Suscríbete a
ABC Cultural

El jaque mate de Paco de Lucía en Nueva York

JOSÉ LUIS DE HAROSERVICIO ESPECIALNUEVA YORK. Durante un breve pero intenso viaje hasta la cuarta planta en las entrañas del Carnegie Hall, Sara Baras no podía dejar de repetir: «No tiene manos, tiene

Durante un breve pero intenso viaje hasta la cuarta planta en las entrañas del Carnegie Hall, Sara Baras no podía dejar de repetir: «No tiene manos, tiene varitas mágicas, es un mago de la guitarra». Minutos más tarde, el propio Paco de Lucía, en su escueto camerino precedido por un enorme piano, no dudaba en afirmar que, tras el concierto ofrecido en la gélida Gran Manzana, tenía «los dedos como porras, me duelen mucho». Nada más allá de la realidad y es que, al fin y al cabo, este virtuoso del flamenco lo único que quiere es «mostrar la cultura de mi pueblo, que todavía hoy sigue marginada».

Pese a poner en pie a los cerca de 2.084 incondicionales que no pudieron dejar de chocar las tapas de sus zapatos contra el suelo al ritmo de sus punteos de guitarra dentro del espectáculo «Andalusian Night», De Lucía no dudaba en asegurar que «para que yo deje de tocar hace falta muy poco, quizá un sofá y un partido del Real Madrid». Anécdotas aparte, este honesto y algo tímido músico reconocía que «nunca soñé con llegar donde he llegado» porque él sólo aspiraba a hacer algún «solito de guitarra en algún espectáculo de ésos rodeado de payasos» o simplemente conseguir «algo para que hirviera el puchero».

El plato fuerte del Festival de Flamenco de Nueva York supo aposentarse encima del escenario Stern/Perelman del Carnegie Hall con la sobriedad y la belleza de un tablero de ajedrez, aunque reconocía que «al principio me ha costado acostumbrarme a la sonoridad clásica de la sala, pero luego todo a ido bien». Desde luego, Paco de Lucía supo dar un jaque mate al público, acompañado por dos reinas como Chonchi Heredia y Montse Cortés a los micrófonos, el alfil Niño Josele en la guitarra, dos caballos como Alain Pérez y Antonio Serrano; en el bajo y los teclados respectivamente; y una torre de impresión en la percusión, el retumbar del «Piraña».

Y es que, como bien reconocía Paco de Lucía, «siempre he tocado para mí, para divertirme» rodeado de amigos, ya que «si estoy pendiente de si le gusta o no al público como toco, las cosas no salen». Además, en una sorprendente confesión, el músico dejó claro que «yo detesto la guitarra» porque en muchas ocasiones se ha convertido «en una devoción que es una obligación».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia