ESCRITO CON SANGRE
«¡Mírala y pídele perdón!»: el crimen de Olga Sangrador, una de las primeras niñas violadas y asesinadas
Olga Sangrador tenía 9 años cuando un delincuente sexual de permiso la secuestro, violó y mató. De rodillas ante el cadáver, el asesino balbuceó una petición de perdón...
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Iniciar sesiónHasta el viernes 26 de junio de 1992 Villalón de Campos era un pueblo más de Valladolid de poco más de 2.000 habitantes situado a 62 kilómetros de la capital, de esos en los que nunca pasa nada aunque en este caso cuenta ... con un notable patrimonio artístico. En esas fechas se celebraban las fiestas en honor de San Juan y San Pedro, tan esperadas, tan animadas y tan tranquilas como cada año. Las familias no sentían el menor temor a que sus hijos recorrieran las calles de la localidad, incluso bien entrada la noche... Todos allí se conocían, ¿qué peligro podían correr?
Domingo Sangrador y Encarnación Caballo, un matrimonio con tres hijos -Héctor, de 14 años, Marcos, de 11 y Olga, de 9- habían abierto sólo diez días antes en el pueblo un pequeño negocio familiar, un mesón castellano en el que habían puesto todas sus ilusiones. Era la primera vez que la pequeña, que ese año había hecho la comunión y presumía de ser ya mayor, iba a ir sola a la feria con sus amigas, aunque siempre vigiladas de lejos por otros padres. El jueves por la noche la niña volvió al mesón para pedir cien pesetas. Quería ir a la tómbola. La madre le preguntó si había cenado y Olga respondió que sí, que lo había hecho en la peña. No quería ponerse falda porque iba a saltar en las camas elásticas. Los padres no insistieron; estaban hasta arriba de trabajo. Fue la última vez que la vieron con vida.
Juan Manuel Valentín Tejero, un delincuente sexual, disfrutaba del tercer grado y además había obtenido un permiso penitenciario de seis días. La psicóloga del centro penitenciario de Villanubla se había opuesto a esos beneficios penitenciarios «por la reincidiencia del penado en el tipo de delito, inmadurez en su personalidad y el poco tiempo de cumplimiento de su última condena». Pero el juez de Vigilancia Penitenciaria decidió seguir el criterio de las asistentas sociales y el criminólogo de la cárcel y se los concedió.
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La madrugada del jueves al viernes trascendió en el pueblo la noticia de la desaparición. El pueblo entero se volcó en la búsqueda y la Guardia Civil dio prioridad absoluta al caso. Los testigos habían visto a Olga con un hombre, que identificaron como Juan Manuel Valentín Tejero, y también se había detectado un todoterreno que resultó ser de su propiedad. Al comprobarse que estaba de permiso carcelario, y localizar a un radioaficionado que esa noche había tenido contacto con él, se decidió su detención inmediata, la misma tarde del viernes. Pero el cadáver de la pequeña -para entonces los investigadores ya era la única hipótesis que tenían- seguía sin ser encontrado. Una rueda de reconocimiento terminó por señalarlo. Pero había que sacarle una confesión.
El sábado por la mañana Valentín Tejero fue interrogado. Al principio negó su presencia en el lugar de los hechos y así se mantuvo durante horas. Sin embargo, a última hora de la tarde acabó por «derrotar» ante el cúmulo de pruebas contra él, entre ellas rastros de la niña encontrados en su todoterreno. También reveló el lugar donde estaba el cadáver, un pinar de Tudela de Duero, a más de 70 kilómetros de Villalón de Campos. La sometió a terribles vejaciones, la intentó estrangular y al no conseguirlo le golpeó la cabeza con una barra de hierro.
La Guardia Civil, acompañada por la comisión judicial, llevó al asesino hasta el lugar que había indicado. Pronto vieron la tierra removida. En medio de una congoja absoluta la pequeña fue desenterrada. Uno de los investigadores, conteniéndose a duras penas, se dirigió a Juan Manuel Valenín Tejero, que estaba de rodillas y le ordenó con un tono de voz elevado que mirase el cadáver: «Mírala y pídele perdón», le exigió... El miserable lloriqueó e hizo lo que le habían pedido, aunque apenas pudo mantener unos segundos la cabeza erguida.
Olga Sangrador fue una de las primeras niñas violadas y asesinadas. Le seguirían Leticia Lebrato, Laura Domingo Alonso, Ana María Jerez Cano, las niñas de Alcácer y un largo serial de crímenes espantosos que mostraron, y lo siguen haciendo, lo peor del ser humano.
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SuscribetePeriodista especializado en Interior, Terrorismo, Crimen Organizado, Sucesos y Seguridad. Autor de 'Palabra de Vor' (Espasa) y 'Así luché contra ETA' (Almuzara), es premio Rodolfo Walsh de la Semana Negra de Gijón. Colabora en radio y televisión.
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