Erdogán, tras la estela de Putin
El recién elegido nuevo presidente turco emula al líder ruso y cambia de cargo para esquivar la limitación de mandatos. Sus detractores lo acusan de seguir la misma senda autoritaria
Erdogán, tras la estela de Putin
Con su contundente triunfo electoral en las primeras elecciones presidenciales turcas, Recep Tayyip Erdogán , completa un paso más en su singladura hacia el control absoluto del estado. Un proceso de concentración del poder en su figura y de radicalización de sus postulados en el ... que muchos creen ver semejanzas con el experimentado en Rusia con Vladímir Putin . Analistas como Marién Durán Cenit no dudan en hablar ya de una «putinización de Erdogán».
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El viaje al autoritarismo islamista que el hasta ahora primer ministro parece a punto de completar comienza en 2002, cuando su Partido de la Justicia y el Desarrollo alcanza la mayoría absoluta en el Parlamento turco. Pero será a partir de su último triunfo en las generales de 2011 cuando, amparado por su éxito electoral, Erdogán se lance a embridar al Ejército, la institución dominante y garante del legado de laicismo de Ataturk, y se embarque en la procelosa aventura de una renovación de la Constitución aprobada tras el golpe de estado de 1980.
Portazo de la UE
Es por estas fechas también cuando Erdogán abandona su perfil de moderado bien visto por occidente y comienza a deslizarse por la pendiente de la intolerancia islamista. Como Putin en Rusia, Erdogán empieza a mostrarse como un tradicionalista de tintes ultraconservadores. Desde círculos oficiales se denuncia como malos musulmanes a quienes consumen alcohol, se censuran los modos de vida de la juventud occidentalizada de Turquía y se lanzan mensajes que invaden la intimidad de los ciudadanos tales como el que exhorta a las parejas a tener al menos tres hijos o los que censuran las muestras de afecto en público. Muchas voces atribuyen el cambio de actitud de Erdogán al portazo de la Unión Europea a la adhesión de Turquía. Tras el rechazo de Merkel y Sarkozy, Ankara da por congeladas sus perspectivas de ingreso en la UE y el primer ministro acelera en su viaje hacia el extremo y el monopolio del poder, un viaje en el que no tendrá reparos en censurar las redes sociales digitales y medios de comunicación tradicionales.
Como en Rusia, también en Turquía surgieron protestas callejeras contra el Gobierno. En la primavera de 2013, las manifestaciones contra el proyecto de reforma de la plaza Taksim se convierten en el catalizador del creciente malestar de un amplio sector de una sociedad cada vez más polarizada por el viraje al confesionalismo de la fuerza política dominante. La respuesta oficial será una fiera represión policial que no hace sino incrementar la tensión en las calles turcas. La más elocuente expresión del divorcio entre Erdogán y gran parte de la sociedad será la imagen de uno de sus asesores pateando un manifestante tras el trágico accidente que le costó la vida a más de trescientos mineros en Soma.
Los comicios de ayer son el último paso en la emulación de Erdogán a Putin. Como el líder ruso, el turco cambia de cargo para esquivar el límite de mandatos que le impedía mantenerse como primer ministro. Putin hizo el trayecto a la inversa. Se convirtió en primer ministro para después poder ser de nuevo presidente. Pero lo que el Erdogán presidente plantea es algo aún más ambicioso, porque implica una profunda transformación del sistema político turco.
Hasta ahora, el presidente era una figura con más peso simbólico que decisorio, que no era elegida por voto popular, sino por la asamblea legislativa, una fórmula de pacto entre las élites heredada de los tiempos en los que los militares tutelaban la vida institucional. El AKP no cuenta con la mayoría requerida para reformar la Constitución, pero Erdogán ya ha dejado claro que él no va a ser un presidente arbitral y apolítico. Él quiere gobernar desde la presidencia, una decisión para la que necesitará colocar como primer ministro a un hombre de paja. Con ello, el nuevo jefe del Estado rompe con largos años de tradición y le pega un nuevo bocado a la herencia laica de Ataturk.
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