La curiosa petición de Daniel Sancho a las autoridades penitenciarias

«Daniel sabe que no puede llegar al límite. Sabe que las condiciones no son las mejores y que no tienen nada que ver con nuestros centros penitenciarios», comentó su abogada Carmen Balfagón en 'Mañaneros'. Esta limitación está afectando su capacidad de mantenerse activo físicamente, algo que el chef considera vital para sobrellevar el día a día en una de las prisiones más duras de Tailandia, caracterizada por un hacinamiento extremo y condiciones poco favorables.

En su petición, Sancho no solo solicita una mayor integración con el resto de los reclusos, sino que también ha tramitado una lista de objetos personales a través del Consulado de España en Bangkok. Entre sus demandas, destacan seis pares de guantes de boxeo, un protector bucal, protectores de pecho y espinillas, y varios libros, incluidos uno para aprender tailandés y otro en inglés. Estas solicitudes reflejan su deseo de adaptarse lo mejor posible a su entorno, ya que los libros le permitirán perfeccionar sus habilidades lingüísticas y los guantes de boxeo le ayudarían a mantenerse en forma.

La entrega de estos objetos estaría en manos de su madre, Silvia Bronchalo (49 años), o su padre, Rodolfo Sancho, quienes han estado muy involucrados en el bienestar de su hijo desde su ingreso en la cárcel. Además, su abuela, Noela Aguirre, también se ha sumado al apoyo familiar enviándole varios libros en inglés y español para ayudarle a mantenerse activo intelectualmente.

Mientras tanto, los abogados de Daniel, encabezados por Marcos García-Montes, continúan trabajando en el recurso de apelación que se presentará el próximo 19 de octubre. El equipo legal confía en que las nuevas pruebas recopiladas permitan demostrar que el joven actuó en defensa propia, buscando así un cambio en su condena o al menos facilitar su posible traslado a España.

Las condiciones de la cárcel en la que se encuentra Daniel Sancho son extremadamente duras, con una población de más de 5.400 reclusos, más del doble de su capacidad, lo que hace que la vida allí sea aún más complicada. Mientras espera una respuesta a su solicitud, Sancho intenta mantener la calma y adaptarse a un entorno muy diferente al que conocía, rodeado de compañeros de celda de origen asiático, salvo por un austriaco con quien puede comunicarse en inglés.

El futuro de Daniel Sancho sigue siendo incierto, pero tanto su familia como su equipo legal están luchando para mejorar sus condiciones mientras afronta su condena.