a ‘Putin, por favor, toma un poco de Ucrania y nos olvidamos de todo’», lamenta. «Europa no entiende que el problema es mucho más grave. En 2000, Putin ya creó un problema en Moldavia [fomentando la autonomía de Transnistria ] iniciando una tendencia: iniciar crisis que nunca resuelve, como un mal cirujano que no sutura bien y provoca que la herida se infecte. Crearon un problema en Moldovia, en Azerbayán y Armenia, luego en Georgia, en 2014 en Ucrania con Crimea y Donbass, y ahora en todo el país. Por eso le pregunto a mis colegas europeos, ¿qué final esperáis?»
«Europa encarnó durante una época la moralidad, pero tras la II Guerra Mundial se acostumbró a la comodidad y combate cualquier tipo de incomodidad con dinero o concesiones»
En las paredes de su despacho, fotografías con los presidentes ucranianos hablan de su larga influencia como gestor. «En el mundo de los negocios, tenemos algo llamado gestión de riesgos. Antes de hacer negocios con alguien, hay que mirar su historial. Es aplicable a Putin: desde el punto de vista empresarial se ha convertido en un agente impredecible y es necesario deshacernos progresivamente de nuestra dependencia hacia él. Sin embargo, Europa reaccionó todos esos años a la inversa: comprándole más. Cuanto peor se comportaba, más le compraba», continúa. «Europa pone su interés por encima de la moralidad y eso implica un problema de supervivencia. Comprobó que el vecino ruso es problemático y ha tenido 20 años para buscar fuentes alternativas de gas, pero es demasiado cómodo seguir comprándole gas a Rusia . Europa pretende pagar por soluciones, por eso pregunto a mis amigos europeos ¿cuándo vais a parar de negociar con Rusia? ¿Cuando Ucrania sea ocupada? ¿Cuando los Bálticos sean ocupados? ¿Cuando Polonia sea ocupada? ¿Cuándo vais a poner la moralidad por encima de vuestras necesidades inmediatas? Para mí, es la única ecuación posible».
Ocho años de invasión
Chizhikov sabe bien de qué habla porque, a diferencia de Occidente, lleva padeciendo la invasión desde hace ocho años. «La guerra empezó en 2014 aunque pocos lo consideraban una guerra. Yo nací en Donetsk y solía visitar a mi familia cada fin de semana. A principios de 2013 comencé a ver en las calles rostros desconocidos que hablaba con un acento extraño y vestían con un estilo que no es propio de la zona. Era obvio que venían a provocar problemas. Un par de meses después, el mundo olvidó cómo había empezado y por eso caló en el exterior el discurso de Rusia sobre una ‘guerra civil’ ucraniana. ¿Qué guerra civil? Fue una operación rusa de desestabilización», lamenta.
El economista urge a Europa a abrir los ojos, a abandonar cualquier tentación de realizar concesiones y a apostar por la integración de Ucrania en la UE para salvar la crisis alimenticia provocada por Moscú. «Ucrania siempre fue el granero de Europa, y queríamos convertirnos en el supermercado del mundo no sólo cultivando sino procesando lo cultivado. Somos e l principal productor mundial de aceite de girasol controlando el 52% de las exportaciones, ocupamos el cuarto puesto mundial en el sector agrícola por producción de grano, exportamos 45 millones de toneladas de granos porque producimos cinco veces más de lo que consumimos. El 65% de nuestras exportaciones sale a través de los puertos: cada mes, 4,5 millones de trigo y otros cereales salen de nuestros puertos y eso hace a otros países dependientes de Ucrania, como Egipto, Indonesia, Bangladesh, Yemen, Marruecos…»
«Los precios del pan se han incrementado entre un 20 y un 30%, cientos de millones de personas pueden enfrentarse a una hambruna según la ONU»
Sin embargo, «Rusia ha cortado las exportaciones vitales para saciar el hambre mundial. Los precios del pan se han incrementado entre un 20 y un 30%, cientos de millones de personas pueden enfrentarse a una hambruna según la ONU. Intentamos sacar el grano mediante nuestra frontera terrestre occidental pero no es posible. En nuestros depósitos se almacenan 2,5 millones de toneladas de aceite. En abril pudimos mover con camiones o trenes como máximo un 2%. Imagine la cantidad de meses y de camiones que necesitamos. La logística europea no está preparada para semejante volumen de carga por carretera desde Ucrania».
A eso se suma la próxima cosecha, a recolectar en dos meses, no tan voluminosa como las previas a causa de la guerra «pero predecimos que cosecharemos el 70 o 75% de la producción anterior y nosotros no la necesitamos. El problema es que nuestros depósitos de grano ya están llenos y no les podemos dar salida. ¿Dónde se supone que debemos almacenar la nueva producción?», se interroga.
Parte de la UE
«Ucrania va a seguir siendo vital para la agricultura, y la UE debe pensar en cómo ayudar a Ucrania, con la construcción de nuevas carreteras y vías férreas compatibles que faciliten el transporte de mercancías. Hay que comenzar a invertir en ello cuanto antes. Necesitamos un sistema de aduanas más ágil que eviten esperas de tres y cuatro días para los camiones de carga y nuevos sistemas que integren los productos ucranianos. Pero sobre todo, para motivar a la producción ucraniana, es necesario integrarnos en la Unión Europea. ¿Por qué estamos luchando? Por el futuro de la Unión Europea, porque nos sentimos parte de la UE, y eso puede ser positivo para la UE. Demostramos ser un país dispuesto a combatir por ideales comunes, a morir por la democracia europea y a defender el territorio europeo de un vecino impredecible. Además, si integramos nuestra capacidad productiva con la europea juntos podemos ser el agente internacional más importante del mundo porque abasteceremos de pan al mundo».