España, un país verde: lidera la agricultura ecológica en Europa pero aún suspende en consumo

España ocupa el primer lugar en superficie de agricultura ecológica de la Unión Europea y el tercero en el mundo por detrás de Australia y Argentina . En 2019, la superficie ecológica certificada en nuestro país se situó en 2.354.916 hectáreas, lo que supone que el 10,24% de la superficie agrícola útil (SAU) nacional es ya ecológica . Hablamos de un mercado cuyo valor alcanza los 2.300 millones de euros, y en el que trabajan 49.918 operadores ecológicos. Este es el resultado de una labor de décadas en las que la producción ecológica, en sus 30 años, ha evolucionado solucionando problemas que se ha ido encontrando durante su trayectoria. «Desde su nacimiento, cuando había pocos medios y conocimiento, hasta hoy, que ha logrado convertirse en un sistema productivo con medios, conocimientos, canal de distribución y recursos que hacen que sea un sistema alternativo climáticamente viable», recuerda Álvaro Barrera, presidente de Ecovalia, la asociación profesional española de la producción ecológica.

«El sector ecológico en España está atravesando por un muy buen momento de vida, se van marcando récord de consumo año tras año, si bien es cierto que está muy lejos de otros países europeos», indica Diego Roig , director de Ecological , consultora de empresas y organizaciones Bio. Como partimos de un nivel mucho más bajo, el crecimiento es más alto que en otros países. « El consumo de la alimentación biológica va creciendo , un 7,7% en relación al año anterior. Entre 2 y 3 euros de cada 100 que se gastan en alimentación revierten en productos ecológicos, y el español gasta una media de 50 euros al año en estos alimentos certificados», resalta el consultor. Pero la media europea de consumo per cápita se sitúa en 80 euros y en países como Suecia o Suiza llega a los 330 euros. Por eso, en España, aún «el recorrido es enorme» en consumo.

¿Pero a qué llamamos producto biológico? Según el reglamento europeo este tipo de producción implica respetar las normas de la agricultura ecológica, que tienen por objeto promover la protección del medio ambiente, mantener la biodiversidad de Europa y consolidar la confianza de los consumidores. «Es una definición legal, un reglamento comunitario, que se produce de acuerdo con los criterios que dice el reglamento, que explican entre otras cosas qué sustancias puedes usar como fertilizantes o como pesticidas, qué tipo de tácticas agrarias debes tener, cómo deben ser los campos de cultivo, cómo se debe certificar y después cómo comercializar ese producto», resume Aurelio del Pino , presidente de la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES).

Una vez que se cumplen todas las condiciones, esta producción se somete a una auditoría externa que permite tener el sello comunitario (la hoja). Es decir, el sistema de producción ecológica es un sistema que respeta los ciclos biológicos de los alimentos, además del bienestar. Y la calidad del producto mejora, ya que todo lo mencionado « conlleva a la expresión total de las vitaminas y minerales en los alimentos », indican desde Ecovalia . Además, señalan que «una fertilización orgánica aporta unas cantidades de agua adecuadas que mantienen un equilibrio entre la materia seca y acuosa en el alimento. Esto provoca el sabor tan apetecible de los alimentos ecológicos», puntualizan.

Según el último informe anual de la producción ecológica en España llevado a cabo por Ecovalia, en 2019 se dedicaron a dicha producción 72.285.656 de hectáreas en todo el mundo, lo que supuso un crecimiento del 1,6% en relación al año anterior . De ese total, Australia cuenta con casi 36 millones de hectáreas dedicadas a estos productos seguida de lejos por Argentina con 3,67 millones de hectáreas y España con 2,35 millones. En Europa sin embargo somos líderes, seguidos de cerca por Francia, con 2,4 millones de hectáreas, e Italia, con casi dos millones.

Es un mercado que mueve en el mundo 106.000 millones de euros acaparando el 42% Estados Unidos, seguido de Alemania y Francia con el 11% y el 42% respectivamente. El valor que genera en España representa solo el 2% a nivel global . Para que nuestro país aumente este tipo de producción van a ser necesarias dos cosas. «Una, la más importante a nivel de consumo, es comunicar qué son los productos ecológicos, porque desde hace cinco años no tenemos ninguna campaña que promocione este tipo de alimentos desde las instituciones públicas, tanto regionales como nacionales. Y esto es algo que hay que cambiar. Hay que promocionar el consumo de los productos ecológicos para ponernos en la media de Europa », explica Álvaro Barrera .

