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Entrevista a Ahmed Rashid

«Para los duros en Washington y Moscú la guerra fría no acabó»

El autor de «Los Talibán» y «Pakistán en el abismo» señala que es necesario un pacto entre EE.UU, Europa y Rusia para no interferir con los mapas territoriales de 1992

«Para los duros en Washington y Moscú la guerra fría no acabó» ángel de antonio

anna grau

Leyendo las obras de Ahmed Rashid , el autor de «Los talibán» y, más recientemente, de «Pakistán ante el abismo», uno no puede evitar llevarse las manos a la cabeza preguntándose si no hemos aprendido nada del 11-S y la política occidental en Asia Central, un desastre precursor del apocalipsis… también entre Europa y Rusia.

–¿Qué piensa usted de todo lo que está ocurriendo en Europa, del resurgimiento de Rusia, de la crisis de Ucrania, del papel de Putin...?

–El expansionismo de Rusia desde el fin de la Guerra Fría ha sido una desesperada apuesta del antiguo «establishment» por restablecer la antigua Unión Soviética en una nueva forma. Al mismo tiempo, Occidente ha tratado de minar ese proceso y de sustraer a la influencia rusa las antiguas repúblicas soviéticas más próximas a Europa. Las dos partes son responsables de su comportamiento agresivo hacia la otra. Necesitamos un nuevo pacto entre Estados Unidos y Europa por un lado y con Rusia por el otro, en el sentido de no interferir con los mapas territoriales fijados en 1992.

–No parece usted muy optimista sobre la manera occidental de gestionar todo esto.

–Creo que en una primera fase ha sido una gestión inmadura. Se podía haber lidiado con Rusia y con el último gobierno ucraniano de una manera mucho más diplomática en lugar de mandar diplomáticos norteamericanos a repartir dulces en el Maidán (la plaza de la protesta en Kiev). Todo esto tiene que ver con el desconocimiento entre las partes, la impaciencia y el choque de ambiciones, la de Rusia de preservar su antiguo imperio y la de los norteamericanos de romper ese mismo imperio. Para el núcleo duro del «establishment» en los dos países, la guerra fría no acabó nunca.

–Sostiene usted que la influencia occidental en Afganistán o Pakistán es cada vez menos importante.

–Da igual que los Estados Unidos salgan de allí este año o decidan quedarse un año más, ya se ha hecho demasiado evidente que nadie quiere seguir involucrado, ningún país quiere gastar esfuerzos…

–Ningún país quiere quedar atrapado allí…

–Es muy posible que Afganistán esté a las puertas de una guerra civil alrededor de los dos candidatos enfrentados en las recientes elecciones, que representan grupos étnicos distintos. Tienen detrás un tremendo historial de tensiones étnicas, los dos. Y mire lo que pasa en Pakistán.

Usted de muy joven fue un hombre de acción allí, un guerrillero. A veces leyendo sus libros una se pregunta si eso le da una visión distinta, más directa, de la del periodista o intelectual medio. ¿Es usted más pesimista que ellos, por ejemplo?

–No, a lo largo de toda mi carrera como periodista me he implicado todo lo que he podido en la búsqueda de soluciones para los problemas. Por supuesto tengo que mostrar el lado desagradable de muchas cosas, y habrá quien me pueda considerar un pesimista, pero al mismo tiempo lucho denodadamente por encontrar soluciones. Estoy siempre colaborando con organizaciones especiales de las Naciones Unidas…

–Pero mi curiosidad apunta a cuál es la diferencia entre usted y cualquier otro analista que nunca haya empuñado un arma.

–Hablamos de una región siempre llena de guerras. Desde los años 80 yo no hago otra cosa que escribir sobre guerras. Y además está esta experiencia de lucha en mi juventud que, sí, yo creo que me aporta una mayor perspectiva por ejemplo sobre tácticas, estrategias, y el coste específico de todas estas cosas. Porque las he visto por dentro, todas estas guerras incesantes…

–¿Son estas guerras incesantes nuestra culpa, la culpa de Occidente?

–No. La URSS vino y se fue, los norteamericanos no estaban realmente interesados, llegó el extremismo islámico, los talibán, luego todo este mundo, toda esta realidad que salió a partir del 11-S…

–Usted fue muy crítico con la Administración Bush, pero parece que también lo es con la de Obama .

–Obama no estaba nada interesado en Afganistán, sólo pensaba en salir de allí. Pero para salir bien de un sitio necesitas un plan. Tienes que hacerlo bien. Tienes que dejar algo detrás. Mire usted el caso de Irak. En Afganistán puede pasar lo mismo, las tropas que los norteamericanos dejen tras de sí al retirarse pueden no ser suficientes ni siquiera para proteger su embajada. Falta comprensión que después de gastar tanto dinero, tantos billones de dólares, tantos recursos, no puedes perderlo todo saliendo en desbandada.

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