Un carácter con efectos tóxicos

La indecisión y el temperamento en ocasiones «brutal» con sus colegas son lastres en la imagen del líder laborista, sobrado de tenacidad y experiencia

Un carácter con efectos tóxicos

A muchos políticos les define la ideología; en ocasiones la ausencia de ella. Lo definitorio de Gordon Brown es su carácter, la ausencia de un carácter equilibrado y sólido. Falta de seguridad en sí mismo, indecisión en momentos cruciales, obsesión por superar su vulnerabilidad: es ... lo que la política británica ha diagnosticado como las «fallas psicológicas» de Brown.

También es tenaz y constante, de gran intelecto y capacidad analítica. Estas cualidades positivas le hacen una «bestia» de la política. Las negativas lo convierten en alguien conspiratorio, brutal con quienes se interponen en sus aspiraciones, hasta el punto de que algunos quitarían las últimas comillas.

Brown (Kirkcaldy, Escocia, 1951) brilló de la mano de Tony Blair. Durante sus diez años como canciller del Tesoro, Brown apareció como el gestor del «boom» económico y financiero (luego se ha visto que también fue responsable de la crisis), mientras que la toxicidad de su personalidad se concentró en la relación con Blair. Cuando éste se marchó en 2007, empujado por el impaciente Brown y sus hombres, lo que quedó ante la opinión pública, sin el parapeto del «ilusionista» Blair, fue el Brown completo.

Cuando aún duraba el «matrimonio», como lo definía Blair, éste aceptó sufrir el acoso de su «número dos» por sentido de culpabilidad por adelantarse en el liderazgo laborista en 1994. Pero tras las sucesión, el resto de ministros han soportado con dificultad la personalidad del «premier» y en varias ocasiones han estado a punto de despeñarlo.

Durante diez años, Brown fijó sus posiciones siempre cinco grados a la izquierda de Blair, para diferenciarse y ganarse el alma del partido. Cuando faltó ese punto de referencia, Brown se quedó sin norte, aunque es cierto que tiene una mayor inclinación al igualitarismo fruto de la influencia de su padre, pastor presbiteriano.

Miedo al fracaso

Generalmente se atribuye el origen de su carácter al accidente que tuvo jugando al rugby a los 16 años, tras salir de la casa parroquial en la que vivía y marchar a la Universidad de Edimburgo. Quedó privado para siempre de la visión en el ojo izquierdo. «Esto le llevó a ser más determinado y a tener más prisa, por el miedo a perder toda la visión», ha dicho su hermano. Fue un golpe para su autoconfianza. Su pavor al fracaso le llevó a flaquear en sus primeros intentos de lograr un escaño en el Parlamento como candidato laborista, partido al que se afilió a los 18 años, pero para el que ya había colaborado repartiendo propaganda cuando aún llevaba pantalones cortos.

Cuando lo logró en 1983, compartió despacho parlamentario con Blair y ahí nació su relación. Portavoz económico del partido desde 1988, la muerte prematura en 1994 del entonces líder, John Smith, le dejó en situación de optar al liderazgo. De nuevo su indecisión permitió que se le adelantara Blair, con quien compartía el proyecto modernizador del Nuevo Laborismo.

GORDON BROWN _ Candidato laborista

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