DIÁLOGOS DE FAMILIA
«Los hijos salen heridos en los divorcios por las batallas de egos»
Rocío López y Miguel Ángel Corrales recuerdan que las separaciones no tienen por qué ser beligerantes
MADRID
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Iniciar sesiónRocío López de la Chica y Miguel Ángel Corrales, terapeutas Gestalt, lo tienen muy claro: las separaciones y divorcios no tienen por qué estar plagados de discusiones, conflictos y peleas. Y más aún cuando hay hijos de por medio. Al final, los ... progenitores que quieren separarse buscan, al mismo tiempo, proteger a sus pequeños de los conflictos de pareja. Y desde su centro Creada ayudan a ello.
«Ya es hora de que desmitifiquemos y rompamos con la idea de que es la separación la que daña a los hijos», defiende Rocío López en esta entrevista. «Hay que protegerles de la batalla de egos de la que sí pueden salir heridos», continua.
La separación con hijos bien llevada emocionalmente es la clave para que este proceso, que no está exento de dolor, sea lo más llevadero posible. Y de ello hablan en 'Separada' (Destino), un libro cargado de teoría y ejercicios prácticos que evidencia la importancia de resignificar muchas cosas y que da claves tan importantes sobre cómo y cuándo dar la noticia a los hijos, cómo afrontar las primeras visitas, por qué no se debe decir a los hijos 'te echo de menos' cuando estén con su padre o madre o por qué los progenitores deberían informar a la expareja de que tienen novio o novia.
- Defendéis una idea de separación que no es la común. Porque la realidad es que hay divorcios muy problemáticos.
Rocío López de la Chica (R.L.C): Así es. Y de hecho de ahí vengo yo: las personas de mi entorno se separaban de esa manera. Cuando a mí se me abre la posibilidad de separarme, algo que jamás pensé, creía que era la peor idea que podía pasarme y más siendo madre. Por eso, para mí fue una losa. Cuando ya decidí que daba el paso, tenía muy claro que no sería a costa del bienestar de mis hijos. Me decía que tenía haber una manera de separarme cuidándolos porque no es justo que unas criaturas sufran porque su padre y yo entremos en una batalla de egos. Y ahí fue cuando empecé un proceso de investigación muy profundo y me topé con una realidad muy triste: casi no había información para poder llevar a cabo lo que nosotros llamamos separación consciente. De ahí este libro: para ayudar a entender que las separaciones no tienen por qué ser beligerantes. Podemos elegir cómo queremos divorciarnos.
- La separación de una pareja es una idea que nace en algún momento pero hasta que se toma decisión, pasa un tiempo. ¿Por qué? ¿Creemos que es un fracaso separarse? ¿Qué pasa durante este proceso?
Miguel Ángel Corrales (M.A.C): No suele ser una decisión que se tome de un día para otro. Y en el libro hablamos de eso. Rocío narra cómo transcurrieron cuatro años hasta decidió separarse. Y cuando se toma la decisión, hay que afrontarla con honestidad y valentía, algo que parece que se olvida. Separarse no es fácil porque conlleva una carga de juicios, de creencias y de ideas limitantes que tenemos pero también se remueven los cimientos sociales porque hemos sido educados para unirnos hasta que la muerte nos separe. Sin embargo, se abre ante nosotros la posibilidad de un nuevo comienzo. Nosotros lo definimos como un nuevo molde familiar tan válido como cualquier otro.
«Podemos elegir cómo queremos divorciarnos»
Rocío López de la Chica
Terapeuta gestalt y máster en educación emocional
- Separación consciente: ¿qué es exactamente? 'Porque le odio', 'No tengo por qué dar a mi ex explicaciones'… Todas estas frases, ¿tienen cabida en este concepto?
