ESTACIÓN ESPACIAL INTERNACIONAL
Los «okupas» del espacio
Se cumplen 10 años desde la presencia permanente del hombre en la Estación Espacial Internacional, una especie de «hotel intergaláctico» por el que ya han pasado astronautas de 16 países y hasta seis turistas
Los «okupas» del espacio
Desde que el 2 de noviembre de 2000 dos astronautas rusos y uno estadounidense llegaran a la Estación Espacial Internacional (ISS) , el hombre jamás ha dejado de tener presencia en el espacio. El éxito de aquella jornada fue quizás el primer paso de lo ... que en un futuro lejano signifique el exilio permanente del hombre más allá de la Tierra, una idea con la que han fantaseado novelistas de ciencia ficción de la talla de Isaac Asimos en «Némesis» o Robert Anson Heinlein en «Forastero en tierra extraña», y que, gracias a la Estación Espacial, está hoy cada día más cerca.
Tal día como hoy de hace una década, la nave «Soyuz TM-31» se acoplaba con éxito a la estación ISS para que diferentes misiones la habitaran ininterrumpidamente durante los siguientes 15 años . La llegada de la primera tripulación permanente, formada por Yuri Gidzenko, Sergei Krikalev y William Shepherd, constituyó un hito para la exploración y futura colonización del espacio, en una nueva era marcada por la cooperación internacional.
«Nos sentimos bien en la estación», declararon los tres astronautas después de instalarse en la que iba a ser su nueva casa los siguientes cuatro meses , una «mini ciudad espacial» o «primera ciudad cósmica», como fue calificada por ABC, en la que iban a poner en funcionamiento todos los sistemas vitales para garantizar la vida a bordo y poner a prueba la capacidad de adaptación psicológica del hombre en la siguientes expediciones multinacionales al espacio.
Turismo espacial
Desde entonces, la vida en la ISS se ha ido normalizando, casi hasta convertirse en una especie de un hotel espacial donde siempre ha habido por lo menos dos personas a bordo, que ha sido visitada por astronautas de dieciséis países diferentes y que, incluso, ha sido destino de los primeros seis turistas espacial de la historia (a razón, eso sí, de 25 millones de dólares) y la primera boda estelar, entre el astronauta ruso Yuri Malenchenko y su pareja, Ekaterina Dmitrieva , en 2003.
«Lo primero que hicieron, como es lógico al entrar en casa, fue encender la luz»
Un hotel que, cuando haya terminado sus obras, pues aún está en construcción, se espera que tenga, aproximadamente, 108 metros de longitud sobre 88 metros de ancho y una masa de más de 400 toneladas, cuyo espacio habitable será de 938 m3, sobrepasando todo lo concebido hasta la fecha. Un enorme hogar que orbita la Tierra a una altitud de 381 a 460 kilómetros y que ya tiene capacidad para seis inquilinos.
Gidzenko, Krikalev y Shepherd, los tres primeros hace ahora una década, fueron los encargados de estrenar su «pisito»: «Lo primero que hicieron, como es lógico al entrar en casa – contaba ABC –, fue encender la luz. Y lo segundo, conectar las cámaras que permiten seguir desde la Tierra todo lo que ocurre en el interior de la estación». «El aires está limpio y es muy agradable», comentaron los astronautas, para después enchufar la cocina de a bordo y calentarse su primera cena.
A partir de ese día, aquellos tres pasajeros estuvieron sometidos a un ritmo de vida muy estricto, interrumpiendo su trabajo sólo dos o tres horas al día para realizar los ejercicios físicos indispensables para compensar el efecto de la falta de gravedad sobre los músculos.
El proyecto más caro de la historia
La Estación Espacial Internacional –que comenzó su historia cuando el cohete ruso Protón colocó en órbita el módulo ruso Zaryá, el 20 de noviembre de 1998, para dotar a la estación espacial de la energía y propulsión iniciales– se ha convertido en el proyecto tecnológico más caro y ambicioso de la historia de la Humanidad, fruto del esfuerzo económico de 16 países liderados por Estados Unidos y Rusia.
En 2006, la estación estuvo a punto de chocar contra un satélite de EE.UU. lanzado en 1963 y ya fuera de servicio
Entre ellos se encuentra España, que comenzó aportando la «modesta» cantidad de 1.000 millones de pesetas al año y participando, a través de varias empresas, en la construcción de diversos elementos, como la cúpula.
No han sido pocos los problemas que ha tenido que afrontar la tripulación de la estación en estos 10 años, estando incluso a punto de tener que evacuarla de urgencia en 2006 a causa de un satélite militar estadounidense lanzado en 1963 y ya fuera de servicio, que estuvo a punto de chocar contra la nave . Pero no se preocupe, si usted tenía esos 25 millones de dólares y quería pasar allí unos días de vacaciones, olvídese, ya no hay asientos disponibles ni habrá más turistas espaciales… por el momento.
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