Un asunto que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) trata de dar la vuelta, con una recién estrenada campaña para potenciar dicho consumo. Y, a nivel de producción, se deben homogeneizar los criterios de las comunidades autónomas , que estrangulan a los productores ecológicos por sus dificultades atendiendo a cada autoridad competente. «Debemos unificar esto y es tarea del Ministerio que coordinemos, homogenicemos y estandaricemos la aplicación del único reglamento de producción ecológica en España», puntualiza el responsable.

La producción ecológica tiene múltiples beneficios . Normalmente se ven en el ámbito medioambiental, de la salud o englobada en agricultura, pero realmente es transversal. «Da beneficios a la economía porque tenemos un valor añadido; beneficios a la salud porque aportamos este factor a las personas; beneficios al medio ambiente porque estamos capturando más CO2. Además, también hablamos de vertebración del territorio y territorio rural. Y también trabajo, con un 30% más», resume el presidente de Ecovalia.

Es además un sistema sostenible en 360 grados . Lo es medioambientalmente, «ya que estamos produciendo sin contaminar acuíferos, sin salinizar suelos y no hipotecamos suelo a futuro. Es decir, estos suelos seguirán siendo fértiles y útiles pasado el tiempo». Es sostenible también porque, gracias a los avances científicos y tecnológicos, «tenemos un sistema con unos niveles de producción similares al convencional gracias al conocimiento», dice el experto. Y es sostenible porque ofrece desarrollo medioambiental y económico para el productor -agricultor o ganadero- «que utiliza este sistema de producción», añade.

El buen ritmo de este mercado está atrayendo nuevos proyectos. «Sigue habiendo muchas oportunidades, aunque hay que ver en qué y de qué forma», matiza Roig. Y es que empezar en este mundo no es fácil a pesar de que la venta de la producción está prácticamente garantizada. « Los precios son superiores, pero es rentable producir en ecológico . El precio debe subir para compensar la disminución de la producción. Para hacerlo bien, tengo que pagar auditores para la certificación, lo cual es contradictorio, ya que el que contamina no lo hace. Hay burocracia y requerimientos adicionales que complican el proceso», explica el consultor. Eso sí, como balance, «los rendimientos son buenos y es viable dedicarse a ello. En España, las ventas de alimentación ecológica crecen cada aaño, hay mayor necesidad y búsqueda, pero todo ello debe ir acompañado de una oferta de calidad», advierte.

Los supermercados y grandes superficies llevan años apostando también por los alimentos ecológicos, que van ganando su espacio en los lineales. «Las condiciones de los productos ecológicos en España son buenos, tenemos una agricultura muy profesionalizada, productos de mucha calidad y las condiciones climatológica acompañan », recuerda el presidente de la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados. Es por ello que encontramos productos ecológicos prácticamente en todos los sectores de la agricultura con una producción muy profesional. «Los productores ofrecen productos ecológicos con cada vez mejor sabor y presentación. Encontramos de todo, aceites, vinos, mieles, frutas, verduras…», resalta.

Si bien existe una diferencia de precio según sean o no biológicos, esto no siempre constituye un obstáculo. « En algunas producciones el diferencial es del 20% y en otras del 200% debido al sistema de producción. En aceite, por ejemplo, puede ir en torno a un euro y en un monogástrico el diferencial puede ser de un 200%. Lo importante no es el precio, es el valor», comenta el presidente de Ecovalia. En un kilo de producto ecológico tenemos más porcentaje de alimento que en uno de convencional, «debido fundamentalmente a la diferencia de fertilización que aporta menos cantidad de agua al alimento».

No solo la pandemia ha concienciado a los consumidores, sino que el Green Deal europeo también ha tenido mucho que ver. «En el desarrollo de esa estrategia se aprobó un plan de acción para productos ecológicos. Hay condiciones estratégicas, se da peso a la producción biológica, con objetivos», señala el presidente de ACES. El Pacto Verde Europeo tiene como objetivo convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro en 2050.

En 2030, el 25% de la SAU debe ser ecológica y en el caso de España se necesitan cuatro millones de hectáreas más para alcanzar dicho porcentaje. Cataluña lidera la SAU ecológica con un 22%. Esta apuesta para potenciar la producción biológica es buena para España, pero «ahora hace falta tener una estrategia de distribución» avisa. Cadenas como Carrefour, Alcampo, El Corte Inglés y Eroski llevan ya varios años apostando por la sección ecológica. «Para que haya más incentivos que hagan crecer el consumo hay que trabajar en varias vías. Una es la del conocimiento del consumidor, porque hay muchas falsas aproximaciones, mucho bulo y una especie de rivalidad con la producción tradicional que no debe existir», recuerda del Pino. «Lo eco tiene un plus de control y de respeto», sostiene el experto.