R.L.C: Sin duda. Lo que sucede es que debemos primero entendernos, averiguar qué nos está pasando en ese momento previo hasta tomar la decisión. Y es ahí cuando vemos todo el peso de las creencias limitantes y juicios que tenemos acerca de la separación. Yo recuerdo a mi abuela paterna que me decía: 'Aguanta, aguanta siempre por tus hijos'. De ahí venimos. Hasta 1981 era un delito divorciarse en España.
Cuando ya tomamos esa decisión, lo hacemos con dolor, rodeados de muchos juicios, con la creencia de que es un fracaso o de que vamos a dañar a los hijos. Entonces, muy fácilmente vamos a entrar en una lucha de egos en la que uno responsabiliza o culpa al otro. Así, no vamos a atender nuestro dolor propio, ni a nuestros hijos que se van a quedar huérfanos emocionalmente.
En una separación consciente, lo único que necesitamos es hacernos cargo del dolor que estamos sintiendo para así poder atender a los hijos en el camino. Y eso no quiere decir que que los progenitores tengan una relación idílica o que sean amigos pero sí hay que diferenciar mucho en la otra persona su rol de padre o madre y su papel como hombre o mujer. A mí, el padre, mis hijos, como hombre, puede ahora no gustarme, pero como padre de mis hijos ocupa un lugar sagrado en el corazón de nuestros pequeños. Lo importante es poder hacer esa distinción para respetar el lugar que ocupa esa persona en el corazón de nuestras criaturas, al mismo tiempo que me respeto a mí en mi deseo de no tener contacto con la otra persona o de poner límites, que son necesarios. La separación consciente nunca está exenta de poner límites, sino todo lo contrario, porque es el respeto a ti misma y a tus criaturas.
- Suena muy bien pero ante un divorcio, están las familias de ambas partes y que siempre hay uno -suele ser la mujer – que se hace más cargo de todo. Al final es un proceso que no depende de uno mismo.
R.L.C: Sí y no. Las mujeres tenemos esa tendencia a hacernos cargo de todo y hacernos responsable desde ese rol de mujer cuidadora y complaciente que hemos ido heredando generación tras generación. Y ya es hora de que lo cambiemos.
Primero toca, y por eso lo de consciente, hacer un ejercicio de reflexión para discernir cuáles son nuestras responsabilidades reales y ocuparnos solo de las que nos corresponden. Toca aprender a dar un paso atrás en las otras y dejar el hueco. Eso no lo encontramos mucho en consulta. Por ejemplo, una mamá que viene de recoger a la cría de la Escuela Infantil, aunque le tocaba al padre, porque él no llega nunca a pesar de que es autónomo y dueño de su tiempo. ¡Nunca llega porque sabe que tú vas a estar! Entonces, déjale espacio y que asuma las consecuencias. Cuando las mujeres dan ese margen a muchos de ellos no les queda otro remedio que coparlo. Incluso a veces quieren, pero somos nosotras las que automáticamente no le dejamos. Por eso, la importancia de ponerle conciencia y cuestionarnos qué está pasando y hacer una autorrevisión desde la autorresponsabilidad.
Y el resto de familiares no entran en la ecuación. Ya mucho supone a nivel emocional, individual y con los hijos, un proceso de separación y divorcio como para tener que andar cuidando cómo lo viven los demás. Porque ¿a quién le queremos ser leal: ¿a ti o a tu madre, tu suegra…? La vida va de una misma, de uno mismo, y decidimos desde dónde la queremos vivir. Nosotros hacemos una apuesta por vivirla desde el amor.
