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¿Y si el TDAH se pudiese combatir, además, con probióticos?

Los estudios apuntan a la relación entre su uso durante los primeros meses de vida y la reducción del riesgo de desarrollar este trastorno

«La medicación del TDAH es lo que más mejora la calidad de vida de estos niños, nos guste o no»

En el manejo del TDAH se necesita un abordaje integral que se base en mejorar la calidad de vida del afectado ABC
Carlota Fominaya

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El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (más conocido por sus siglas TDAH) es una alteración del desarrollo neurológico bastante prevalente, sobre todo en niños. Se ha visto que los factores que favorecen este trastorno son múltiples, aunque el origen genético es muy importante.

Como la mayoría de los trastornos crónicos, el manejo del TDAH necesita un abordaje integral que se base en mejorar la calidad de vida de la persona. Por ello, es imprescindible la coordinación de varios especialistas en el tema como son los pediatras de Atención Primaria, los neuropsicólogos y los terapeutas escolares. También es muy importante integrar en este proceso tanto a los niños como a sus padres.

En la actualidad, sobre la mesa existen numerosos estudios que apuntan a la relación que existe entre el uso de probióticos durante los primeros meses de vida y la reducción del riesgo de desarrollar, a lo largo de la infancia, dicho trastorno. Hablamos de esto último con la doctora Carolina López, médica de Familia y máster en Microbiota, Probióticos y Prebióticos de la SEMiPyP.

-¿Por qué serían beneficiosos los probióticos en el tratamiento integral del TDAH?

-Es verdad que hay estudios sobre los beneficios del uso de probióticos durante los primeros meses de vida y la reducción del riesgo de desarrollar, a lo largo de la infancia, dicho trastorno. En principio, se restaura la permeabilidad del intestino y esto influye en el comportamiento de los pacientes.

Esto abre una vía muy interesante para la prevención y el tratamiento del trastorno. Probablemente en un futuro, con estudios bien diseñados y con un número elevado de participantes, se podrá hablar con más evidencia sobre el uso de probióticos en el TDAH.

Dicho lo cual, a día de hoy, y con la evidencia clínica que tenemos, hay que dejar constancia de que los probióticos no se pueden recomendar como tratamiento de este trastorno. De hecho, los profesionales sanitarios no debemos crear falsas esperanzas en un trastorno que produce mucha preocupación, tanto en las personas afectadas como en su entorno.

Insisto,: es necesaerio abordar el TDAH con los tratamientos que tenemos a día de hoy con la evidencia científica necesaria. Los que vemos pacientes y familias con este trastorno, sabemos del gran sufrimiento que conlleva. Y, como habitualmente, el uso de un producto «fácil» que pueda tratar la enfermedad, puede resultar muy atrayente para la gente. Por eso incido en la importancia de seguir las recomendaciones de los profesionales sanitarios implicados en el tratamiento multidisciplinar oportuno.

-Pero la realidad es que cada vez se sabe más sobre la relación entre intestino y cerebro. ¿De qué manera actúan los probióticos? ¿Pueden tener un efecto preventivo o pueden tratar algunas enfermedades?

-Se sabe que la microbiota del intestino puede influir en el funcionamiento del cerebro. De hecho, los últimos años han sido cruciales para relacionar varias enfermedades del campo de la Salud Mental con una alteración del llamado eje microbiota-intestino-cerebro.

Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, pueden dar lugar a beneficios en la salud de la persona. Por eso se dice que los probióticos, junto con la dieta, son capaces de modular o equilibrar la microbiota.

Cuando la microbiota está alterada o desequilibrada, se habla de disbiosis. Y esta disbiosis es la que puede favorecer múltiples trastornos tanto a nivel digestivo como en muchos otros órganos del cuerpo, como el cerebro.

En cuanto al efecto que pueden tener los probióticos en algunas enfermedades, las hay (sobre todo relacionadas con el aparato digestivo) donde se pueden recomendar su uso con una evidencia científica elevada. En cambio, en otras todavía no hay suficiente evidencia como para poder recomendar la utilización de probióticos como opción terapéutica.

Del mismo modo, tomar probióticos para prevenir enfermedades se recomienda en ciertos casos, como puede ser en la toma de antibióticos para evitar la diarrea asociada a antibióticos o prevenir candidiasis vaginal en mujeres con predisposición a ello, por ejemplo.

-¿Cómo se deben tomar los probióticos? ¿En ayunas, con el desayuno, en la cena? ¿qué cantidad?

-La dosis de probióticos necesaria y la ingesta varía mucho dependiendo de varios aspectos: la cepa utilizada, la presentación, la generación... Es importante seguir las indicaciones del fabricante, ya que existen diversidad de formas farmacéuticas y modos de administración.

La ingesta con alimentos o separados de ellos suele venir especificada en el envase, y depende mucho de la generación utilizada (a día de hoy existen cuatro generaciones).

