Malena Gracia: «Para que un hombre me guste le tengo que admirar»

Malena se considera una mujer «de andar por casa, con gustos sencillos, me conformo con poco. Soy de salir con mis amigos, estar con mi familia. Amo la vida y valoro cada instante porque es un viaje que nunca sabes cuándo termina». Eso sí, se considera «una romántica empedernida, aunque he tenido mala suerte con mis últimas parejas, que no lo eran en absoluto. Cada vez me cuesta más serlo, pero está en mi naturaleza. Soy de entregarme por completo. Para estar por estar con alguien, prefiero quedarme sola, como ahora, que estoy soltera y bien a gusto. He sido muy apasionada, pero he sufrido tanto por amor que me lo tengo que pensar mucho antes de dar el paso». Reconoce que ha sido capaz de muchos sacrificios: «Por amor he hecho muchas locuras. Tuve un novio italiano por el que casi me arruino porque iba a verle todas las semanas. Al final, como dicen los mexicanos: 'amor de lejos, amor de pendejos'. Todo terminó».

La cantante tiene muy claro cómo tiene que ser un hombre para conquistarla: «Le tengo que admirar. Me gustan cultos, caballeros, en eso soy un poco clásica». A Malena le gusta jugar con los hombres que conoce fuera: «No me gusta decirles que soy artista, así que me invento profesiones y una vida. Total, si no vamos a volver a vernos». Claro que corre el riesgo de que la descubran: «En Los Ángeles iba con un chico al que le había dicho que yo trabajaba como secretaria, y de pronto me reconocieron unos españoles, que me pidieron hacerse unas fotos. El americano no entendía nada y tuve que inventarme que era una tradición entre españoles cuando se encuentran en el extranjero». Esos juegos a Malena le divierten mucho.

A Malena le da paz saber que tiene trabajo y puede pagar las facturas cada mes: «Mi papá está mayor y hay que ponerle cuidados. Si debo dinero, no duermo». Y le sacan de quicio «las injusticias, la guerra, el maltrato a los animales». Como buena Virgo, es ordenada y meticulosa: «Me hago listas, lo apunto todo. Soy muy meticulosa». Le gusta tener el control de las cosas, pero en la comida debe hacer un esfuerzo especial: «Porque soy muy golosa. Si veo algo rico, me lo tengo que comer. Tengo debilidad por el helado de té verde de los japoneses. Me encanta comer, menos mal que ando mucho porque saco a pasear a los perros». Y no se considera una mujer rencorosa: «Si me equivoco, lo reconozco y pido perdón. No me gusta vivir con odio, creo que eso genera enfermedades. Soy feliz y por eso desprendo luz».

Quiso el destino que Malena y su amigo Fran Rivero, estilista y fotógrafo, sufrieran a la vez una ruptura sentimental y decidieran superarla viajando juntos, consolándose el uno al otro. Como a Malena le encanta posar y a Fran, sacarla guapa en las fotos, se convirtieron en pareja perfecta de viajes convertidos en auténticos 'books': «Hemos ido a la Costa Azul, a Londres… Pero Nueva York fue nuestro primer destino porque es una ciudad maravillosa. Fran siempre me dice 'aprovecha y mete más ropa, que te va a hacer falta', porque convierte cada paseo en un reportaje gráfico. Nos encanta la luz del día. Y posar en todas partes». Aun a riesgo de ser detenida: «En Nueva York vino la policía a regañarme porque me planté delante de un organismo oficial y, claro, está prohibido».

De la gran manzana le gusta Manhattan, ir de compras por la Quinta Avenida o descubrir rincones nuevos: «Me encantó la sinagoga del conocido de unos amigos de Santander, donde Madonna rodó un videoclip. Fran me hizo una foto que conservo como un tesoro, porque en ella aparece al fondo como una presencia, un espíritu». Malena prefiere tener tiempo para hacer bien la maleta: «Puedo tenerla una semana antes del viaje. No me pueden faltar mis pinturas, mis perfumes, mi rizador, mi juego de ropa interior y mis pijamas cortos, porque no me gusta dormir desnuda. El jean es la prenda imprescindible para ir cómoda». Y con esos cambios de 'look' que realiza por el mundo, como si fuera una 'Barbie viajera' recuerda que se llevó unos a Budapest unos abrigos de piel y unos gorros impresionantes para combatir el frío: «Pero de imitación, que soy animalista y por nada del mundo quiero que un animalito sufra. No veo la necesidad de esa crueldad cuando hoy en día hay materiales que hacen el mismo efecto y abrigan igual».