M.A.C: Todo esto tiene mucho que ver con la oportunidad que se nos abre a los hombres de asumir la paternidad desde un lugar diferente. Muchas veces nos dejamos arrastrar porque la maternidad tiene un peso específico y la paternidad parece más un acompañamiento, un dejarse llevar. Y siempre lo digo: yo, al separarme, lo primero que me pasó es que tomé conciencia. Para mi fue un gran descubrimiento ver que podía empezar a ejercer un tipo de paternidad diferente que tiene ciertas consecuencias y cambios en tu vida. A lo mejor no todo el mundo tiene por qué hacerlo, pero en mi caso cambié de trabajo porque el horario no me permitía atender ciertas cuestiones que para mí empezaban a ser importantes. Y cuando en una separación solo vemos un 'yo contra ti' o un 'tú contra mi', no tenemos capacidad para ver la cantidad de opciones que se nos están abriendo. Y esta es una de las mieles de la separación: poder ejercer nuestra maternidad o paternidad desde una posición diferente en la que no tenemos que estar pidiendo permiso, sino que directamente nos apoderamos de un lugar que siempre ha sido nuestro y que muchas veces no queremos ocupar.
«Hemos sido educados para unirnos hasta que la muerte nos separe»
Miguel Ángel Corrales
Pedagogo, coach y terapeuta Gestalt
- Los hijos en todo este proceso: ¿deben ser el centro?
R.L.C: No hay que olvidarse de ellos pero tampoco hacerlo todo por y para ellos porque entonces nos vamos a olvidar de nosotras y nosotros mismos. Y eso en algún momento se va a desmoronar. Si queremos construir una nueva base sólida o mantener esa base como familia sólida, requiere esa doble atención: atender todo lo que a mí se me mueve, que va a ser muchísimo, y las necesidades emocionales de nuestras criaturas. Nosotros decimos que lo malo no es una separación, sino una mala gestión de la misma. Igual que defendemos que lo bueno no es una una relación de pareja, sino una buena relación de pareja. Entonces, no voy a poder cuidar a mis peques y atender sus necesidades si yo no estoy en mi centro. Eso es difícil y requiere paciencia.
Lo que hemos venido viendo, por desgracia, ha sido poner en el centro de todas y cada una de las decisiones las necesidades de los hijos. Pero es muy importante tener en cuenta qué edad tienen, cómo andan de madurez, en qué etapa evolutiva se encuentran y ver cuáles son sus necesidades para, desde ahí, decidir e irles cuidando. Y vamos a protegerles de la batalla de egos de la que sí pueden salir heridos. Pero no porque nos separemos, sino por esa batalla. Ya es hora de que desmitifiquemos y rompamos con la idea de que es la separación la que daña.
- El libro se llama 'Separada' -por aclarar- no porque sea un libro exclusivamente para ellas, para las mujeres, sino porque la mayoría de vuestras clientes son mujeres. Pero vale también para hombres. ¿Cuáles son esos problemas o características comunes que veis en consulta?
M.A.C: El principal elemento común tiene que ver con el miedo, la inquietud, con la incertidumbre y, sobre todo, con la cantidad de creencias que arrastramos y que son limitantes. También preocupan mucho los hijos: cómo hacerlo para que no sufran y les dañe lo menos posible. Nosotros queremos darle una vuelta a eso y entender que una separación no tiene por qué ser una experiencia traumática o que dañe sino que también puede ser algo de lo que a veces salimos incluso reforzados, tanto los mayores como los niños. Y un elemento más que solemos encontrar también tiene que ver con el nivel de conciencia. Es decir, estamos en una situación que no es agradable porque hay que transitar por el dolor, pero a su vez nos va a conectar con determinados elementos, como la culpa, que suele ser algo trascendental, y nos encontramos en un proceso en el que se abren un montón de aristas pero que con el acompañamiento necesario es un camino mucho más sencillo.
R.L.C: Es clave utilizar la separación consciente como una oportunidad para el crecimiento personal. Si pretendemos una separación consciente desde el mismo lugar que llevo viviendo toda la vida, no va a ser posible porque desde ahí hay mucho ego y dolor. Yo digo siempre que es como atravesar el tallo de una rosa que está lleno de espinas, pero después está la flor, muy hermosa y suave. Ahí es dónde podemos llegar después del proceso pero hay que atravesar las espinas, y esas espinas son aprendizajes y duelen. No podemos atravesar una separación consciente sin crecimiento.
