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Extremadura

Así es la montanera del cerdo ibérico: el engorde feliz, la clave para un gran jamón

Encinas y alcornoques de la dehesa extremeña siembran sus pastos de bellotas. Dulces, son el codiciado oro con el que el más suntuario de los manjares porcinos alcanza su plenitud

Dehesa extremeña: el cerdo ibérico participa de uno de los ecosistemas más singulares del planeta Ángel de Antonio
Adrián Delgado

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La voz del porquero resuena, como una suerte de canto gutural y melódico, en el corazón de la dehesa extremeña. Canta de forma reiterativa mientras conduce un todoterreno al que siguen, con un trote casi cómico y altanero, una hilera de cerdos ibéricos de ... pelo negro y sorprendentemente limpio. Sus grandes orejas caen sobre la careta de esos impolutos animales –a excepción de sus sucios traseros, síntoma inequívoco de su buena alimentación–. Podría decirse, sin mayor profundidad, que son felices. «Conocen mi voz desde que los paren. Así los guarros están más mansos. Sé reconocerlos», explica Anselmo Mahúgo , porquero e hijo de porqueros, a cargo del cuidado de los cerdos que Joselito cría en este ecosistema único.

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