Marini no logra los votos necesarios para ser elegido presidente de Italia

Bersani propuso la candidatura de Marini por considerar que era la personalidad que menos oposición podía encontrar en el Parlamento, esperando incluso que fuera elegido en la primera votación. Pero sus cálculos han resultado equivocados. Franco Marini fue líder del sindicato moderado Cisl, desde 1985 al 1991; ministro del Trabajo en un gobierno de Giulio Andreotti en el 91; secretario general del Partido Popular, heredero de la Democracia Cristiana, y presidente del Senado elegido en el 2006, durante el gobierno de Romano Prodi. Por su carrera política, Franco Marini es un hombre respetado que ha servido a las instituciones del país, y se considera que sería un presidente que sabría poner el problema del trabajo y de la economía como una prioridad de su tarea presidencial.

Pero la candidatura del anciano Marini ha resultado ser una equivocación, fracasando estrepitosamente la estrategia de Bersani, a la vista del resultado de la primera votación. Su designación ha estado precedida de polémica, creando una especie de revuelta en el Partido Democrático, con un sector importante contrario al exsindicalista por considerarlo un símbolo del pasado.

A Pier Luigi Bersani, líder del Partido Democrático, ganador por escasa mayoría en las elecciones del 25 de febrero, con mayoría absoluta en la Cámara de diputados, y minoría relativa en el Senado, le correspondía presentar un candidato como jefe del Estado. Quiso concordarlo con el líder del Pueblo de la Libertad, Silvio Berlusconi, cuya coalición de centro-derecha fue segunda en los comicios por escaso margen. Bersani presentó una lista con varios nombres, entre ellos los exprimeros ministros Giuliano Amato, Massimo D´Alema, y el propio Franco Marini. Il Cavaliere escogió a Marini, porque era el que más convenía a sus intereses, y lo explicó así: «Estimo a Marini, es una solución positiva. Es una persona seria sido secretario de la central CISL, un sindicato ligado a los católicos y a la Democracia Cristiana. Es la solución mejor que podíamos obtener en este momento», dijo Berlusconi entre el aplauso de sus parlamentarios.

La candidatura de Franco Marini, sobre todo si hubiera resultado ganadora, representaba un triunfo para Silvio Berlusconi. En cambio, se ha visto como una cesión por parte de Bersani, líder del Partido Democrático, con el deseo de obtener a cambio el vía libre a su gobierno. El simple hecho de que Bersani haya negociado con Berlusconi y éste haya sido el que al final escogió el nombre de Marini ha suscitado una fuerte oposición en el centro-izquierda contra el líder del PD, produciéndose incluso una especie de revuelta.

Nichi Vendola, líder de SEL (Izquierda, Ecología y Libertad), que acudió en coalición con el PD a las elecciones, ha votado por el candidato del Movimiento 5 Estrellas, el jurista y exparlamentario Stefano Rodotá, de 80 años, que obtuvo 240 votos en la primera votación. Con gran firmeza se ha opuesto también a Marini el alcalde de Florencia, Matteo Renzi, quien en días pasados puso en veto al exsindicalista, entre otras cosas por considerar que no había sido elegido en las últimas elecciones a las que se presentó como candidato para el Senado. Matteo Renzi, que en todas las encuestas aparece como el político más popular de Italia y se considera como un futuro primer ministro –su corriente en el PD cuenta con unos 50 parlamentarios- explicó así su oposición a Marini: “No me lo imagino al teléfono con Obama. Me parece el menos apto y lo quiero decir con claridad. Su candidatura divide al PD y al centro-izquierda, y además supone un bofetón a los electores y un desprecio al país”.

La no elección de Marini a la primera votación supone un fracaso para el líder del PD Bersani. Además, se ha enviado una mala imagen al país de desunión, en un momento dramático por la crisis económica. Ahora todo puede ocurrir. El PD deberá valorar si mantener a Marini hasta la cuarta votación, para ver si logra la mayoría de 504 votos, o lo considera ya quemado y busca otro candidato. En cualquier caso, Bersani sufre un duro revés en su liderazgo y el PD corre el riesgo incluso de una ruptura dramática.