Carmen de Carlos - En eje
El turrón
Trump, de despedida, le sacude con sanciones a la Nicaragua de Daniel Ortega y Rosario Murillo y a lo que queda de la Cuba de los Castro, donde ahora resiste Miguel Díaz-Canel
Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel, en una sesión de la Asamblea Nacional cubana
A Boris Johnson se le acaba el tiempo. El de oxigenar el Brexit , el de su complicidad con Trump y el del nuevo Covid, la mala cepa que echa raíces en la isla, ahora más sola y aislada de lo que ... imaginó nunca. El inglés se va comer el turrón en Downing Street, pero las navidades ya las tiene atragantadas.
Los británicos corren a llenar la despensa como si el mundo se fuera a acabar (al menos ese de la abundancia de la UE que conocían) y amagan con un éxodo para cruzar al continente. Por tierra, el túnel bloqueado, por aire, los aeropuertos cerrados, y por mar, las fronteras líquidas hechas bloque compacto.
En un abrir y cerrar de ojos, al viejo imperio le está cambiando la vida de forma más traumática que a sus vecinos, y el futuro prometido a lo American First se le hace más un presente tipo sálvese quien pueda. En eso o algo parecido está Donald Trump antes de abandonar la Casa Blanca. De despedida y cierre, le sacude con sanciones a la Nicaragua de Daniel Ortega y Rosario Murillo y a lo que queda de la Cuba de los Castro , donde ahora resiste Miguel Díaz-Canel .
A la isla le da donde más duele, en el turismo, por medio de tres empresas con hoteles, supermercados y actividad aduanera (son militares); y al matrimonio más horrible y cruel del continente, con sanciones a sus cómplices o principales cabezas, imprescindibles para reincidir en sus torturas, asesinatos y espolio: Ramiro Aguilar vicepresidente de la Corte Suprema, Fidel de Jesús Domínguez , comandante de la Policía de León, y el diputado Antonio Gutiérrez son los agraciados con la lotería de sanciones de Trump.
Los Ortega, mientras, acusan de «golpistas» a los opositores y les prohíben presentarse a las elecciones. Justo lo contrario de lo que sucede en Perú , que, con 23 aspirantes a la Presidencia, bate su propio récord de candidatos desde su independencia en 1821. Y eso, antes de que les den las uvas.