«Los hombres pueden asumir la paternidad desde un lugar diferente»
Miguel Ángel Corrales
Pedagogo, coach y terapeuta Gestalt
- Habláis también en el libro del sexo en pareja, un tema muy importante. Porque se sigue diciendo eso de... «es que yo no le daba todo».
M.A.C: Diría que que el principal problema o dificultad es que venimos de un modelo heteropatriarcal, es decir, la mayoría de los hombres sentimos que tenemos unas necesidades que tienen que ser cubiertas por la pareja, como si no fuera nuestra responsabilidad. A ello se le une la creencia de que la mujer tiene que someterse precisamente a esa voluntad. A esta situación hay que darle la vuelta. Y el trabajo empieza en cada uno de nosotros. Nosotros hicimos una encuesta en nuestras redes sociales en la que preguntamos a las mujeres si habían mantenido relaciones sexuales sin deseo con sus parejas, sin apetito sexual, y la respuesta fue escalofriante: más del 75% dijeron que sí. Entendemos, por tanto, que el sexo forma parte de una relación asimétrica, en la que una parte somete al otro, y eso ha de cambiar.
R.L.C: La sexualidad es una forma más de la relación. Y la maternidad y la paternidad ponen la relación patas arriba. En ese momento, la mujer suele conectar mucho con su feminidad, con el hecho de sentir más confianza, amada, respetada. Ahí hay un choque frontal y hay que saber qué está pasando. Suele ser un tema que se deja de lado y que hace mucha mella en la pareja. El sexo es el síntoma de lo que está pasando en la relación de pareja, que no nos comunicarnos, no nos escuchamos, ni nos paramos a analizar qué nos está pasando.
- Decís que «cuando una relación de pareja se termina, la familia no se rompe sino que cambia de molde». Pero ¡qué difícil es al principio! Ir al parque de siempre, al restaurante de siempre, las primeras vacaciones... y parece que algo falta. Pero, ¿se sigue siendo una familia? Porque la sensación de fracaso está ahí.
M.A.C: A nosotros nos gusta ver que no es que no seamos una familia, sino que somos un molde familiar diferente. En nuestro caso, por ejemplo, lo hemos vivido en primera persona. Nosotros formamos una familia enlazada, es decir, los dos aportamos hijos de una relación anterior. Pero sentimos que la madre de mis hijos y, en el caso de Rocío, el padre de sus hijos, forman parte de esta familia también aunque no convivan o no estén presentes. ¿Quién define ese molde? Evidentemente cada uno de nosotros pero parte de un trabajo previo que cada uno ha de hacer.
Con respecto a eso, he de decir que a muchos políticos se le llena la boca hablando de la importancia de la familia, de la apertura a otros modelos familiares, etc. pero la realidad es que a nivel legislativo no nos acompañan. Como no tenemos un Estado fuerte que ofrezca realmente un soporte para la conciliación, para la familia y demás, no nos queda otra que apoyarnos en el núcleo familiar entendido en su concepción más tradicional. Entonces, en un Estado tan débil socialmente como el que tenemos, es natural que al modelo familiar se le blinde y se le entienda de una sola forma y de una sola estructura. Sin embargo, nosotros apostamos por entender que todas las familias son igualmente válidas y enriquecedoras.
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R.L.C: Y ahí toca resignificar la separación y muchas palabras. ¿Qué es para ti el fracaso? ¿Qué es para ti éxito o familia? Porque si proyectamos que una familia es papá, mamá e hijo y yo estoy sola con mi hijo, me veo desde la carencia. Y no hay que quedarse con la idea impuesta socialmente de familia. El amor de verdad y no el romántico es el que cuenta porque es el que nos hace crecer y avanzar. Toca resignificar para dar valor a lo que somos.
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