María Naranjo , directora de la Industria Alimentaria del ICEX, señala una serie de matices a tener en cuenta a la hora de hablar de la exportación de estos productos. «Nuestra certificación está sometida a la catalogación UE y, por ejemplo, un vino ecológico para Estados Unidos sería un vino imbebible para Europa. Y en China los estándares son muy diferentes», revela. Pero lo que sí es común es que la categoría de productos ecológicos en todo el mundo ha crecido a doble dígito en los últimos cinco años, entre un 20 y un 30%.

«Desde la pandemia esta tendencia se ha acelerado tanto en el ‘retail’ tradicional como en el ‘ecommerce’, pues han aparecido negocios biológicos. Hay un mercado de oportunidad», asegura Naranjo. Cree que el sello de sostenibilidad es un verdadero nicho de oportunidad que «se mide según criterios medioambientales, económicos y sociales». Por ejemplo, hay casos de cítricos en España que han conseguido que las grandes compañías de bebidas compren estos productos.

Las frutas y verduras ecológicas son los productos certificados que más exporta España. Entrar en ciertos países sigue presentando dificultades , por cuestiones de proteccionismo y de diferencias en la regulación. «EE.UU. y Japón son mercados de oportunidades, donde podemos crecer. En Japón y Canadá tenemos acuerdos que no hemos aprovechado», explica Naranjo. Resalta también la exportación de aceite biológico, la segunda categoría más vendida, en la que «muchas pymes se están posicionando en mercados internacionales, así como cooperativas».

Desde ACES trabajan junto con las organizaciones de productores ecológicos y creen necesario «mejorar el surtido y tener varias variedades en productos de este tipo para dar a los consumidores propuestas de valor y solucionar los problemas de consumo de los hogares». Algunos de los asociados están desarrollando su propia gama bio. «El consumidor de producto biológico es menos ‘marquista’. No se fideliza con la marca sino con el producto , por eso hay una oportunidad importante para el desarrollo de pymes y cooperativas agroalimentaria. El crecimiento del consumo es sostenido y constante con cifras muy esperanzadores. Cada vez hay más, consumidores más variados», puntualizan.

Desde la Asociación Española de Elaboradores y Comercializadores Ecológicos (Asobio), con tan solo un año y medio de vida, ven también una gran oportunidad de negocio en este mercado en el que España está aún por detrás de muchos países. «La pandemia ha puesto de manifiesto todo lo que es la salud y lo ecológico forma parte de ella. Queda mucho recorrido y trabajo por hacer », reconoce Ignasi Aguilló , responsable de Comunicación de Asobio. Cree que existe todavía confusión sobre lo que es un producto ecológico y ve con muy buenos ojos la campaña del MAPA para motivar al consumo de estos productos, en la que han participado todas las asociaciones. Entre los productores ecológicos existen empresas muy consolidadas, pioneras, pero también «muchas ‘startups’ que apuestan por lo ecológico así como los ‘retailers’».

Todos los agentes del sector creen que se está haciendo un buen seguimiento en el proceso de elaboración de estos productos, que está todo muy controlado, y Aguilló recuerda que esto es necesario «para que el consumidor sepa que lo que se paga es ecológico» y el valor que tiene. Asegura que hay un sector de consumo muy joven que se suma a lo ecológico , y también los mayores. «Se debe entender que no se trata de pagar más, sino de consumir mejor», sostiene.

La producción ecológica se encuentra regulada en España desde 1989. En 1993 entró en aplicación el primer reglamento comunitario que fue sustituido por el actual (834/2007) del Consejo sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos. La nueva legislación sobre agricultura ecológica entrará en vigor el 1 de enero de 2022 , tras el aplazamiento de su aplicación por un año.

La nueva normativa reflejará la evolución de este sector en rápido crecimiento para garantizar una competencia leal para los agricultores y, al mismo tiempo, evitar el fraude y mantener la confianza de los consumidores. Según destaca el MAPA, favorecerá la armonización del modelo de producción en la Unión Europea . Entre las novedades del reglamento está el aumento del ámbito de aplicación de la norma, con la inclusión de nuevos productos como sal, corcho, capullos de seda, yerba mate y cera de abeja, entre otros. También aborda nuevas normas de producción para conejos, cérvidos y aves.

Además se pretende fomentar los circuitos cortos de distribución y las producciones locales en los territorios de la Unión . Y uno de los aspectos más relevantes es el establecimiento de un nuevo marco para el comercio con terceros países que, además de abordar por primera vez las exportaciones, establece como norma general el sistema de cumplimiento, que garantiza que el producto a importar desde un tercer país ha tenido que ser producido conforme a la normativa europea, con lo que se restringe el modelo de equivalencia al marco de un acuerdo comercial