-¿Cuánto se tardaría en ver algún efecto?

-Depende de la cepa que se esté consumiendo y de la indicación para la que se está tomando el probiótico. Con algunas cepas, los beneficios se pueden ver a los pocos días mientras que para otras se puede tardar semanas.

En cuanto a la indicación, no es lo mismo observar efectos para una indicación aguda (por ejemplo, la diarrea asociada a antibióticos) como para un proceso crónico (síndrome de intestino irritable, enfermedad inflamatoria intestinal, entre otras...). El TDAH es un trastorno crónico y, como hemos comentado, los posibles efectos se verían a largo plazo.

-¿Es que los TDAH tienen la salud intestinal peor, o les falta o tienen exceso de algo en este sentido?

-La alteración de la microbiota intestinal puede favorecer alteraciones del desarrollo neurológico y otras enfermedades relacionadas con la Salud Mental. Por eso se dice que la microbiota juega un papel muy importante a edades tempranas de la vida, sobre todo en la primera infancia. Existen factores que pueden afectar a la microbiota intestinal desde el momento del parto y en los primeros años de vida y, por lo tanto, a la función del cerebro.

Estos factores varían desde los genes, la dieta, el consumo de antibióticos, el momento del parto, el tipo de lactancia y la duración de la misma, vivir en campo o en ciudad, tener hermanos, mascotas, y un largo etc.

Aunque es necesario realizar más estudios al respecto, se ha visto que las personas con TDAH presentan algunas alteraciones en la microbiota como la disminución de bifidobacterias. Pero no se puede definir un perfil de microbiota característico del trastorno por el momento, ya que en los estudios realizados el grupo de participantes era bastante heterogéneo.

Aunque se necesitan más estudios que confirmen esta asociación, se ha relacionado los niveles bajos de vitamina D en la madre con la aparición del trastorno del neurodesarrollo en la adolescencia.

También se ha observado que los pacientes con TDAH presentan cantidades bajas de ácidos grasos omega 3 y 6. Por eso una de las intervenciones dietéticas más utilizadas en el TDAH ha sido la de suplementar con ácidos grasos omega-3 y omega-6. En algunos estudios se ha observado una reducción de los síntomas de estos pacientes. De nuevo, hay que comentar que son necesarios estudios mejor diseñados para llegar a una recomendación universal sobre la suplementación.

-¿Qué probiótico se podría recomendar a un niño con TDAH?

-Como se ha comentado anteriormente, a día de hoy no se puede recomendar la toma de probióticos como única estrategia para el tratamiento del TDAH. Es fundamental el tratamiento multidisciplinar (psicoterapia, psicoeducación, tratamiento farmacológico en algunos casos, y sobre todo mucha implicación por parte de los padres y docentes).

Dicho esto, los dos géneros más estudiados en el TDAH son el Lactocaseibacillus y el Bifidobacterium. Al haberse descrito una disminución de las bifidobacterias en la microbiota de las personas con este trastorno, los probióticos se basan en este aspecto.

-¿Hay que hacer alguna prueba médica para saber qué probiótico le puede venir mejor?

-No es necesario, a día de hoy, realizar ninguna prueba médica previa a la toma de probióticos.

-¿Con qué alimentos podemos dañar la salud intestinal de nuestros hijos y con cuáles la beneficiamos?

-La microbiota del intestino responde rápidamente a los cambios de la dieta, lo que permite realizar estrategias en la alimentación muy interesantes. El tipo de alimentación recomendada es la dieta mediterránea por su efecto antiinflamatorio. Esta dieta se basa en la ingesta frecuente de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y grasas saludables como son el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos naturales, los aguacates, los pescados azules y las semillas entre otros.

Los alimentos que se deben evitar para tener una buena salud (tanto intestinal como general) son los azúcares refinados, los productos ultraprocesados y las grasas saturadas (sobre todo las trans). Se recomienda, cada vez más, evitar la carne roja. Obviamente, existen otros tóxicos para la salud como son el tabaco y el alcohol (entre otros).

En los estudios realizados en pacientes con TDAH se ha comprobado que las dietas de baja calidad se asocian a un mayor riesgo de TDAH, mientras que una dieta sana, con comidas regulares y altas dosis de frutas y verduras, disminuye los problemas de atención y comportamiento.

 

-¿Una última recomendación para las familias afectadas?

-Sí. Me parece fundamental que la población sepa buscar información fiable y actualizada (que la hay y cada vez es más fácil de encontrar). En el tema de los probióticos, la Sociedad Española de Microbiota, Probióticos y Prebióticos (SEMiPyP), destaca por su implicación a la hora de difundir una información muy bien contrastada y actualizada. Tienen publicados varios documentos de consenso que son referentes a la hora de hablar de evidencia científica en microbiota, prebióticos y probióticos.

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